El Gobierno demócrata de Barack Obama consiguió la continuidad por cuatro años más.
¿Era deseable este resultado para los países latinoamericanos? La Voz de Rusia
dialogó con el especialista argentino Leandro Morgenfeld para dilucidar
estas cuestiones. Doctor en Historia e investigador sobre la política
exterior norteamericana hacia el continente, el autor de Vecinos en conflicto y Relaciones peligrosas,
nos cuenta por qué en lugar de renovarse las esperanzas generadas en
2008, en esta ocasión se podría decir que ha primado el deseo de lo malo
por sobre lo peor.
—¿Cómo
hay que interpretar el resultado electoral y la renovación del Gobierno
demócrata de Barack Obama, desde el punto de vista de América Latina?
—Bueno,
la región había tenido muchas expectativas con la primera elección de
Obama en el año 2008, sobre todo cuando se planteaba un viraje en
relación a lo que habían sido las políticas de Bush hacia toda la
región, por ejemplo el ALCA, el intento de golpe contra Venezuela en el
año 2002, el restablecimiento de la IV Flota justo al final del mandato
de Bush, el endurecimiento contra Cuba. Obama inclusio había planteado
como una de sus promesas que iba a cerrar la cárcel ilegal de Guantánamo
en Cuba. Firmó efectivamente que iba a cerrar la cárcel en un año, pero
ya con cuatro años de Gobierno, esto no se pudo hacer, en especial por
la resistencia de sectores importantes del Partido Demócrata. Estas
expectativas de la región que se habían reforzado al inicio del mandato
de Obama en la Cumbre de Trinidad y Tobago, allá por el año 2009, cuando
planteó que entraba en una nueva etapa en la relación con América
Latina, en una relación entre iguales con los países latinoamericanos,
esa expectativa se vio frustrada ya rápidamente cuando en el año 2009 se
produjo un golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya y tuvo el
amparo institucional y diplomático de Estados Unidos y ahora se conoce
también que la base militar norteamericana en Honduras fue utilizada por
el avión que sacó a Zelaya del país. Esto más situaciones de
desestabilización con los países que más confrontaban con estados Unidos
en la región, fueron mermando las expectativas en relación con Obama.
De todas formas, había temores en torno a lo que podía ser la elección
de Mitt Romney con sus políticas anti inmigratorias, por su línea dura
discursiva contra Cuba y contra el eje bolivariano y por el planteo de
que la política exterior de EEUU tenía que volver a plantearse en
relación con su supremacía militar.
—Digamos que no trajo nuevas esperanzas pero trajo sí cierta tranquilidad.
—Sí,
cierta tranquilidad en la región dado que, más allá de que la política
exterior en EEUU hay ciertos consensos básicos entre ambos partidos, la
prédica más multilateral de Obama y no tan unilateral como planteaba el
discurso de Romney, da cierta tranquilidad a una región, donde Estados
Unidos en los últimos años ya no tiene el peso ni político ni económico
que tenía en otros momentos.
—Justamente
en función de esto, en vista a la crisis planteada desde hace algunos
años y en perspectiva del desafío cada vez mayor que se le presenta a
Estados Unidos de conservar la hegemonía regional y mundial también,
¿están planteando cambios en sus ambiciones políticas internas y
externas?
—Estados Unidos va a enfrentar desde
diciembre el desafío de lograr limitar el profundo endeudamiento público
que tiene. Pensemos que hace varios años, cuando terminó Clinton su
mandato llegaba al 70 % del PBI y hoy está ampliamente por encima del
100 %. El año pasado cuando Estados Unidos se vio ante la posibilidad de
ir a una cesación de pagos, finalmente después de larga discusión entre
demócratas y republicanos, resolvieron permitirle al Gobierno de Barack
Obama que endeude todavía más, nuevos topes de endeudamiento, pero con
el compromiso que antes del 31 de diciembre de 2012, después de las
elecciones presidenciales, debía llegarse a un acuerdo sobre cómo
disminuir este brutal déficit público. Esto que se llama el “abismo
fiscal”, que se va a plantear el 31 de diciembre, se trata de una serie
de recortes drásticos automáticos y fuertes aumentos impositivos
automáticos, si es que no se consigue un acuerdo anterior, lo que puede
ocasionar es una vuelta a la recesión en Estados Unidos, después de
cuatro años de una crisis que se inició pero que no se termina de salir.
