lunes, 23 de abril de 2012

El sur del patio revuelto


Reseña del libro Vecinos en conflicto, escrita por Julián Kan y publicada en Revista Interdisciplinaria de Estudios Sociales (Número 4)


El sur del patio revuelto. Reseña bibliográfica de Vecinos en Conflictos. Argentina y Estados Unidos en las Conferencias Panamericanas (1880-1955), de Leandro Morgenfeld, Peña Lillo / Ediciones Continente, 2011.

Vecinos en Conflicto es la publicación de una vasta investigación sobre la conflictiva relación que mantuvieron Argentina y Estados Unidos durante las diez Conferencias Panamericanas desarrolladas entre 1889 y 1954. Esta investigación de las controversias diplomáticas que transcurrieron antes, durante y después de cada Conferencia constituye la tesis Doctoral en Historia de Leandro Morgenfeld. Una de las principales hipótesis que guía el trabajo consiste en que el lanzamiento de la Unión Panamericana por parte de Estados Unidos era una forma de garantizar su expansión capitalista y, al mismo tiempo, de contrarrestar la influencia que tenía Europa sobre la región, específicamente en el período del Imperialismo. Otra hipótesis fuerte sostiene que Argentina fue uno de los principales obstáculos para que Estados Unidos imponga su proyecto en la región, pero no por una convicción antiimperialista sino debido a la vinculación estratégica de su clase dominante con la economía europea, principalmente la inglesa. 
Un libro de 447 páginas necesita una buena estructura que permita ordenar su lectura y Vecinos en conflicto cumple con ello. Al comenzar nos encontramos con dos capítulos introductorios. El primero de ellos cuenta con una introducción temática, historiográfica y conceptual que permite orientarse en el problema. El segundo, cuenta con los antecedentes históricos de la política norteamericana para América Latina previos a la primera Conferencia Panamericana de Washington de 1889. Se analizan en él la influencia en la región de la Doctrina Monroe conocida como “América para los Americanos”, tanto en el contexto posindependentista hispanoamericano y los avatares del Congreso de Panamá de 1826 convocado por Simón Bolívar, como también sobre los posteriores congresos americanos de Santiago de Chile y Lima. Los restantes doce capítulos, que se organizan en cinco partes subdivididas por una periodización que ordena las etapas de la investigación según los ciclos del capitalismo en su etapa imperialista[1], abordan en detalle cada una de las Conferencias Panamericanas.
Vecinos en Conflicto realiza varios aportes que merecen ser destacados. Uno de ellos es el aporte a la historiografía argentina y americana en la temática de la relación entre Argentina y Estados Unidos. No es que no existan otros trabajos –que Morgenfeld se encarga de reseñar en la introducción– pero la profundidad de la presente obra en el análisis de las Conferencias Panamericanas sin duda renueva tanto los estudios de la relación bilateral entre ambos países como los estudios sobre la conformación de espacios de integración americana. ¿Por qué? Porque uno de los aportes fundamentales de este libro es demostrar que un estudio histórico de una relación bilateral entre dos países no descansa exclusivamente en las declaraciones formales de la dirigencia política que participa de una conferencia o cumbre regional, ni en los acuerdos alcanzados en ellas que, por lo general, luego no son cumplidos en su totalidad por los gobiernos que los adscribieron. Justamente, esta obra vislumbra que, si bien los proyectos de asociación e integración bilateral o regional que se discuten en cumbres, reuniones o conferencias son acuerdos que se concretan a nivel gobiernos de Estado, la adhesión de un país capitalista a determinado proyecto regional también obedece a las estrategias de sus clases dominantes. Esto evidencia que la integración entre países no es un acto exclusivamente intergubernamental y que las decisiones de los gobiernos obedecen a intereses económicos y políticos y se encuentran en un contexto histórico determinado.
Al mismo tiempo, es justo señalar el aporte desde el punto de vista documental que los estudiosos de la problemática deberían tener en cuenta. Varios años se pasó Morgenfeld estudiando los archivos de la Cancillería argentina y del Departamento de Estado norteamericano, analizando con agudeza las controversias entre ambos países mediante las instrucciones confidenciales de las embajadas, los intercambios epistolares ante cada conferencia y documentos secretos de ambos gobiernos que van más allá de la postura formal oficial de las delegaciones que participan en cada Conferencia. Esto abre la expectativa, para estudios futuros de política exterior, relaciones internacionales e integración regional, de poder experimentar un nuevo campo de fuentes documentales, que superen la voz oficial de los cancilleres y diplomáticos para poder ponerlos en relación con el contexto político, económico y social de cada país y región.
