Ahí se puede leer mi artículo "Argentina, Estados Unidos y el sistema interamericano durante la crisis de los misiles(1962)"
Resumen
Hace
50 años, Estados Unidos descubrió que la Unión Soviética estaba instalando en
Cuba misiles con capacidad nuclear y se disparó un conflicto que tuvo en vilo
al mundo entero. Washington apeló al sistema interamericano para reaccionar
inmediatamente a través de un bloqueo naval a la isla caribeña. ¿Cómo reaccionó
Argentina ante la crisis, durante la fugaz presidencia de José María Guido?
Fuertemente condicionado por los militares que habían depuesto a Frondizi,
entre otras cuestiones por su escaso compromiso en la lucha contra el gobierno
de Fidel Castro, la Casa Rosada planteó un nuevo vínculo con Washington. Por
primera vez, Argentina envió dos buques de guerra al Caribe, sobreactuando su
"solidaridad" con Estados Unidos. Esta nueva posición diferenció a
Argentina de Brasil y México y permitió a la Casa Blanca reposicionarse en la
región.
Introducción
La relación Argentina-Estados Unidos
había atravezado un entendimiento relativo al momento de la asunción de Arturo Frondizi
(1958-62), producto de los acuerdos económicos que alentó con empresas de
capitales estadounidenses y del financiamiento que demandó al Fondo Monetario
Internacional (FMI) y a los grandes bancos del país del norte. Sin embargo,
cuando se produjo el triunfo de la revolución cubana y la lucha anticomunista
en América pasó a primer plano en la política exterior de Washington, empezaron
a producirse diversos cortocircuitos. Frondizi disintió con la orientación
asistencialista de la Alianza para el Progreso (ALPRO) y se opuso a la política
de exclusión de Cuba de la OEA y de ruptura de relaciones diplomáticas con la
isla. Reivindicó, al menos inicialmente, el respeto a la autodeterminación de
los pueblos, la no intervención en los asuntos internos de otros países y la
solución pacífica de los conflictos internacionales. Interpretó erróneamente
que el “problema cubano” era una oportunidad para obtener ventajas por parte de
Estados Unidos –en concreto, esperaba recibir ayuda por 1000 millones de
dólares para diversos proyectos de desarrollo, como la represa de El Chocón-.
Sin embargo, dadas las limitaciones de su proyecto desarrollista, la relación
dependiente que supuso con el capital extranjero y la temprana ruptura de la
alianza electoral con el peronismo, no pudo o no quiso construir la correlación
de fuerzas políticas necesaria para resistir las presiones externas, del
Departamento de Estado, e internas, de las fuerzas armadas, cada vez más
cercanas a la Doctrina de Seguridad
Nacional.
La
revolución cubana marcó un punto de ruptura en la relación entre Estados Unidos
y los demás países americanos. Si hasta ese momento la guerra fría parecía desplegarse fundamentalmente en otras regiones
del globo, desde 1959 el enfrentamiento bipolar se instalaba en el seno del
"patio trasero" estadounidense. El inesperado triunfo de la
insurrección liderada por Fidel Castro prvocó un cimbronazo en Washington. Dwight
D. Eisenhower primero, y John F. Kennedy después, desplegaron una nueva
política hacia la región, con las dos caras habituales. Por un lado, se lanzó
la ALPRO, un relativamente ambicioso plan de financiamiento para América
Latina, que supuestamente venía a solucionar décadas de pobreza y atraso. Pero
la "zanahoria", como siempre, iba acompañada del "garrote".
La CIA organizó en secreto la invasión militar a la isla, concretada en abril
de 1961, y luego todo tipo de acciones terroristas para desestabilizar al
gobierno revolucionario. A nivel continental, se implementó la Doctrina de Seguridad Nacional, y en la
tristemente célebre Escuela de las Américas se entrenaron a muchos de los
militares que protagonizaron golpes de Estado en los años siguientes. La Casa
Blanca presionó a Frondizi para que votara la exclsión de Cuba de la OEA y
rompiera relaciones con la isla, debilitando a un gobierno que sucumbió en
marzo de 1962 a las presiones militares[1].
La relación bilateral
entró en una nueva etapa, tras la salida obligada de Frondizi. Desde la
asunción de Guido (1962-63) se dio una alineamiento tras las políticas
regionales emadadas desde el Departamento de Estado. En el medio de una severa
crisis económica, la Casa Rosada necesitaba más que nunca de la ayuda de
Estados Unidos, y no dudó en dar señales de su adscripción occidental,
cristiana y anticomunista. Una clara muestra de esta orientación, que difería
de la del depuesto Frondizi, fue la actuación durante la crisis de los misiles.
Si bien Frondizi también utilizó los argumentos anticomunistas para lograr
ayuda económcia estadounidense, lo cierto es que durante la gestión de Guido los
compromisos con las políticas del Pentágono se profundizarían como nunca antes.
Aunque el golpe pudo
haber contado con apoyos en diversos círculos en Washington, vinculados a
sectores de las fuerzas armadas argentinas, el Departamento de Estado se mostró
renuente a una rápida aceptación del nuevo gobierno de Guido y este
reconocimiento, como veremos, se demoró varios días, en parte por la prédica
democrática de Kennedy. De todos modos, la profunda crisis económica que debió
sortear Argentina, y el temor de Estados Unidos al “contagio cubano” llevaron a
Washington a prestar ayuda militar y económica a la Casa Rosada, que desplegó
una política exterior mucho más alineada con el Departamento de Estado. Así,
durante el breve mandato de Guido, Argentina colaboró con Estados Unidos desde
el punto de vista militar en la crisis de los misiles soviéticos en Cuba y
participó del bloqueo naval y aéreo contra la isla, abandonando su tradicional
respeto al principio de autodeterminación de los pueblos.
En este artículo, y con
documentación oficial de ambos países -Archivo del Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto, Archivo Frondizi, Archivo del Departamento de Estado y Biblioteca
Presidencial JFK-, nos ocupamos de analizar, específicamente, la relación Argentina-Estados
Unidos en el marco del sistema interamericanos durante la crisis de los
misiles. Observamos cómo en ese crucial conflicto internacional y bajo la fugaz
gestión de Guido, se manifestó un giro radical en la relación bilateral, aunque
registramos también elementos de continuidad respecto a la orientación que
había intentado imprimirle Frondizi al vínculo con Washington.
[1]
Desarrollamos este proceso en Morgenfeld, Leandro 2012 “Desarrollismo, Alianza
para el Progreso y Revolución Cubana. Frondizi, Kennedy y el Che en Punta del
Este (1961-1962)”, Revista CICLOS en la
Historia, la Economía y la Sociedad, Año XXI, Volumen, XX, Número 39-40, pp. 133-163.
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