Y esto efectivamente puede repercutir en todo el mundo. Uno de los
problemas de Estados Unidos es que desde hace tres décadas viene
profundizando un creciente déficit comercial, es decir que consume mucho
más de lo que exporta, y la expectativa del gobierno de Obama, ya lo
planteó en su primer mandato, es ampliar las exportaciones hacia América
Latina, que vuelva a ser un mercado importante para las exportaciones
norteamericanas. Y más allá de ese objetivo, si uno observa los números
de los primeros ocho meses del año 2012, Estados Unidos tiene un déficit
comercial con la región de más de cuarenta mil millones de dólares. Sin
embargo, en países como Brasil o la Argentina, Estados Unidos tiene un
fuerte superávit comercial, por eso hay tantas disputas y tantas
tensiones. Entonces, parte de la expectativa de Estados Unidos parte de
reposicionarse en la región, tratar de exportar más y también defender
las inversiones, dado que en los últimos años avanzaron mucho las
inversiones y los préstamos de China en América Latina.
—Pero
en las elecciones y en las plataformas electorales tampoco estaba
planteado un cambio en la importancia que se le daba a América Latina
relativo a otras regiones del mundo.
—Sin dudas,
es una región que tiene, más allá de algunos conflictos, una relativa
estabilidad institucional, comparado por supuesto con otras regiones.
Obviamente, el foco de la política exterior de Estados Unidos está en
relación a una zona que sigue siendo un polvorín que es Oriente Medio,
en particular la mirada sobre el proceso iraní y las presiones de
distintos grupos al interior de Estados Unidos y también en Israel que
es un aliado estratégico de Estados Unidos, contra el proceso de
desarrollo nuclear en Irán. Y el segundo punto es el tema de la relación
con China. Si bien ambas economías, la china y la estadounidense están
muy imbricadas, muy relacionadas, Estados Unidos tiene un proceso de
competencia con China, donde se avizora que ya muy cercanamente, China
va a pasar a ser la primera economía a nivel mundial, y está la
expectativa de qué va a hacer China con los bonos de Estados Unidos.
China es el principal acreedor externo de Estados Unidos y por lo tanto
Estados Unidos está focalizando incluso recursos militares y
estratégicos para rodear a China y toda la zona el Pacífico y el Sudeste
Asiático que es donde se va a dar esa disputa hegemónica. En relación
con América Latina, lo que está haciendo Estados Unidos es profundizando
el eje Pacífico, es decir, la alianza estratégica que tiene con México,
con Colombia, con Chile y otros países del eje Pacífico, para tratar de
recuperar su posición en la región.
—Y
puntualmente con respecto a la Argentina, cómo va a influir la
continuidad de Obama, pensando que nunca las relaciones fueron demasiado
amistosas.
