sábado, 16 de junio de 2012

Cumbre G20 en México en medio de crisis mundial

La Cumbre del G-20 en México: En el ojo de la tormenta





Al presidente de México Felipe Calderón no le queda ninguna esperanza de que  la crisis europea esté bajo control antes de presidir la Cumbre del G-20 el 18-19 de junio. Aunque la amenaza inmediata de una crisis económica ha disminuido, la continua incertidumbre en Grecia y la crisis creciente en España son los problemas más recientes que han empeorado la situación en la zona euro, dijo la Comisión Europea en su reporte semanal de la última semana de mayo. Como es usual, el reporte llamó a mantener la situación actual.
De hecho, varias tormentas se asoman en el horizonte, que sin duda nublarán la Cumbre en la estación turística de Los Cabos en el océano Pacífico en junio.
La tormenta económica
Aunque Grecia evadió estrechamente la suspensión de pagos, las dos rondas de medidas de austeridad han afectado a la clase media y pobre, al mismo tiempo que han fracasado en sacar a la economía de la zona de peligro. De hecho, las medidas de austeridad han instalado al país en una recesión profunda.
Comienza a parecer que España no está muy detrás. El ex-presidente Felipe González declaró que España estaba “al borde de una emergencia total”, principalmente debido a la crisis en el sector bancario. La Comisión Europea ofreció ayuda del fondo de rescate para la recapitalización de bancos, pero requerirá recortes en la financiación a las regiones autónomas y reformas financieras en corto, medidas de austeridad similares a aquéllas impuestas en Grecia por el triunvirato Fondo Monetario Internacional-Banco Central Europeo-Comisión Europea.
Además de causar extenso sufrimiento humano, las medidas de austeridad están comenzando a preocupar a las naciones afluentes por cómo disminuyen la demanda global. El G8 continúa a ser el líder en la economía global, por lo que vale la pena echar un vistazo de cerca a la declaración del 19 de mayo de 2012.
La Declaración Camp David se lee como un Consenso de Washington reciclado. Como tal,  es un mal presagio para cualquier solución innovadora que podría salir del G20. De acuerdo al G8, cada problema que enfrenta la economía global tiene la misma solución:  mayor comercio global y desregulación. Sin importar que la falta de regulación llevó a la crisis financiera en primer lugar, o que los patrones de crecimiento irresponsables nos dieron el calentamiento global, la respuesta sigue siendo más de lo mismo. El G8 apenas menciona el control de emisiones y en lugar propone un tratamiento nacional para las importaciones de equipo ambiental, despojando de manera efectiva a los países en vías de desarrollo de la posibilidad de construir sus propias industrias ecológicas. ¿Seguridad alimentaria? Usa fondos gubernamentales y políticas para impulsar la inversión privada. Lo mismo con la infraestructura. También hay, una vez más, un compromiso con la “responsabilidad fiscal” y con la “abstención de medidas proteccionistas”.
El debate dominó la reunión G8 en Camp David. El asunto que capturó a la prensa sobre la reunión G8 no fue, sin embargo, la completa capitulación en políticas económicas ortodoxas – la prensa ha olvidado el breve período en el que la regulación y el rol del Estado para proteger a los pobres fueron presentados como estrategias alternativas viables para manejar la crisis. En su lugar se enfocó en el debate Crecimiento vs Austeridad, en el cual la “austeridad” recibió un golpe, por lo menos de manera retórica. Obama, preocupado por el impacto de un recesión europea sobre la economía estadounidense, se postuló como el defensor del crecimiento, enfrentándose contra la canciller alemana Angela Merkel, en pro de la austeridad.
El nerviosismo sobre la crisis continua se reveló en el G8 como una descarga de acusaciones mutuas. El juego de culpabilidad está listo, una dinámica que hace poco si no es que nada para resolver los problemas presentes. Estados Unidos, Japón y otros países están diciendo que la Unión Europea se metió en el lío por sí sola, y por sí sola debe de salir de éste. De inmediato la Unión Europea refutó diciendo que los otros países deben tomar una mayor responsabilidad. Específicamente, la Unión Europea exigió que China permitiera la apreciación de su moneda y que Estados Unidos no subiera los impuestos de la población acaudalada. En una carta del líder de la Comisión Europea José Manuel Barroso y el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy referente a la agenda del G20, el cambio hacia una política de crecimiento es evidente.
Lo que es sorprendente en este debate es la falta de consideraciones humanas. Aunque la políticamente popular preocupación sobre el desempleo está presente, la discusión se enfoca más sobre cómo la gente seguirá consumiendo, en lugar de enfocarse en cómo podrían cubrir sus necesidades básicas. ¿Crecimiento para quién? ¿No debería ser la máxima prioridad asegurarse de que las familias más vulnerables sean atendidas? Incluso el lenguaje a favor de un aumento en el gasto gubernamental es para mantener el consumismo a la alza, no para crear redes de seguridad social. La discusión acerca de mantener a los trabajadores trabajando y productivos – un deber para cualquier economía saludable – se enfoca en cómo mantener el sistema financiero en auge, no en la producción y el sustento familiar.

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