El mundo ha cambiado
ostensiblemente en las dos últimas décadas como hemos observado. Hace
20 años la coyuntura política en la que se celebró la “Cumbre de la
Tierra” era bastante distinta. Se dice que en Río de Janeiro tuvo lugar
la mayor reunión diplomática internacional de la Historia, atendiendo al
número de presidentes de Gobierno y Jefes de Estado reunidos. En la
cumbre de Rio+20 que se está celebrando ahora, no participarán ni Obama,
ni Merkel, ni Cameron, restando así importancia a la cumbre por parte
de tres de las potencias capitalistas más fuertes del planeta. Si
estarán presentes sin embargo en la reunión del G-20 que se dará este
fin de semana en México, lo cual evidencia las contradicciones del
capitalismo y la propia debilidad y crisis de las ONU y el desprecio
manifiesto de las grandes potencias hacia ella.
Dilma
Rousset, presidenta de Brasil y anfitriona del evento, reprochaba a la
UE y a EEUU que “la sostenibilidad no puede estar a merced de las
crisis”. Es decir, que no puede ligarse solamente con el crecimiento
económico. Hace 20 años G.Bush (padre) dejó claro en la Cumbre de la
Tierra que no venía a poner en cuestión el “american way of life”- modo
de vida americano-. Acudió, pero no firmó ni un sólo documento.
Esta
vez sin la presencia de Obama, ni de algunos de los máximos líderes
europeos, la “EconomíaVerde” defendida por la propia UE, puede quedar en
entredicho. En esta tesitura, en que los principales gobiernos del
mundo no están dispuestos a financiar, ni a firmar acuerdos vinculantes
para las nuevas y necesarias políticas ambientales globales (agua,
energía, biodiversidad, cambio climático, desertificación..) ¿en manos
de quién quiere dejar la ONU esta tarea? La respuesta no es difícil:
Bajo la responsabilidad de las corporaciones transnacionales, como ya
ocurrió en 2002 en la desastrosa cumbre de Johannesburgo.
Ya
en 1992, al acabar la Cumbre de la Tierra, Greenpeace colgó una gran
pancarta en el Pâo de Açúcar dónde a la Madre Tierra se le colocaba el
cartel “sold out-vendida”. para dejar constancia de que los mayores
responsables de la crisis socio-ecológica global, las empresas
multinacionales, no figuraban ni en los análisis, ni en los documentos
aprobados, siguiendo así sus actividades sin regulación, ni control por
parte de la ONU.
Ahora, 20 años más tarde, nos
hablan de Economía Verde y de Responsabilidad Social Corporativa pero
las actividades antisociales y anti-ecológicas de las transnacionales
siguen su curso, sin detenerse. La economía marrón y la verde se
retroalimentan. Por ello en la “Cupula dos Povos” -Cumbre de los
Pueblos- que se reúne a más de 40 kilómetros del fortificado Rio Centro
oficial, la asamblea de los movimientos sociales denuncia que la
democracia global es imposible con el secuestro y la cooptación de la
ONU por parte de las corporaciones capitalistas.
Tras
el escaparate conceptual de la “Economía Verde” se plantea una nueva
recuperación del capitalismo, esta vez, para tratar de introducir los
ciclos naturales de la vida en las dinámicas financieras y comerciales.
Con esta propuesta se trata de dar una vuelta de tuerca más a la
explotación de los ecosistemas y de la humanidad, usando su control de
las nuevas tecnologías, como arma principal. Trasngénicos, agrotóxiconbs
y agrocombustibles, las nanotecnologías, la biología sintética y la
conquista del espacio, la vida artificial, y la geoingeniería y la
propia energía nuclear son incluidas en su menú verde para superar la
crisis ambiental.
El insaciable y destructivo sistema
económico capitalista busca obtener nuevos “recursos” para su
crecimiento y acumulación y por ello pretende seguir introduciendo las
bases biológicas de la naturaleza ( agua, atmósfera, suelo, bosques,
alimentos,…) en la lógica de mercado y promover un nuevo proceso de
financiarización que llaman “economía verde. Nosotras decimos
“capitalismo imposible” pues el capitalismo verde es un oximorón.
La
crisis ecológica marca los límites del crecimiento que el sistema
capitalista no quiere ver. A nuestro entender en el terreno energético,
por ejemplo, la cuestión no es sólo, si YPF lo gestiona Repsol o el
gobierno argentino. El asunto es hasta cuando se puede mantener la
extracción creciente de energías fósiles y quien pierde y quien gana en
este sistema energético injusto y despilfarrador. Los mapuches no tienen
dudas y nosotras estamos con los mapuches y con gente que en Alava,
Burgos, Cantabria, en La Rioja y en muchos otros territorios dicen NO a
la amenaza del fracking. Y en Muskiz, en Puertollano, en el Campo de
Gibraltar o en Castejón, con aquellas personas y grupos que se
manifiestan contra las infraestructuras energéticas que minan su salud.
En
el Estado español dependemos altamente de combustibles fósiles
importados ¿Hasta cuando podemos mantener esta tendencia? ¿Cuándo vamos a
empezar la transición energética solar? Sin embargo optamos por cortar
las primas a las renovables, y seguir apoyando el insostenible carbón.
Nos
gustaria recordar a nuestros gobernantes las palabras de Leonardo Boff
en la inauguración de la Cumbre de los Pueblos: “La humanidad se
encuentra en una encrucijada. O nos encaminamos por la vía de la
solidaridad o conoceremos nuestra destrucción, el geocidio”. Decía que
el capitalismo verde trata de resolver la crisis financiera para poder
mantener sus tasas de beneficio y nosotras también queremos poner el
acento en la crisis socio-ambiental para poder hacer sostenible el
futuro de la humanidad . Eso es lo que está en juego en Rio+20.
Iñaki Bárcena es catedrático de la Universidad del País Vasco y miembro de Ekologistak Martxan
No hay comentarios:
Publicar un comentario