La
estrategia de Guillermo Moreno de restringir las importaciones causa
numerosos problemas comerciales con varios socios, incluido Brasil, el
más importante de todos. Y también es un fuerte freno a la inversión y a
aumentos futuros de la producción y las exportaciones, ya que entre las
compras al exterior que más cayeron están las de maquinaria y equipos.
Pero hay al menos un país al que la estrategia argentina no sólo parece
no perjudicarlo, sino que además le ha causado enormes beneficios:
Estados Unidos.
En los primeros seis meses de 2012, según las
estadísticas del Bureau of the Census norteamericano, las ventas de ese
país a la Argentina aumentaron 13,4% respecto del mismo período de 2011.
De la otra parte, la mayor economía del mundo le compró a la Argentina
hasta junio 1,7% menos que en el primer semestre del año anterior. En
consecuencia, el superávit comercial norteamericano creció 27,7%. ¿Las
causas? La Argentina enfrenta problemas para exportar por su evidente
atraso cambiario, pero además este año perdió preferencias arancelarias
con Estados Unidos a causa de sus políticas proteccionistas.
El aumento de las importaciones desde aquel país tiene
una explicación, que la ofrece el Indec: mayores necesidades de
combustibles.
El esquema es preocupante. Como no produce suficientes
hidrocarburos, la Argentina tiene un déficit creciente en ese sector.
Para lograr las divisas que paguen la factura energética y eviten un
racionamiento con serias consecuencias políticas se dejan de importar
equipos, por ejemplo, de Brasil, que servirían para aumentar la
producción. Y se le compra petróleo crudo a EE.UU.. Parece un círculo
vicioso.
En los primeros seis meses las compras de la Argentina
al resto del mundo (US$ 32.311 millones) cayeron en total 6%. Pero las
realizadas al mayor socio del Mercosur retrocedieron 16%. Las
exportaciones (US$ 39.647 millones) cayeron 1% en el total y 1,7% con
Estados Unidos. Pero con Brasil la retracción fue del 8 por ciento.
En los primeros seis meses de 2011 el saldo favorable
para EE.UU. en su intercambio con la Argentina fue de US$ 2370,5
millones y trepó a 5415,4 millones hasta diciembre. Al ritmo actual, el
déficit este año podría superar los US$ 6000 millones, ya que en los
primeros seis meses se acumularon US$ 3027,1 millones.
La oficina de estadísticas norteamericana no difundió
aún los datos de julio, pero el Indec ya reconoció que en ese mes las
ventas argentinas al Nafta cayeron 20%. Entre las bajas más
significativas se encuentran las de "manufacturas de origen industrial,
en particular los envíos de tubos sin costura a Estados Unidos. Las
importaciones desde este bloque crecieron 11% con respecto a julio del
año anterior. El uso económico que registró mayores adquisiciones fue
combustibles y lubricantes (fuel oil de Estados Unidos)".
El Gobierno ha apuntado los cañones en dirección a
otras importaciones, como cuando denunció el acuerdo de intercambio de
automotores con México, diciendo que generaba un rojo comercial excesivo
para la Argentina. El acuerdo no ha sido renegociado, y las terminales
locales intentan una salida. La paralización del intercambio puede
causar serios daños a algunas. Es evidente, según las cifras oficiales
norteamericanas y argentinas, que el verdadero problema está en otro
lado.
Tapar la profunda crisis energética que convirtió al
país en un importador crónico está perjudicando la relación comercial
con un socio estratégico, como Brasil.
Con los Estados Unidos se da para la Argentina una
situación desventajosa, que Cristina Kirchner dijo que sufriría España.
Cuando Mariano Rajoy respondió a la confiscación de YPF subiendo
aranceles al biodiésel argentino, la Presidenta advirtió: "Entonces, lo
van a tener que pagar más caro". Pero ahora el que sufre es el Gobierno.
Le vende menos productos industriales y de valor agregado a Estados
Unidos, aunque había dicho que las sanciones de Washington no
importaban, y no tiene más remedio que comprarle más fuel oil.
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