La puja Obama-Romney y el futuro de América Latina
Por Leandro Morgenfeld (Marcha)
El martes de 6 de noviembre se define la carrera hacia la Casa Blanca. El duelo entre Barack Obama y Mitt Romney no está definido. ¿Qué rol juega América Latina en la campaña presidencial? ¿Qué le espera a la región si Obama es reelecto? ¿Y si Romney lograr revertir lo que hasta semanas era un resultado seguro?
El martes de 6 de noviembre se define la carrera hacia la Casa Blanca. El duelo entre Barack Obama y Mitt Romney no está definido. ¿Qué rol juega América Latina en la campaña presidencial? ¿Qué le espera a la región si Obama es reelecto? ¿Y si Romney lograr revertir lo que hasta semanas era un resultado seguro?
En 2008 había en América Latina una gran atención hacia las
elecciones presidenciales estadounidenses. Llegaba el fin de la era
Bush, con sus "guerras preventivas" (Afganistán, Irak), el apoyo al
golpe de 2002 contra Hugo Chávez, la lucha contra el "terrorismo", el
ALCA, la cárcel ilegal de Guantánamo y otras aberraciones de sus dos
mandatos. Barack Obama, con un discurso a favor del cambio ("Yes, we
can" era el lema de su campaña) se impuso como el primer presidente
afroamericano de la historia estadounidense. Había votado contra la
invasión a Irak, prometía revertir la crisis económica iniciada en 2008 y
terminar con el gobierno de los lobbistas en Washington. Además,
insinuó que se iniciaría una nueva relación con Cuba, aflojando el
bloqueo económico que llevaba casi medio siglo, y prometió cerrar la
cárcel ilegal ubicada en la base de Guantánamo, donde se tortura y se
violan derechos humanos básicos de cientos de presos, en muchos casos
sin causas comprobables. Ni bien asumió, Obama firmó una orden ejecutiva
para cerrar esa cárcel en el plazo máximo de un año. Tres meses
después, en la V Cumbre de las Américas (Trinidad y Tobago, abril de
2009) planteó la necesidad de iniciar una nueva relación con la región,
basada en la igualdad.
Casi cuatro años después, el balance para quienes se habían
ilusionado en el cambio en la relación con América Latina es
decepcionante. Como ocurre históricamente desde la posguerra, existe,
más allá de ciertos matices, un consenso bipartidista entre demócratas y
republicanos en la relación con su "patio trasero". Obama dio amparo al
golpe contra Zelaya en Honduras (junio de 2009), mantuvo la IV Flota
del Comando Sur (reimplantada por Bush en 2008), aumentó la presencia de
bases militares (hay más de 70 en la región), continuó con las
criticadas políticas de "combate al narcotráfico" (excusa para la
penetración militar estadounidense, con un saldo trágico de decenas de
miles de muertos) y aumentó la presión contra el "eje bolivariano". En
materia económica, no hubo concesiones a la región, y se mantuvieron los
mecanismos proteccionistas para-arancelarios que afectan a países
exportadores de bienes agropecuarios, como Argentina.
A tres semanas de las elecciones, el resultado es cerrado (pese a las
brutales declaraciones de Romney, la economía de Estados Unidos no
termina de despegar, lo cual compromete las chances electorales del
demócrata) y el voto latino tendrá un peso importante. Hay casi 24
millones de hispanos habilitados para votar el 6 de noviembre (11% del
padrón), frente a los 20 millones que había en 2008. Los latinos se han
transformado en la primera minoría, superando a los afroamericanos, lo
cual hace que la problemática a ellos asociada (políticas de
inmigración, precarización laboral, relación con América Latina) sea un
tema recurrente de los candidatos en campaña. Obama, la primera semana
de octubre, hasta se animó a grabar un spot hablando en
español. Florida, uno de los Estados que define la elección, tiene una
población mayoritariamente latina. Si bien hasta el primer debate
presidencial Obama tenía una intención de voto del 70% entre los
hispanos, ésta se redujo en algunos puntos hacia mediados del mes, según
las últimas encuestas. En este Estado, crucial para las chances de
ambos candidatos, el 51% de los latinos apoyan a Obama, contra el 49%
que se inclinan por Romney. Esto se debe al peso de la comunidad de
emigrados cubanos, fuertemente anti-castristas e ideológicamente más
afines a Romney.
Como Eisenhower (1952) y Nixon (1968) hicieron con sus antecesores
demócratas, el candidato del Partido Republicano criticó la "pasividad"
de Obama (el abandono del "patio trasero") y su falta de liderazgo en el
continente, lo que habría permitido a Chávez lograr su reelección y al
eje boliviariano avanzar en su conjunto. China ya es el principal
financista, inversor y socio comercial en varios países de la región y
Rusia, tras un acuerdo con Venezuela, realizó ejercicios militares por
primera vez en el Caribe. Además de su discurso anti-inmigrantes con un
sesgo racista (con cierta aceptación debido al alto desempleo), Romney
prometió nuevos acuerdos de libre comercio para alejar a la región la
influencia de Castro, Chávez, Morales, Correa y Ortega. La respuesta de
la campaña de Obama es que el liderazgo de Estados Unidos está en alza y
que Obama firmó dos tratados de libre comercio (con Colombia y Panamá).
Además, destacan que las exportaciones hacia el resto de América
crecieron en más de un 50% durante la gestión del demócrata. Por último,
resaltan que el nivel de aprobación de Estados Unidos en América subió
de 58% a 72% desde que asumió Obama, lo cual demostraría que ha
defendido positivamente los valores estadounidenses en la región.
Más allá de los cruces de campaña por las políticas hacia la región,
lo cierto es que, en general, los dos partidos garantes del sistema no
abordan una serie de temas vitales para la región: el intervencionismo
estadounidense en los asuntos internos de los países latinoamericanos,
la represión de las luchas sociales con la excusa del combate contra el
terrorismo y el narcotráfico (Washington promovió leyes
"anti-terroristas" en varios países de la región), la prohibición de
desarrollo de tecnología nuclear (cuando Estados Unidos posee el mayor
arsenal mundial de armamento nuclear), el masivo espionaje que
desarrolla la CIA y el Pentágono dentro y fuera de Estados Unidos con la
excusa de la "seguridad nacional", el avance de las multinacionales
estadounidenses sobre recursos naturales estratégicos y la consecuente
profundización de las desigualdades sociales, la explotación, la pobreza
y la miseria que afectan a América Latina. Promoviendo los tratados de
libre comercio bilaterales (estrategia al capital más estadounidenses
más concentrado), Obama y Romney demuestran que confunden el remedio con
la enfermedad.
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