Solito
Periódico Marcha
Federico Franco habló ayer ante la
asamblea de las Naciones Unidas y se quejó del aislamiento
internacional. Denostó a Chávez y a los países vecinos, pero vuelve sin
la legitimidad esperada.
El presidente de facto de Paraguay,
Federico Franco, habló ayer ante la 67° Asamblea General de las Naciones
Unidas (ONU) donde se quejó del “aislamiento” provocado por las
decisiones de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Mercado
Común del Sur (Mercosur) de excluir su país tras el golpe de Estado que
destituyó al presidente electo Fernando Lugo en junio pasado.
“Paraguay se encuentra en una difícil
situación internacional creada por sus vecinos integrantes del Mercosur y
de la Unasur”, aseguró Franco. “Paraguay jamás aceptará la intervención
en sus asuntos internos por parte de potencias extranjeras. Seguiremos
construyendo nuestra democracia de acuerdo con la voluntad del pueblo
paraguayo, ejercida soberanamente a través de sus instituciones
libremente electas. Los países vecinos vieron que Paraguay era un
escollo y encontraron la solución, nos marginaron en forma ilegal e
ilegítima”, agregó.
El viaje a Nueva York había sido tomado
por la delegación diplomática paraguaya como un 'último intento' de
legitimarse a nivel internacional luego de los fracasos que se
sucedieron tras la decisión de los organismos multilaterales del cono
sur de suspender los derechos políticos de ese país en esos foros.
“Vamos a vender al país a nivel internacional”, aseguró Franco al
emprender el viaje hacia EEUU. Argentina, Brasil y Uruguay argumentaron
que no reincorporarán al país guaraní hasta que no se haya restablecido
el orden democrático. A partir de allí, las relaciones internacionales
del Paraguay se vieron fuertemente afectadas.
El último episodio fue con España. El
mandatario ibérico, Mariano Rajoy, decidió no invitar a Franco a la
Cumbre Iberoamericana en la ciudad española de Cádiz prevista para
noviembre por presión de Argentina y Brasil, que amenazaron con no
participar si se extendía invitación al gobierno de facto. Rajoy, quien a
su vez está siendo cuestionado en su país por el paquetazo neoliberal
que impulsa su gobierno, prefirió acercarse a las dos principales
economías de Sudamérica y aceptó pedir disculpas públicas por no invitar
al gobierno de Asunción. Lo hará justamente en la apertura de la cumbre
de Cádiz, según adelantó el canciller paraguayo, Fernández
Estigarribia. En un encuentro privado entre Rajoy y Franco, el español
habría invitado a su par a visitar Madrid a principio de 2013. Según
Estigarribia, Rajoy habría calificado de “inviable” un posible acuerdo
comercial entre la Unión Europea y el Mercosur debido a la situación que
vive Paraguay en el bloque.
Poco antes de hablar ante la asamblea de
la ONU, Franco concedió una entrevista al canal norteamericano CNN donde
fue muy duro con los países latinoamericanos, especialmente con el
presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chavez. “Sea
cual fuere el signo político que gobierne a partir del 15 de agosto de
2013, las cosas no van a cambiar. Mi país no puede tener relaciones con
Hugo Chávez”, fustigó Franco. El parlamento paraguayo, aún habiendo sido
suspendido del Mercosur, hizo llegar a los miembros del bloque una
protesta contra la incorporación de Venezuela al mercado común,
oficializada luego del alejamiento de Asunción. El presidente de facto
denunció que cuadros del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) habrían
sido formados en Venezuela para combatir luego en su país. “Jóvenes
paraguayos fueron formados allí no precisamente para trabajar y
producir, sino para el secuestro y la muerte”.
Los únicos presidentes que concedieron
reuniones bilaterales a Paraguay durante su estadía en Nueva York fueron
los de Guatemala, Otto Pérez Molina, y Panamá, Ricardo Martinelli. En
los salones de la sede de la ONU, Franco hizo de todo para acercarse a
otros mandatarios, y hasta logró estrechar la mano del presidente de los
Estados Unidos, Barack Obama, y sacarse una foto con Bill Clinton que
hizo circular por los principales medios afines en su país.
Mientras Franco daba su discurso en la
ONU, afuera del edificio varios grupos de paraguayos y estadounidenses
se manifestaron en repudio a la presencia del presidente de facto.
“Franco Golpista” decían los carteles que llevaban detrás de las vallas
en la entrada. Muchos neoyorkinos se sumaron para repudiar la liberación
indiscriminada de semillas transgénicas comenzada tras el golpe de
Estado y que permite a empresas multinacionales con sede en EEUU,
principalmente Monsanto, penetrar la economía paraguaya en detrimento de
pequeños campesinos y pueblos originarios.
Al final de la gira, Franco parece volver
con muy poco en mano. La legitimidad que fue a buscar a la ONU no
llegó, y Paraguay parece quedar cada vez más aislado desde el punto de
vista internacional, a no ser por las grandes empresas de agrotóxicos y
semillas genéticamente modificadas.
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