El siguiente comentario sobre Bajo el imperio del Capital (Claudio Katz), fue publicado en Realidad Económica, Número 266, febrero-marzo de 2022, pp. 171-176.
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
Katz, Claudio: Bajo
el imperio del capital, Buenos Aires, Luxemburg, diciembre
2011. 272 páginas.
El último libro
de Cladio Katz trata sobre el imperialismo. Lo debate, historiza, teoriza y lo
actualiza. Refiere al siglo XXI, a la época que denomina del imperio del
capital, pero se remonta a los orígenes del fenómeno clásico, aquel analizado originalmente
por Lenin, Kautsky, Luxemburgo, Hilferding y Hobson. Retoma a esos autores, los
hace discutir, los disecciona y, sin dogmatismos, discierne qué sirve y qué no
de cada uno de ellos. Pero la preocupación de Katz no se centra en saldar el
histórico debate sobre el imperialismo, sino en, desde una perspectiva
marxista, dilucidar si es válido hablar en la actualidad de imperialismo.
La obra está dividida en 15
capítulos. En el primero se contextualizan y jerarquizan los aportes leninistas
a la comprensión del fenómeno. Katz destaca que, en la tradición de izquierda,
justamente se olvida el contexto en el que escribió Lenin: la era del
militarismo y de las guerras inter-imperialistas. En el debate con sus
contemporáneos, fue clave la fractura de la socialdemocracia, entre quienes
apoyaron a las burguesías imperialistas de cada país y quienes se opusieron a
la guerra, entre ellos los bolcheviques. El acierto principal de Lenin fue
vincular el fenómeno de la expansión militar con el económico. Destacando esto,
Katz plantea una distinción entre las acertadas conclusiones políticas del
líder ruso y los cuestionables fundamentos económicos de su teoría.
En el segundo capítulo, Katz caracteriza
lo que considera como dos etapas cualitativamente diferentes: la posguerra y el
neoliberalismo. Ya aquí se distancia de quienes sostienen la pervivencia de la
"etapa superior del capitalismo".
En el tercer capítulo, se desarrolla
uno de los nudos del libro: el papel de Estados Unidos como gendarme
planetario, que incluye una situación de excepcionalidad y el triunfo del
americanismo, ideología dominante del imperio del capital.
Katz explica en el cuarto capítulo
cómo funciona la gestión colectiva y la asociación económica, no exenta de
jerarquías y desequilibrios permanentes de la tríada que conforman Estados
Unidos, Europa y Japón. Caracteriza a las guerras globales y hegemónicas,
cualitativamente distintas de las guerras inter-imperialistas del período
clásico. Analiza el proceso de asociación y mundialización, y cómo la
coordinación entre las principales potencias se produce en forma acotada y limitada.
En el quinto capítulo, el autor se
ocupa de los que no forman parte de la tríada: los potenciales desafiadores,
adversarios y aliados de la dominación encabezada por Estados Unidos. Se
analizan los procesos por los que se bloquea el ascenso de los adversarios, las
cooptaciones y las fracturas que se producen. El papel de China y Rusia es
clave en este punto.
En el sexto capítulo se analizan,
una por una, las áreas estratégicas para el imperio del capital, que permiten
comprender los conflictos de la actualidad: Irak, Palestina, América Latina y
África.
En el capítulo séptimo, se realiza
una mapeo de las interpretaciones convencionales del fenómeno del imperialismo.
Katz presenta una completa taxonomía entre los reivindicadores, los
propulsores, los justificadores, los críticos y los marxistas.
En el capítulo siguiente, el foco
está puesto en analizar los replanteos realizados específicamente desde el
marxismo, para resituar la centralidad de la competencia y la ley del valor,
criticar la tesis de la hegemonía del capital financiero o rentista, y constatar
la innovación tecnológica y la dinámica de los ciclos.
Katz discute, en el capítulo noveno,
la noción del imperialismo como etapa final del imperialismo, pero también
otras periodizaciones que se propusieron en torno al fenómeno. El énfasis debe
situarse, según él, en la crítica al capitalismo, y no a un estadio particular
del mismo, y en recuperar la primacía de lo político para evitar visiones
teleológicas que supongan un devenir prefijado.
En el capítulo siguiente, se analiza
cómo se producen y procesan las rivalidades. El autor matiza la posibilidad de
un resurgir de la confrontación inter-imperial, desmenuza una serie de
pronósticos y diagnósticos y observa el carácter atenuado y circunscripto de la
rivalidad.
El capítulo onceavo aborda uno de
los temas más de moda y candentes en la actualidad: la discusión sobre la
declinación de Estados Unidos. Señala que no debe subestimarse al gendarme y
que no puede ser analizado con los mismos parámetros del resto de los países,
tomando solamente variables como el comercio exterior o el endeudamiento. No
alcanza con señalar el creciente endeudamiento de Estados Unidos o su
desbalance comercial para probar la declinación americana.
El siguiente capítulo está dedicado
a analizar las posibles sucesiones hegemónicas, en particular la viabilidad de
un reemplazo europeo o asiático. Katz retoma los debates historiográficos y
propone la idea del imperio del capital, que da título a su obra.
El capítulo decimotercero está
dedicado a analizar al globalismo, destacando algunas percepciones acertadas de
esta corriente, pero una esencial confusión entre tendencias y procesos
consumados. Para Katz, de ninguna manera se ha constituido un Estado
transnacional, y por lo tanto deben seguir considerándose las mediaciones de
los Estados nacionales.
