Mayo de 2012
La soberanía territorial y política está en cuestión en América Latina y El Caribe. Sin contar con Puerto Rico, el Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (MoPPaSSol) ha contabilizado 47 bases extranjeras en Abya Yala. Una alerta necesaria sobre la militarización de la región.
Como introducción a este resumen informativo queremos dejar establecido que este es el punto al que hemos llegado en la investigación iniciada hace dos años con la mira puesta en la necesidad de disponer de datos fehacientes en los que sustentar la campaña contra las bases militares extranjeras en la región cuyo lanzamiento tuvo lugar en enero de 2010.
Todos los datos consignados se apoyan en fuentes concretas de distinto tipo. En algunos casos hemos recibido información de organizaciones y/o investigadores de varios países. Anotamos también informaciones incompletas, pero en el recuento final sobre el número de bases sólo contabilizamos aquellas sobre las cuales hay suficientes elementos para probar su existencia. Desde que comenzamos este seguimiento el número de enclaves militares extranjeros abiertos o encubiertos, se ha multiplicado y continúa creciendo.
Cuando hablamos de bases militares extranjeras nos referimos a las bases de varios países de la OTAN y no solamente a las de Estados Unidos.
Otra aclaración es necesaria: no todas las bases tienen un tamaño similar, algunas son muy pequeñas y otras de gran extensión; unas son bases militares de las fuerzas armadas del país sede, las cuales, por convenio o de facto, son utilizadas por las potencias de la OTAN. Pero todas forman parte de un mismo entramado bélico capitaneado por Estados Unidos. En ciertos casos no alojan en forma permanente ni un solo soldado extranjero.
La presencia militar extranjera presenta formas muy variadas. Por ejemplo, la militarización de la lucha antidroga en México o Guatemala. Por otra parte, estamos iniciando un estudio acerca de las maniobras militares conjuntas que se realizan con participación de EEUU en territorio continental o incluso en alta mar en unidades de la IV Flota (por ejemplo las maniobras “gringo-gaucho”).
Falta mucho por investigar. Sin embargo el resumen que anotamos aquí ofrece suficientes razones para inquietarse y actuar contra esta forma de guerra preventiva que supone un enorme peligro para un continente latinoamericano y caribeño que esperamos continúe avanzando en unidad e integración regional para asegurar la paz y la cooperación y no la confrontación entre los países.
La soberanía territorial y política está en cuestión en América Latina y El Caribe. Sin contar con Puerto Rico, el Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (MoPPaSSol) ha contabilizado 47 bases extranjeras en Abya Yala. Una alerta necesaria sobre la militarización de la región.
Como introducción a este resumen informativo queremos dejar establecido que este es el punto al que hemos llegado en la investigación iniciada hace dos años con la mira puesta en la necesidad de disponer de datos fehacientes en los que sustentar la campaña contra las bases militares extranjeras en la región cuyo lanzamiento tuvo lugar en enero de 2010.
Todos los datos consignados se apoyan en fuentes concretas de distinto tipo. En algunos casos hemos recibido información de organizaciones y/o investigadores de varios países. Anotamos también informaciones incompletas, pero en el recuento final sobre el número de bases sólo contabilizamos aquellas sobre las cuales hay suficientes elementos para probar su existencia. Desde que comenzamos este seguimiento el número de enclaves militares extranjeros abiertos o encubiertos, se ha multiplicado y continúa creciendo.
Cuando hablamos de bases militares extranjeras nos referimos a las bases de varios países de la OTAN y no solamente a las de Estados Unidos.
Otra aclaración es necesaria: no todas las bases tienen un tamaño similar, algunas son muy pequeñas y otras de gran extensión; unas son bases militares de las fuerzas armadas del país sede, las cuales, por convenio o de facto, son utilizadas por las potencias de la OTAN. Pero todas forman parte de un mismo entramado bélico capitaneado por Estados Unidos. En ciertos casos no alojan en forma permanente ni un solo soldado extranjero.
La presencia militar extranjera presenta formas muy variadas. Por ejemplo, la militarización de la lucha antidroga en México o Guatemala. Por otra parte, estamos iniciando un estudio acerca de las maniobras militares conjuntas que se realizan con participación de EEUU en territorio continental o incluso en alta mar en unidades de la IV Flota (por ejemplo las maniobras “gringo-gaucho”).
Falta mucho por investigar. Sin embargo el resumen que anotamos aquí ofrece suficientes razones para inquietarse y actuar contra esta forma de guerra preventiva que supone un enorme peligro para un continente latinoamericano y caribeño que esperamos continúe avanzando en unidad e integración regional para asegurar la paz y la cooperación y no la confrontación entre los países.
Colombia es el país con más pistas y centros usados por Estados Unidos
Argentina:
(2) en el archipiélago de Malvinas ocupado colonialmente por Gran
Bretaña, la Fortaleza de la OTAN en Mount Pleasant, Isla Soledad, cuya
pista mayor tiene una longitud de 2.600 metros. La actual dinamización
de la militarización en el Atlántico Sur posiciona a la Fortaleza
Malvinas como la fuerza más importante de la OTAN en esa región.
Existe
además un terreno autorizado para el uso de Estados Unidos por el
exgobernador de Tierra del Fuego, en la localidad de Tolhuin. Y en
febrero de 2012 se hace pública en Resistencia, Prov. del Chaco, la
instalación de un Centro Anticatástrofes y Ayuda Humanitaria, financiado
por el Comando Sur del Pentágono a inaugurarse en el Aeropuerto
Internacional de Resistencia.
El Centro dispone de un radar y
equipos de comunicación que habilitan a esta construcción como un centro
de control y espionaje al servicio de los proyectos imperiales
Su
instalación responde a un programa impulsado por la Junta
Interamericana de Defensa (JID) que incluye en sus planes la
coordinación e implementación de centros similares en otros países del
continente y ha sido objetado por el Gobierno nacional argentino que
cuestiona el papel de la JID en estos temas.
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