El abismo fiscal
Obama, confiado en lograr un acuerdo contra reloj
Tras una reunión con los líderes republicanos y demócratas del Congreso, se mostró "moderadamente optimista"
NUEVA
YORK.- Con un plazo de sólo tres días y el temor a un golpazo a la
economía norteamericana, demócratas y republicanos, encabezados por
Barack Obama, se embarcaron anoche en un último y desesperado intento
por alcanzar un acuerdo que permita eludir los primeros ajustes del "abismo fiscal" antes del próximo martes.
Aunque dijo que era "moderadamente optimista" respecto de la posibilidad de lograr un acuerdo, Obama no ocultó
su frustración por las infructuosas idas y venidas que ha dado
Washington en las últimas semanas, y que dejaron a Estados Unidos al
borde de comenzar a sufrir los efectos de un ajuste fiscal por unos
600.000 millones de dólares, que podría arrojar al país a una nueva
recesión.
Descartado un pacto amplio para corregir el déficit
fiscal, los líderes de ambos partidos en el Senado intentarán consensuar
un plan que por lo menos prolongue beneficios impositivos para la clase
media, además de la extensión del seguro de desempleo que cobran unos
dos millones de norteamericanos.
"Ahora estamos en el último minuto. El pueblo
estadounidense no será paciente con una herida autoinfligida
políticamente a nuestra economía", afirmó ayer Obama, en la Casa Blanca,
luego de su reunión con los líderes demócrata y republicano en el
Senado, Harry Reid y Mitch McConnell; el presidente de la Cámara de
Representantes, el republicano John Boehner, y la líder de la minoría
demócrata, Nancy Pelosi.
Allí Obama presentó un abierto desafío a los
republicanos: si este último intento fracasa, los demócratas impulsarán
en el Congreso un plan para extender los beneficios para los desocupados
y las familias con ingresos inferiores a 250.000 dólares, algo que
forzaría a los republicanos a ceder o darles la espalda a millones de
familias en todo el país.
"Creo que esas propuestas podrían
pasar ambas cámaras con mayoría bipartidaria siempre y cuando ambos
líderes [republicanos] permitan que se vote", afirmó Obama. "Si los
miembros quieren votar no, pueden hacerlo", desafió.
Este nuevo escenario terminó de construirse ayer en la
Casa Blanca, en la reunión de Obama con los líderes partidarios del
Congreso. El encuentro, al que todos calificaron de "bueno" y
"constructivo", duró alrededor de una hora, y sirvió como puntapié para
la nueva ronda de negociaciones.
Las muestras de optimismo sorprendieron en las últimas
horas de una semana en la cual nada hizo pensar que Washington pudiera
superar la parálisis de cada vez que republicanos y demócratas se han
sentado a discutir cómo reparar las finanzas públicas.
Obama se hizo eco ayer del malestar que reina ante la
incapacidad de los legisladores para evitar caer en tratativas en busca
de soluciones de último minuto para la crisis fiscal, algo que ya
ocurrió a fines de 2010 y a mediados de 2011, cuando la puja por elevar
el techo de la deuda le costó a Estados Unidos la rebaja de la
calificación "AAA" de su deuda por parte de la agencia de riesgo
Standard & Poor's.
"Tengo que repetirlo: fuera de Washington nadie
entiende por qué esto tiene que ser un patrón repetitivo, una y otra
vez", dijo Obama.
De concretarse, el ansiado y esquivo acuerdo podría
quedar rubricado mañana. Las miradas están puestas ahora en el Senado.
Allí, Reid y McConnell intentarán hoy pulir un entendimiento que podría
ser sometido a votación en las primeras horas del domingo, y, luego,
enviado a la Cámara de Representantes, que ese mismo día volverá a
reunirse tras el receso navideño.
"Tuvimos una buena reunión", dijo anoche McConnell, ya
en el piso del Senado, durante una sesión. El republicano también se
mostró "optimista y esperanzado" en la posibilidad de consensuar un plan
con los demócratas.
Uno de los argumentos favorables que se esgrimían
anoche es que los senadores republicanos son más moderados que sus pares
congresistas. De hecho, los republicanos llegaron a la reunión en la
Casa Blanca con las manos vacías luego de que Boehner fracasara en
impulsar su propio plan en la Cámara baja del Congreso, bajo control
republicano, la semana pasada.
Ese traspié debilitó a la oposición, al dejar al
descubierto sus divisiones, algo que le dio margen a Obama para lanzar
su última ofensiva. Si esa movida será exitosa o no, se sabrá en las
próximas horas.
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EL MUNDO › MANIOBRAS DE ULTIMO MOMENTO PARA EVITAR UNA CRISIS EN EE.UU.
Al borde del abismo fiscal
Página/12
Obama se reunió ayer con los líderes del Congreso
para intentar un acuerdo presupuestario que impida el recorte automático
de gastos y la suba de impuestos desde el martes. La resistencia
republicana embarra la cancha.
