El Mercosur está en arenas movedizas
Por Juan Gabriel Tokatlián
DIRECTOR del Departamento de Ciencia PolItica y Estudios Internacionales de la Universidad Di Tella
La decisión, que se hará efectiva en la próxima reunión del
Mercosur en Brasil, de que Venezuela se convierta en miembro pleno del
bloque adquiere significado político con la nueva modalidad de golpe
desplegada en Paraguay, aunque trasciende lo acontecido allí.
Más temprano que tarde habrá un contexto turbulento en Caracas
: ante el escenario del fallecimiento de Hugo Chávez, el potencial de
inestabilidad crecerá. Nada indica, hasta ahora, que aliados y
opositores internos hayan fijado “reglas” mínimas para una transición
incruenta. Todo hace prever que lo que acontezca contará con el interés y
la participación de varios actores externos tanto de la región como de
Estados Unidos. Muchos protagonistas claves, dentro y fuera de
Venezuela, saben que hay mucho en juego en el desenlace político en esa
nación.
La determinación de incorporar a Venezuela al Mercosur no tiene mucho que ver con el comercio, ni con una presunta compensación por la suspensión de Paraguay . El estancamiento económico del Mercosur
es palpable desde hace años y las tensiones derivadas de medidas
proteccionistas intra-grupo son evidentes en los últimos meses. Cuando
se reincorpore, si lo hace, Paraguay, se exacerbará un problema
preexistente y es que difícilmente un nuevo Congreso paraguayo (con
probable mayoría de derecha y centroderecha) ratifique el ingreso de
Venezuela al Mercosur.
En breve, el tema de Venezuela en Mercosur no es comercial ni diplomático; es geopolítico y estratégico.
Si por alguna razón existiese un clima golpista en la transición
venezolana, el problema para Sudamérica sería mayúsculo. Si se produjera
una ruptura del orden democrático y se instalara un gobierno que diera
reversa a todo lo hecho, las implicancias a lo largo y ancho de la
región serían notables.
De cierto modo, y salvando las diferencias obvias, sería la instalación de una segunda Guerra Fría ideológica en el continente.
Si la primera Guerra Fría multiplicó las fricciones internas e impidió
el surgimiento de potencias de envergadura en el área, una segunda
Guerra Fría sembrará nuevas tensiones y afectará la ambición de Brasil
de convertirse en un poder emergente. De allí el interés de que el
mensaje en Caracas, Washington y otras capitales resuene con claridad: producir y justificar una situación crítica y descontrolada en Venezuela sería afectar directamente los intereses de Mercosur.
Para
que este razonamiento sea verosímil, el caso de Venezuela requiere un
elemento fundamental ausente en Paraguay: Buenos Aires, Brasilia y
Montevideo deben desplegar una diplomacia activa, discreta y anticipada
que eluda el estallido de una crisis inmanejable. Ese es el tamaño del
desafío que se ha colocado el Mercosur con la incorporación plena de
Venezuela.
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