viernes, 4 de mayo de 2012

Panamá 2015?




El ocaso de las Cumbres de las Américas
Leandro Morgenfeld

El domingo 15 de abril se clausuró la VI Cumbre de las Américas. ¿La última? ésta es la gran pregunta que debe abordarse. Estos encuentros de mandatarios americanos fueron impulsados por Washington desde 1994 para imponer el proyecto del ALCA. Fracasada ese iniciativa, en Mar del Plata (2005), los cónclaves trianuales se transformaron en un termómetro de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, cada vez más frías. Repasemos rápidamente qué nos dejó la Cumbre de Cartagena:

- Es la tercera consecutiva en la que no hay consenso ni declaración final.

- Es la cumbre a la que más jefes de estado faltaron (Correa, Chávez, Ortega y Martelly).

- Quedó claro que Washington ya no domina como antes: los tres temas principales de debate fueron planteados por los países latinoamericanos, a pesar de los deseos de la Casa Blanca.

- En dos temas prioritarios hubo consenso de 32 países: Cuba y Malvinas. Mientras los mandatarios latinoamericanos se pronunciaron por el fin del bloqueo y la exclusión de Cuba y por los reclamos argentinos de soberanía sobre las Islas, Estados Unidos y Canadá boicotearon la inclusión de estos tópicos en la declaración final.

- Se debatieron otros temas polémicos: lucha contra el narcotráfico (se planteó el fracaso de la "guerra a las drogas" impulsada hace cuatro décadas por Washington), políticas migratorias (se criticaron las duras políticas estadounidenses para combatir la inmigración latina), proteccionismo (barreras arancelarias y no arancelarias, como las que Estados Unidos utiliza para limitar algunas exportaciones agropecuarias de los países latinoamericanos).

- Santos, el anfitrión, se distanció de Uribe y se ofreció como un mediador en el tema Cuba, intentando emular a Frondizi, quien pretendió mediar entre Kennedy y Castro antes de la expulsión de La Habana del sistema interamericano, en enero de 1962.

- Estados Unidos y Colombia anunciaron la implementación de un TLC bilateral (negociado en 2008 por Uribe y Bush), siendo éste uno de los pocos logros concretos que Washington obtuvo en Cartagena, aunque fue al margen de la Cumbre.

            Los esfuerzos de la administraicón Obama para revertir la decepción latinoamericana frente a sus políticas hacia la región resultaron infructuosos. Ni siquiera el presidente colombiano, aliado estratégico en América del Sur, respondió a las expectativas de la Casa Blanca: en su discurso de apertura, le enrostró a su par estadounidense que eran anacrónicos el bloqueo y exclusión de Cuba de estas reuniones. En Cartagena, en síntesis, se puso de manifiesto la relativa pérdida de influencia estadounidense, tanto desde el punto de vista económico como político. Tras la reunión de Trinidad y Tobago, en 2009, se profundizó una integración latinoamericana alternativa, en torno a la UNASUR y la CELAC, una suerte de "OEA sin Estados Unidos". Allí, los 33 países de América Latina y el Caribe iniciaron la construcción de la ansiada integración regional. Y empezaron a desarrollar una agenda propia.
            Si en 2005 se enterró el ALCA, en Mar del Plata, seguramente podrá decirse en el futuro que Cartagena fue al tumba de las Cumbres de las Américas. Los países del ALBA ya lo dijeron explícitamente: si Cuba no es invitada, no volverán a participar. Argentina y Brasil también se expresaron en un sentido similar. Salvo que Estados Unidos cambie su política hacia La Habana, lo cual no es algo esperable en el corto plazo, seguramente la Cumbre de Panamá, prevista para 2015, nunca llegue a concretarse. La desaparición de estas cumbres será otra muestra del menguante poder estadounidense en lo que antaño consideraban su "patio trasero". Tras el esperado ocaso, llegará la hora de construir y profundizar una integración latinoamericana, que retome el legado bolivariano, dos siglos después.

 

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