El nuevo equilibrio de poder mundial, al desnudo en el G-20
El empuje de las potencias emergentes contrastó con las penurias de EE.UU. y la UE.
LOS
CABOS, México.- La escena en la cumbre del G-20 que acaba de concluir
en este balneario habría sido impensable hace una década: Cientos de
mandatarios reunidos en opulentos hoteles mexicanos con el propósito de
negociar un plan para salvar a Europa, mientras los líderes de Brasil y
China inyectan miles de millones de dólares al FMI para rescatar a
España y a Grecia.
Aunque la reunión no alcanzó una solución para la
crisis de la eurozona, sí esbozó el nuevo equilibrio de poder mundial.
Los países en desarrollo proyectaron optimismo y riqueza a lo largo de
los dos días de la cumbre, mientras que los líderes de Europa y Estados
Unidos luchaban sólo para mantener su solvencia.
Muchas cosas evidentemente cambiaron desde los 90,
cuando las economías asiáticas y latinoamericanas atravesaban agotadoras
recesiones mientras que los influyentes organismos financieros con sede
en Washington ordenaban el mismo tipo de recetas de austeridad que
ahora desatan protestas en las calles del Viejo Continente.
Incluso durante las recientes crisis económicas en
Estados Unidos y en Europa, China registró tasas de crecimiento anual
del 8%. Los países con un comercio en auge con el gigante asiático, como
la Argentina y Etiopía, también crecieron. La economía china superó a
Japón el año pasado para convertirse en la segunda del mundo, mientras
que Brasil superó a Gran Bretaña para ocupar el sexto lugar.
"Es una foto diferente y refleja el hecho de que las
economías en desarrollo son no sólo las de más amplio y rápido
crecimiento, sino que se encuentran entre las mayores economías del
mundo'', dijo Uri Dadush, director del programa de economía
internacional en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. "Es
evidente que ni los norteamericanos ni los europeos están en posición de
decir a las economías más grandes lo que deben hacer."
El presidente mexicano, Felipe Calderón, se refirió a
ese punto mientras hablaba con periodistas anteayer por la tarde, cuando
destacó las contribuciones del mundo en desarrollo al FMI para un
posible rescate europeo. Aunque estos países aún tienen menores niveles
de vida, sus economías están creciendo y muchos acumularon grandes
reservas de divisas.
Contraste
China prometió 43.000 millones de dólares al fondo,
mientras que India, México, Brasil y Rusia aportaron cada uno 10.000
millones. Estados Unidos, señaló Calderón, no ponía un solo centavo,
debido a "serias restricciones de carácter jurídico y político". En
otras palabras, desembolsar miles de millones de dólares para salvar a
Europa era imposible para los políticos norteamericanos, enfrentados en
un punto muerto, especialmente en un año electoral y en momentos en que
el país batalla con sus propios déficits presupuestarios, dijeron
analistas económicos.
El economista Phillip Swagel, ex funcionario del Tesoro
durante el gobierno de George W. Bush, dijo que el nuevo poder
económico de los países en desarrollo ya se traduce en una creciente
fuerza política.
De hecho, los Brics hicieron exigencias a Europa
durante la cumbre, al señalar que les deben dar un mayor papel en la
gobernanza del FMI si van a aportar miles de millones de dólares. Los
europeos encabezaron tradicionalmente el organismo desde que fue
fundado.
"Con sus recursos llega una voz más fuerte", dijo
Swagel. "Es un gran cambio. En otro tiempo les decíamos a los países
asiáticos lo que tenían que hacer.''
El cambio de poder era evidente en los pasillos con
aire acondicionado y agradables salones al aire libre del G-20, donde
mandatarios y periodistas se mezclaban.
Equipos de noticias de Etiopía y de China llenaban las
conferencias de prensa, mientras que los gobernantes de Brasil y de
Rusia eran los que más atención atraían. Con humildad, jefes de Estado
europeos se paraban frente a las cámaras de televisión para agradecer a
China por su ayuda al tiempo que prometían que sus países se
comportarían mejor.
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