jueves, 20 de septiembre de 2012

Reseña "Argentina-Brasil"




Revista Memorias, Universidad del Norte, Colombia, 
Año 9, Número 17, julio-diciembre 2012


Rapoport, Mario y Madrid, Eduardo: Argentina-Brasil. De rivales a aliados. Política, economía y relaciones bilaterales, Bs. As., Capital Intelectual, octubre 2011. 356 páginas.

Leandro Morgenfeld

Toda América Latina mira hacia Brasil. El país que más tardíamente se convirtió en república y abolió la esclavitud. El extenso territorio de lengua extraña para los hispano-parlantes. El prodigio del fútbol y la exquisita música. La nación de la histórica pobreza extrema, el analfabetismo y la exclusión. Hoy, incluso con muchas características estructurales perviviendo, la imagen es otra. Brasil es una potencia, o aspira a serlo. Será el anfitrión de la próxima Copa del Mundo y, por primera vez, de los Juegos Olímpicos. Conformó con China, la India, Rusia y Sudáfrica el grupo BRICS. Aspira a lograr un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los intelectuales argentinos no escapan a la fascinación regional (y mundial) que ejerce el coloso del sur. El fenómeno de Brasil, y los caminos divergentes con Argentina, son materia de análisis de esta obra. Recurrir a la historia es fundamental para comprender a las dos naciones que marcaron la historia del Cono Sur. En este libro, Mario Rapoport y Eduardo Madrid se abocan a esa tarea. Trazar una genealogía de ambos países, comparar sus derroteros, analizar las relaciones bilaterales, cómo pasaron de ser rivales a aliados. ¿Cómo explicar que Argentina relegó su supremacía en el Cono Sur? ¿Por qué Brasil se transformó en una potencia regional, que exporta capitales hacia el resto de la región? ¿Qué tensiones existen en el Mercosur, la UNASUR y las otras instancias de integración regional? ¿Por qué Brasilia precisa a Buenos Aires para reafirmar sus pretensiones globales?
            Rapoport y Madrid abordaron, entre otros, estos interrogantes. Ambos vienen hace años investigando y problematizando sobre la relación Argentina-Brasil, ya sea en el marco de la Asociación Latinoamericana de Historia de las Relaciones Internacionales o en encuentros académicos bilaterales. No es casual que el prólogo del libro lo haya escrito Amado Luiz Cervo ya que ambos autores tienen una larga y estrecha relación con éste y otros académicos brasileros, como Luiz Alberto Moniz Bandeira y Samuel Pinheiro Guimarães. Madrid publicó Argentina-Brasil: La suma del sur y Rapoport Argentina y Brasil en el Mercosur, entre muchísimas otras obras dedicadas a los dos grandes del Cono Sur.
            Este libro presenta una estructura interesante. En el primer capítulo se analizan y comparan la formación de los Estados nacionales en ambos países, el derrotero de sus políticas exteriores y el vínculo específico que establecieron con Estados Unidos. Luego se analiza la relación Buenos Aires-Brasilia, hasta llegar al período más reciente de las presidencias de Lula Da Silva y Néstor Kirchner.
            El segundo capítulo presenta un estudio comparativo de la historia de las políticas económicas nacionales. Analiza también las relaciones triangulares establecidas con Londres y Washington. Y, finalmente, aborda los distintos procesos de industrialización y la problemática del endeudamiento externo, vinculado a los cambios políticos y la heterodoxia económica.
            El tercer y último capítulo se centra en la historia de los procesos de integración. Desde las lejanas tensiones entre regionalismo y panamericanismo hasta el proceso de gestación y desarrollo del Mercosur. Por último, se analiza el fenómeno de la proyección de las empresas brasileras (las trans-latinas) y la integración reciente en torno a la Unasur.
            En las conclusiones, se plantea la necesidad de reconducir la alianza estratégica entre Argentina y Brasil. El libro destaca cómo se estrecharon las relaciones bilaterales en las últimas dos décadas, luego de un siglo en el que primaron las rivalidades y recelos con fugaces acercamientos de escasa duración. El Mercosur es considerado por los autores como un hito fundamental en la integración del Cono Sur, que transformó a estos países en socios, y en potenciales conductores de un esquema más ambicioso, en torno a la Unasur, que reúne a doce países de la región. En esa línea, ambos países "...necesitan construir, de manera activa, una visión común del escenario internacional, una percepción razonable de sus posibilidades de acción y un sistema que promueva cierto equilibrio de costos y beneficios entre ambos" (p. 335). La idea de una alianza estrategia debería contemplar, según Rapoport y Madrid, tres cuestiones: los desequilibrios de poder (diferente dimensión de las economías), el empeño de los gobiernos y sus líderes para superar las desconfianzas y la situación actual del Mercosur, afectado por la disparidad marcada entre los miembros y la escasa institucionalización. Recuperan la noción de la integración productiva. Señalan que es preciso adoptar una política industrial común, para morigerar la asimetría actualmente existente y para saldar los desequilibrios comerciales y las diferencias en las políticas macroeconómicas de los últimos años. 
            Rapoport y Madrid destacan las ventajas que tendría la alianza estratégica argentino-brasilera: la suma de sus poblaciones (232 millones de habitantes) es similar a la de los países del euro (330 millones) o la de Estados Unidos (308 millones); ambos PBI sumados equivalen a la sexta parte del de la zona euro y la novena parte del estadounidense. Esta alianza permitiría, a través del impulso de la Unasur, el establecimiento de la región como un interlocutor internacional de peso. Más que una elección, argumentan, la confluencia regional es una necesidad.
            Lo más interesante del libro es que invita a seguir indagando tanto en la relación bilateral, como en los estudios comparativos, que pueden echar más luz sobre algunas nociones que se discuten en el Cono Sur: la creciente brecha entre las economías de Brasil y Argentina (a pesar de haber desplegado en los últimos años una política económica más liberal y ortodoxa que la argentina, se afianzó su clase dominante); la incidencia de las diferencias estructurales en estas trayectorias disímiles (población cinco veces mayor, recursos naturales más diversos y cuantiosos, territorio cuatro veces más extenso); la debilidad de la industrialización argentina por el peso del lobby agropecuario (que habría inhibido una profundización de la misma); la debilidad de la burguesía industrial argentina por la mayor conflictividad social, derivada del peso histórico del movimiento obrero (a diferencia de Brasil, que no registra grandes rebeliones); la mayor estabilidad de la clase dominante en Brasil, que permitió un desarrollo más continuo; la herencia cultural rentística de la burguesía criolla; o el carácter ineficaz de la burocracia estatal argentina. Estas hipótesis, indagadas por diversos analistas en los últimos años, podrían combinarse e investigarse para ahondar en un estudio comparativo de ambos países.

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