El
capítulo siguiente analiza la expansión cooperativa del capitalismo y las
posibilidades de un enfrentamiento entre China y Estados Unidos, teniendo en
cuenta trayectorias pacifistas y belicistas de unos y otros, y los sectores que
pugnan en las cúpulas de cada uno de los sistemas para imponer vías
cooperativas o confrontativas.
El capítulo final, denominado
"Ideología, Estado y clases", es una suerte de síntesis y conclusión
sobre la obra, en el que se proponen nuevos conceptos y se dirimen las cuestiones
terminológicas, que muchas veces generan confusiones en el debate sobre el
imperialismo.
El libro es parte de la vasta obra
de Katz, que aborda los debates más importantes de la actualidad, desde una
perspectiva marxista, pero sin desatender los aportes de otras corrientes de
pensamiento. En la última década, este integrante del EDI -Economistas de
Izquierda- publicó libros sobre el fututo del socialismo, la izquierda en
América Latina, las disyuntivas entre el ALCA, el MERCOSUR y el ALBA y la
actualidad teórica de la economía marxista, entre otros. El autor realiza,
siempre, exhaustivos estados de la cuestión, que permiten orientarse incluso a
quienes no sean especialistas en la problemática abordada. Ese es uno de sus
grandes aciertos, que se repite también en este libro. En cada tema, Katz
organiza y presenta las distintas corrientes y posiciones, procurando no
distorsionarlas, incluso cuando no coincide en absoluto con ellas. Este
abordaje, lejos de los dogmatismos habituales, permite al lector reconstruir
sistemas de problemas, conocer los debates más actuales e incluso arribar a
síntesis que no sean las del autor.
El tema específico de esta obra, el
imperialismo, reviste un gran interés desde el punto de vista teórico e
histórico (la reivindicación y refutación total o parcial de las tesis de Lenin
atraviesa todo el último siglo), pero fundamentalmente para dilucidar hacia
donde se dirige el capitalismo mundial. ¿Hay una mutación
en ciernes hacia un sistema multipolar? ¿La decadencia
del imperio americano es tan amplia como se estima? ¿El
siglo XXI es el de la hegemonía china? ¿Puede haber otra
guerra mundial? ¿Qué carácter tienen los conflictos
armados de los últimos años? ¿Cómo se van a procesar las
tendencias y confrontaciones entre las principales potencias?
Si bien en cada tema Katz explicita
su propia síntesis, en muchos casos no propone una respuesta contundente a los
interrogantes planteados. Quizás sea más fructífero, a veces, explicar las
contradicciones y los tensiones latentes. El autor es cauto frente a los
pronósticos y advierte contra las visiones encerradas en la mera coyuntura y
contra quienes pronostican permanentemente, a veces sin fundamentos sólidos,
qué tendencia va a imponerse sobre las otras.
Katz se aleja tanto de las visiones
ortodoxas que plantean la continuidad de los esquemas leninistas, casi sin
modificaciones, como de las tesis globalistas que descartan sin más el problema
del imperialismo. Ni uno ni otro enfoque, sostiene, permiten comprender las
contradicciones de la actualidad. No estamos en un contexto como el que
describió Lenin, pero tampoco en un mundo en el que los Estados nacionales
estén prácticamente disueltos. El capital empuja hacia la mundialización, pero
las mediaciones estatales siguen vigentes. Discutiendo a y con los fundadores
del marxismo-leninismo, Katz no tiene problemas en desechar hipótesis o
análisis que juzga incorrectos. Puede parecer obvio, pero la superación de un
enfoque dogmático es un punto de vista fundamental para mantener viva y útil la
tradición de pensamiento crítico en la que el autor se inscribe.
Quizás entre los principales méritos
de este libro se presenten también sus mayores debilidades. La primera es que,
abordando un tema tan amplio y queriendo plasmar tantos debates
(desenvolvimiento y periodización del capitalismo, con sus crisis, ondas y
etapas; la problemática del imperialismo; las guerras; el carácter y la
mutación de los Estados nacionales; las variantes económica, militar,
estratégica, cultural e ideológica del imperialismo), en algunos casos se
impone un abordaje superficial o a "vuelo de pájaro" de los mismos.
Sin embargo, este libro de Katz debe leerse como parte de su larga reflexión y
producción sobre estas temáticas. En diversos pasajes de esta obra sólo expone sintéticamente
tesis ya desarrolladas en textos suyos anteriores. Por eso, el autor remite
constantemente a estas lecturas, así que quien no conoce su obra puede elaborar
un mapa de lecturas a partir de las indicaciones que propone en este último libro.
Otro cuestionamiento que podría
realizársele es que no asume una posición taxativa en muchos de los debates que
plantea. No tiene ni una visión leninista ni anti o pos-leninista. No se
inclina por Miliband ni por Poulantzas a la hora de abordar el debate sobre el
carácter del Estado. Y así. De nuevo, esto puede ser un mérito o un problema. A
Katz no le interesan los encasillamientos ni los slogans, sino poner la lupa en las tensiones, en las
contradicciones dialécticas. Es alguien a quien le importa más ver las
diferencias tendencias operando -jerarquizadamente- que arriesgar cuál se puede
imponer sobre otra. Y eso es, en parte, porque la dinámica de la lucha social,
para él un factor clave en el análisis, no es fácilmente predecible, por no
decir imposible. El imperio del capital no caerá por su propio peso, sino que
dependerá de las resistencias sociales.
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