—La relación está cruzada
históricamente, también en la actualidad, por el carácter más
competitivo que complementario de las economías. Y por eso nada indica
que vayan a mermar o desaparecer los conflictos. Quiere decir, las
denuncias cruzadas que se hicieron recientemente en el marco de la OMC
(Estados Unidos acusó a la Argentina de limitar la importación de bienes
industriales y la Argentina acusó a Estados Unidos de proteger a sus
productores agropecuarios a través de subsidios y mecanismos no
arancelarios, por ejemplo con excusas sanitarias), y este conflicto va a
persistir, sobre todo porque como ya dijimos Argentina pretende
equilibrar un comercio bilateral que este año se calcula que va a ser
deficitario en 6 mil millones de dólares. Va a seguir fuertemente la
presión de los fondos buitres, sobre todo en el Congreso. Ahí Argentina
tiene cierta tranquilidad en torno al no triunfo de Romney, porque estos
fondos habían apostado y aportado cuantiosas cantidades de dinero para
financiar la campaña republicana, o sea, por lo menos en la Casa Blanca
esa presión no va a ser tan directa. Pero ambos Gobiernos necesitan
tener relaciones relativamente cordiales. En el caso de Estados Unidos
porque enfrenta crecientes desafíos en la región, porque va a intentar
tratar de evitar que Brasil pueda establecerse como un país hegemónico
en el continente sudamericano y también por supuesto para tratar que no
se incremente la influencia del eje bolivariano, es decir, Estados
Unidos está preocupado de que Argentina profundice sus vínculos con
Venezuela, sobre todo porque Venezuela ingresó al Mercosur. Pero también
está preocupado porque Argentina plantee una política exterior más
autónoma, por ejemplo, con el tema Irán, hubo quejas y cierta desazón
del Departamento de Estados por el reciente inició de conversaciones
entre el Gobierno iraní y el de la Argentina. Dado que a diferencia de
Brasil, Venezuela, Bolivia y otros países que sí mantenían relaciones
con Irán, Argentina hasta ahora seguía la política del Departamento de
Estado de aislar al régimen Iraní. En el caso de la Argentina también se
va a procurar mantener una buena relación, para tratar de impulsar un
comercio bilateral más equilibrado, para tratar de probar de que el
Gobierno no está aislado y que los sectores que plantean la exclusión
argentina del Grupo de los veinte no tengan cabida. Por eso es que
Cristina rápidamente felicitó a Obama por su triunfo y es posible que
ambos Gobiernos intentan concretar un encuentro bilateral de sus
presidentes en los próximos meses. O sea, más allá de cuestiones que
persisten en el conflicto bilateral, veo por lo menos que las
Cancillerías van a tratar de morigerar los aspectos conflictivos.
También por cuestiones ideológicas y de la política interna en ambos
países, nada indica que no vuelvan a aparecer conflictos.
—En
temas como el reclamo diplomático por las Malvinas, ¿habría habido
algún tipo de cambio si era electo Romney en lugar de Obama?
—Obama
va a mantener la misma política que viene teniendo desde hace muchos
años Estados Unidos, pero que enfatiza desde febrero del año 2010, una
posición formalmente neutral, diciendo que es un conflicto entre Gran
Bretaña y la Argentina, que tiene que resolverse en el plano bilateral,
no reconociendo la soberanía de los kelpers, de los isleños, no
planteándolos como un sujeto de derecho, sí reconociendo la presencia de
facto de Gran Bretaña y también tratando de evitar un pronunciamiento
en la OEA y en los mecanismos de integración interamericana. Recordemos
que si bien plantea esta neutralidad, Estados Unidos se opuso en la
última cumbre de las Américas a que se incluyera el tema de Malvinas, a
pesar de que los otros 32 países de la región, todos menos Canadá,
planteaban incluir en la declaración final el tema de Malvinas. Y lo
mismo ocurrió ahora en octubre cuando la Cumbre de Ministros de Defensa
de la región planteó apoyar la posición argentina y exigir a Gran
Bretaña que se reinicien las relaciones bilaterales. Pero Estados Unidos
no va a ir nunca más allá, porque no va a romper la alianza estratégica
con Gran Bretaña. Lo que sí pudo ocurrir si ganaba Romney, porque dio
algunas señales en ese sentido, es que reforzara más el vínculo con Gran
Bretaña. En ese sentido también en el Gobierno hay cierto alivio,
porque desde el punto de vista diplomático la Administración Obama
mantiene esta supuesta prescindencia en el tema Malvinas. Prescindencia
decimos que no es tal porque uno de los objetivos centrales de la
ocupación británica es la tremenda base militar que hay en las Malvinas y
la otra base que hay en las Georgias y Sandwich del Sur, que son dos
bases británicas, pero que en definitiva son dos bases de la OTAN, que
consumen el 7% del presupuesto total de la OTAN, y en última instancia
son también bases militares de Estados Unidos, en una zona estratégica
del Atlántico Sur .O sea que Estados unidos no va a dar pasos ni en un
sentido ni en el otro, porque si diera pasos en hacer explícito este
vinculo con Gran Bretaña y en desestimar el reclamo de la Argentina, se
pelearía o enajenaría más con el esto de los treinta y tres países
latinoamericanos que vienen refrendando en los últimos años y cada vez
más enfáticamente la posición argentina.
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