lunes, 2 de abril de 2012

Galtieri, los contras, Regan y Malvinas


 Galtieri con el Secretario de Estado Haig

En enero de 1981 hubo un nuevo cambio de signo en la Casa Blanca. La asunción del republicano Ronald Reagan reencauzó la relación bilateral. Planteó una nueva estrategia para contener al comunismo y al "imperio del mal", o sea la Unión Soviética. El respeto o no de los derechos humanos, en esta flamante concepción, pasaba a ser secundario. Había que reforzar los vínculos con los gobiernos militares de la región, entre ellos el de Videla-Viola. Para el Departamento de Estado, la crisis en América Central era la principal preocupación en las relaciones interamericanas, fundamentalmente después de la Revolución Sandinista. La CIA comenzó a trabajar en secreto con las fuerzas armadas argentinas en operaciones en Nicaragua. El apoyo a los "contras", por parte de los militares argentinos, se intensificó desde la llegada al poder de Galtieri. La dictadura local pasaba a ser una aliada clave de Washington en la lucha contrarrevolucionaria en toda América.
Desde el año 1980 Argentina se involucró más en los conflictos del continente. Colaboró con el golpe de Estado de Luis García Meza en Bolivia, participó en la lucha anti-sandinista en Nicaragua y profundizó los operativos en el marco del Plan Cóndor (coordinación entre las dictaduras latinoamericanas y la CIA para la persecución y el exterminio de miles de dirigentes políticos y sociales). En los seis meses que Galtieri ocupó la Casa Rosada, la relación con Washington atravesó dos etapas. La primera, desde diciembre de 1981 hasta el 2 de abril de 1982, se caracterizó por una fuerte cooperación bilateral y una acción conjunta en la lucha contra las fuerzas revolucionarias en América Central. La estrategia del canciller Nicanor Costa Méndez fue mostrar la sintonía entre la adscripción occidental y anticomunista de su jefe y la orientación conservadora de Reagan. La mejora en las relaciones con la Casa Blanca, en función de las necesidades estratégicas del Departamento de Estado, llevó erróneamente a creer que estas afinidades podrían ayudar al gobierno militar para buscar una solución diplomática una vez que se recuperaron por la fuerza las Islas Malvinas. Las pretensiones de Galtieri chocaron contra la histórica alianza Washington-Londres. La OTAN, y no el TIAR, fue la esperable elección de Estados Unidos. Galtieri no pudo contar con el apoyo de Reagan, quien intentó disuadirlo el 1 de abril para que no ocupara las Malvinas, y debió sobreactuar una política tercermundista, que no hizo sino profundizar las tensiones con Washington, hasta el final de la guerra y su renuncia, en junio de 1982. El estallido del conflicto bélico con Gran Bretaña cerró la etapa de acercamiento bilateral iniciada a principios de los años ochenta. 

(adelanto de mi próximo libro sobre las relaciones entre Argentina y EEUU)
 

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