Cancillería - 27 de abril
Argüello analizó el caso del fondo buitre NML
El embajador argentino
en los Estados Unidos, Jorge Argüello, escribió una columna de opinión
sobre el accionar de empresarios especuladores al que tituló NML, el
nombre del buitre detrás del exitoso Elliott Management de Paul Singer.
El texto completo.
Un fondo buitre como el NML Capital no nace, se hace. Lo hace gente
como Paul Singer, su titular, a fuerza de comprar por poco para vender
por millones. Lo hacen, y de ahí su apelativo, cayendo sobre deudas de
naciones de economías agonizantes para volar luego a los tribunales y
exigir a un valor nominal de 100 un título que se valuaba en diez o
menos, fuere Perú, Vietnam o el Congo.
Para reclamar embargos por “deudas” como la de 650 millones de dólares
que le exige a la Argentina, donde se hizo de bonos en default por un
décimo de su valor, pero ahora rechaza el acuerdo aceptado ya por… ¡el
93% de los acreedores!
Sin embargo, a diferencia del mundo natural, personajes como Singer se
esfuerzan por disimular su condición. Se presentan como fondos “de
inversión”, a lo sumo “de riesgo”. De hecho, son muy hábiles haciendo
fortunas, también, en el “juego limpio” del capitalismo financiero.
Veamos el caso de Singer. Mientras usa NML Capital y otras firmas
creadas ad hoc para litigar en temas “sucios” y desprestigiados aun en
Wall Street, mantiene por separado el fondo Elliott Management, su buque
de bandera, de gran prestigio financiero: maneja hoy unos 12 mil
millones de dólares, porque Singer fue de los pocos que sospecharon de
los productos financieros “derivados” que provocaron la gran crisis de
2008 en los Estados Unidos.
La fama –y dinero– que ganó previniendo la tormenta pudo incluso más
que su culto a la privacidad: Singer terminó pavoneándose en público y
explicando cómo su fondo se había anticipado a la crisis. Este hombre,
ya mayor y de prolija barba blanca, apostó a mostrar al mundo político y
económico que era sagacidad, y no mera rapacidad, el motor de sus
negocios.
Es que su pasado también hablaba y había que disimularlo: compró por
monedas deudas soberanas próximas al default en Perú en 1995 (se estima
que pagó 5 millones de dólares títulos de valor nominal por 20 millones y
luego de sucesivos juicios cobró 58 millones).
También atacó a la pequeña y hambrienta Congo-Brazzaville (se hizo de
deuda de valor nominal por 32,6 millones de dólares pagando sólo 2,3
millones y se llevó más de 100 millones en los tribunales británicos,
incluso con exportaciones de petróleo del país africano).
Los registros de Singer incluyen un intento de operar sucio en Brasil,
cuando el país adquirió el real como moneda, pero se retiró a tiempo.
Volando más bajo, a nivel empresas, procuró bloquear con ánimo
chantajista ciertas fusiones y adquisiciones, el caso más conocido es el
de la compra de la mayoría de acciones de la alemana Wella por la
estadounidense Procter & Gamble, en este caso comprando un puñado de
acciones que quiso cobrar a altísimo valor a cambio de no oponerse a la
OPA (Oferta Pública de Adquisición). Un tribunal alemán ahuyentó al
fondo buitre con rigor germano y debió huir.
Consecuente con sus fines, Singer opera en el terreno político para
intercambiar favores que endulcen su imagen pero lo potencien como
especulador. En los ’90 fue el mayor aportante a la campaña del alcalde
neoyorquino republicano Rudolph Giuliani, al que acompañó también en su
precandidatura presidencial. Es además el mayor donante de la policía de
Nueva York.
Y Singer es, claro, uno de los mayores financistas del Partido
Republicano. Aparece hoy como uno de los pocos donantes de la cifra
máxima de un millón de dólares a la campaña del precandidato Mitt Romney
en las actuales primarias.
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