El Mercosur se politiza en clave venezolana
Por Jorge Castro (Clarín)
El ingreso de Venezuela al Mercosur es un acontecimiento esencialmente político, no económico ni comercial. El Mercosur es un doble sistema de instituciones, uno sobrepuesto al otro
. Por un lado, es una zona de libre comercio, en la que los países
miembros pueden ingresar sus productos al mercado de los otros con
arancel cero. Por otro, es una unión aduanera con arancel externo común
hacia terceros países.
Desde octubre del año pasado, la Argentina
(segundo país de la región en relación al producto y la población) ha
establecido el control de cambios, y como subproducto, el control de las importaciones, con el objetivo de frenar la salida de capitales
, que ese mes alcanzó un pico, al fugarse U$S 3.400 millones, con una
pérdida acumulada de reservas de U$S 7.400 millones entre julio y
noviembre de 2011. El resultado fue que se frenaron las importaciones de
todos los países del mundo al mercado argentino, incluyendo a las de
Brasil, principal socio del Mercosur. En ese momento dejó de funcionar -dejó de existir- el Mercosur como zona de libre comercio
. También se ha quebrado el arancel externo común frente a terceros
países, al establecerse un sistema de aranceles infinitos, cuya magnitud
y extensión se fija según lo que sea necesario para prohibir el acceso de productos extranjeros al mercado argentino.
Lo
que queda en pie del Mercosur es una alianza político-estratégica,
centrada en el vínculo entre Brasil y la Argentina, con eje en el
liderazgo y la hegemonía brasileña.
Para Brasil, la incorporación
de Venezuela es una victoria política, cuando el régimen de Caracas ha
ingresado en una etapa forzosa de transición, por el carácter
irreemplazable de Hugo Chávez en el sistema político venezolano.
Brasil
tiene escaso interés en los aspectos económicos y comerciales del
Mercosur. Sus exportaciones a la Argentina ascendieron en julio a 7,5%
del total de sus ventas externas, una leve disminución respecto al
promedio de los últimos 5 años (8,5%).
El interés de Brasil por la Argentina/Mercosur es primordialmente político-estratégico, no económico ni comercial
. Por eso los reclamos brasileños por los frenos argentinos a sus
exportaciones se limitan al empresariado paulista (FIESP) y a los
ministerios ligados a él, mientras que el gobierno de Brasilia, y en
especial Itamaraty, se concentran en el ejercicio de lo que denominan
“paciencia estratégica”, que presupone, eufemísticamente, la prioridad
del vínculo geopolítico.
Lo mismo sucede, a escala menor, con
Venezuela. La política exterior de Caracas puede haber girado al Sur,
pero su inserción internacional (camino de doble vía por el que
transcurren el comercio y las inversiones) sigue anclada firmemente en el Norte (EE.UU.) y en el Oeste (Colombia)
. El petróleo representa más de 90% de las exportaciones venezolanas y
más de 3/4 partes se venden en EE.UU. Una de las características del
crudo venezolano es su extrema densidad, que requiere para su colocación
en el mercado estadounidense un arduo y complejo proceso de
destilación, sólo factible de realizar en destilerías especializadas de
EE.UU., muchas de ellas propiedad de PDVSA. Por eso el vínculo entre los dos países tiene un carácter de dependencia estructural.
Los
protagonistas de la política mundial no son hoy los países aislados, ni
tampoco las regiones, como espacios geográficos dotados de ciertos
recursos (proteínicos, mineros, energéticos). De igual modo, hoy no se deduce el poderío geopolítico de la magnitud de la población, ni de la importancia cuantitativa del producto.
La razón es que la política mundial es un sistema de flujos, no de stocks: se ha desterritorializado.
Hoy el tríptico del poder se formula así: producción/productividad
/poderío. De ahí que sólo los actores globales -que ejercen los flujos
de la globalización- sean los protagonistas de la política mundial.
Brasil es el único de América del Sur.
No hay comentarios:
Publicar un comentario