El último número de la Revista América XXI está dedicado al análisis de la situación en Paraguay tras la destitución de Lugo:
Estados Unidos trata de recuperar un enclave en Suramérica
Estados Unidos trata de recuperar un enclave en Suramérica
Avanzada:
con el apoyo del Partido Colorado y otras expresiones de la derecha
local, Estados Unidos produjo un golpe en el corazón de Unasur, donde
pierde terreno desde comienzos del siglo XXI. Las nuevas autoridades,
así como otras voces del poder real, no demoraron en declarar su
intención de establecer un tratado de libre comercio con la Casa Blanca,
a la vez que sostuvieron la necesidad de que Washington reactive la
base militar en Mariscal Estigarribia, instale allí aviones F-118 y cree
nuevas bases militares en el Chaco paraguayo. La resistencia popular ya
comenzó y queda planteada la batalla electoral de abril próximo en la
medida en que el nuevo gobierno cumpla con los plazos constitucionales.
Con la celeridad y precisión de una operación
largamente preparada, bajo la forma de un juicio parlamentario el 22 de
junio fue depuesto Fernando Lugo de la presidencia de Paraguay. Lugo
admitió inicialmente la destitución. Su lugar lo ocupó Federico Franco,
hasta ese momento vicepresidente. En un amañado juicio político de menos
de 36 horas la suerte del ex obispo quedó sellada por 39 votos por la
condena y cuatro por la absolución en el Senado constituido en tribunal.
A los pocos minutos de la sentencia, la policía disparaba gases
lacrimógenos y balas de goma contra alrededor de siete mil personas que
se congregaban en las plazas del Congreso. Las fuerzas de seguridad
parecieron no reparar que entre la multitud había mujeres y niños. “Este
gobierno ilegítimo nace disparando contra la gente”, reclamaron los
manifestantes.
Días después, en entrevista con Radio Nacional de Argentina respecto
de la eventual injerencia del Departamento de Estado estadounidense para
derrocarlo, Lugo respondió: “Los países que nos enviaron su solidaridad
están señalando una gran injerencia de otros países. Hoy, el gobierno
que está instalado en Paraguay señala que no permitirá injerencias, pero
sin duda que en ningún lugar del mundo un golpe es genuinamente
nacional. Siempre hay insinuaciones o efectos de que está hecho con la
participación, o por lo menos la anuencia de países, no de la región
sino de un poquito más hacia el norte”.
Más directo fue Domingo Laíno, ex parlamentario y principal dirigente
del Partido Liberal Radical Auténtico, encabezado ahora por el
presidente de facto Federico Franco: “Pareciera que tanto Argentina como
Brasil no se dieron cuenta de que la estrategia del imperio es tener
como enclave a Paraguay, que le permite tirotear todo el proceso de
integración regional y debilitar las dos economías más fuertes de
América Latina. Lo que Washington no ha logrado con la medialuna
boliviana, ni con Honduras, ni con la militarización de las bases en
Colombia, ni con la desestabilización en Ecuador, ni con el golpe y
sabotaje en Venezuela, lo está logrando a través de Paraguay. Porque
Paraguay es un país pequeño, con ubicación estratégica, inmejorable en
el Cono Sur, con una histórica debilidad del Estado y una oligarquía
absolutamente medieval que en su afán de dominio sobre este territorio,
incluso por encima de su codicia, le hace el juego a las pretensiones
del Norte”.
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