El
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y los líderes del Congreso
se reunieron ayer para tratar de evitar in extremis una crisis fiscal
que golpearía desde el 1º de enero al país. Tras la reunión, Obama dijo
que espera una solución de último minuto para evitar el llamado “abismo
fiscal” e instó a los republicanos y demócratas en el Congreso a aprobar
una legislación antes de fin de año que impida la entrada en vigor de
duras medidas de austeridad. Añadió que se trata de evitar un aumento
impositivo para la clase media.
El mandatario dijo ser “levemente optimista” de que se pueda llegar a
un acuerdo antes de que termine el año y calificó de constructivas las
conversaciones mantenidas en la Casa Blanca con los líderes del
Congreso.El presidente encargó al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y a su homólogo republicano, Mitch McConnell, que logren armar un plan en forma conjunta. Los líderes del Congreso señalaron que intentarán ofrecer una recomendación en 48 horas, para el domingo, un día antes de que venza el plazo.
Obama invitó al presidente republicano de la Cámara de Representantes John Boehner, al jefe de la minoría republicana del Senado, Mitch McConnell, así como a sus aliados demócratas: el jefe de la mayoría en el Senado, Harry Reid, y la líder de la minoría en la Cámara, Nancy Pelosi.
En esta reunión privada en la oficina Oval los dirigentes abordaron el temido “precipicio fiscal”.
Salvo un acuerdo de último momento, el martes expirarán las exenciones fiscales para la mayoría de los contribuyentes, adoptadas durante la presidencia de George W. Bush, y además entrarán en vigor drásticos recortes en el gasto público. Los impuestos de casi todos los contribuyentes estadounidenses aumentarán unos 2200 dólares, según la Casa Blanca. Los recortes, consecuencia de un pacto entre demócratas y republicanos en 2011, se sentirían sobre todo en el presupuesto de Defensa y podrían derivar en despidos masivos.
Según los economistas, un problema de esta naturaleza podría arrastrar a la economía estadounidense nuevamente a la recesión. El Ejecutivo demócrata y el Congreso, cuya Cámara baja, clave en cuestiones de presupuesto y fiscales, es manejada por los republicanos, no logran ponerse de acuerdo sobre los mecanismos para reducir el déficit público.
Obama fue reelecto en noviembre tras prometer aumentar los impuestos a quienes ganan más de 250.000 dólares (2 por ciento de los núcleos fiscales).
Boehner, principal interlocutor del presidente en esta crisis, se dijo abierto a aumentar los ingresos fiscales, pero no a un alza de impuestos a los más ricos. La Cámara ya votó un plan rechazado por el Ejecutivo porque establecía recortes del gasto demasiado bajos.
En un gesto que trasluce el bloqueo en las discusiones, antes de la reunión de ayer, la oficina de Boehner afirmó que “continuará insistiendo sobre el hecho de que la Cámara ya votó un plan para evitar el precipicio fiscal y que es ahora el Senado que tiene que actuar”. Reid, el jefe de los demócratas en el Senado, hizo responsable el jueves a Boehner por el impasse y se manifestó pesimista sobre la perspectiva de un acuerdo antes del 1º de enero.
Para el editorialista del diario especializado Politico, Jonathan Allen, las dos partes tienen interés en no llegar a un acuerdo: el 1º de enero, Obama habrá obtenido un aumento de impuestos a los más ricos por la vía de los hechos. Y “para muchos republicanos, el precipicio (fiscal) quiere decir hacer pesar la responsabilidad de una fuerte alza de impuestos sobre el presidente y luego votar para reducir los impuestos de la mayoría de los estadounidenses el mes próximo”, explicó. “Por ahora, el juego político es el de las apariencias”, agregó Allen.
Mientras tanto, los mercados se dejaron invadir por el pesimismo y el Dow Jones perdía 0,60 por ciento a media jornada. A esta situación se suman problemas sobre el techo de la deuda. Estados Unidos ya estuvo al borde del default en 2011 por la insistencia de los republicanos en compensar el incremento del límite de endeudamiento autorizado con recortes de gastos.
El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, advirtió que el techo legal de la deuda sería alcanzado el lunes, y que “medidas excepcionales” serán adoptadas “pronto” para evitar una moratoria.
Por su parte, el gobierno alemán expresó ayer su confianza en que las filas demócratas del presidente Barack Obama y los republicanos lograrán un acuerdo “dentro del plazo previsto” para resolver el disenso en materia de presupuestos y evitar el temido “abismo fiscal”.
“Somos optimistas, pensamos que Estamos Unidos resolverá sensatamente la cuestión, como tantas veces lo hizo en el pasado ante dificultades en su política interna”, apuntó el vocero de Asuntos Exteriores, Martin Schäfer.
De acuerdo con esa fuente, “Estados Unidos tiene en su mano” lograr una solución que posibilite la reducción de su endeudamiento y al mismo tiempo la consolidación presupuestaria, sin poner a prueba ni su coyuntura interna ni la economía mundial.
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