Ahora bien, otro de los grandes aportes de este libro es otorgar herramientas para entender la continuidad histórica del interés de Estados Unidos por la región, interés que se ha vuelto a manifestar en la historia reciente. Nos referimos a la estrategia del ALCA que, si bien ha fracasado a nivel continental, aún se mantiene viva mediante el NAFTA[2] y algunos Tratados de Libre Comercio bilaterales[3]. Reconstruir la historia previa de los lineamientos de la política exterior norteamericana para la región en general y para Argentina en particular contribuye a comprender las disputas por el ALCA que tuvieron lugar en las recientes Cumbres de las Américas, especialmente en la de Mar del Plata. En este sentido, Morgenfeld señala que comenzó estudiando el ALCA[4] cuando se discutían los posibles efectos en la región ante la aprobación para 2005 una zona hemisférica de libre comercio impulsada por Estados Unidos. Desde allí fue a buscar en la historia los fundamentos de la política norteamericana para la región. Partir hacia el pasado desde el presente. Algo que los historiadores habían dejado de lado en las últimas décadas y que merece saludarse como práctica profesional. La obra permite conectar las discusiones arancelarias que trabaron la implementación de un área de libre comercio como el ALCA, o las que continúan hoy día en la OMC, con el proyecto de Unión Aduanera de 1881 de James Blaine discutido en la primera Conferencia de Washington en 1889; así como también el trasfondo económico, político e ideológico que rodearon a las iniciativas.
            Hay que destacar también que este minucioso trabajo de investigación histórica no reniega de la teoría. No hay historia sin teoría, sea ella explícita o no. Pero acordamos con el autor en que es necesario explicitar el cuerpo teórico cuando uno indaga la realidad social, sea del presente o del pasado. Esto implica decir desde dónde uno se posiciona para explicar el pasado, qué herramientas conceptuales se utilizan, que autores nos han nutrido para formular las preguntas que recorren el problema de investigación. Morgenfeld se ocupa, cuidadosamente, en la primera parte del libro de explicar los conceptos teóricos fundamentales que utiliza en su investigación, su interés personal por el tema, las líneas de indagación previas que retoma y los objetivos que se plantea. 
Un rápido recorrido por el análisis de las Conferencias nos aproxima al vasto trabajo realizado en Vecinos en Conflicto. En la primera de ellas se analizan detalladamente los motivos de la oposición de Argentina a Estados Unidos para la conformación de un Unión Panamericana bajo la égida del poderoso país del norte. Para sintetizar se podría decir que esos motivos tuvieron que ver con los vínculos comerciales con Inglaterra de la clase dominante argentina. Distinguiendo correctamente entre antinorteamericanismo y antiimperialismo, ofrece los detalles de esa controversia que ilustramos a través de los siguientes pasajes de una carta previa a la reunión de Washington del representante argentino en Estados Unidos, Vicente Quesada, al ministro de relaciones exteriores, Norberto Quirno Costa. En ella, desaconseja que Argentina participe de la Conferencia y caracteriza a la misma como un “congreso antieuropeo por sus objetivos”, rechazando la unión aduanera y comercial que involucraría al continente americano que constituía uno de los objetivos primordiales de Estados Unidos en esa Conferencia. Agregaba Quesada: “Sería el pacto del lobo con el diablo concurrir a ese congreso (…). Sería alarmar a la Europa sin razón y sin motivo”[5]. Pero Juárez Celman y Quirno Costa ya habían aceptado la invitación y Argentina participó de la reunión de Washington y de las posteriores conferencias. Los principales tópicos que se discutieron fueron la unión aduanera, el arbitraje al derecho de conquista, una convención monetaria, las comunicaciones (trenes y barcos) y un banco americano, entre otros. Señala Morgenfeld que Estados Unidos perseguía el interés de mantener a América Latina bajo su “área de influencia” en detrimento de, por un lado, el vínculo entre la región y las potencias europeas y, por otro lado, de posibles proyectos de unión latinoamericana sin la presencia del poderoso vecino del norte. La delegación encabezada por el Secretario de Estado James Blaine (impulsor de la unión aduanera en 1881) estuvo integrada por grandes industriales y financistas, respondiendo “a las necesidades de los grandes capitalistas del país del norte que paulatinamente ampliaban sus inversiones en otros países americanos”[6]. Más allá de los pocos resultados concretos que tuvo la Conferencia como consecuencia de la postura de la delegación argentina, aquella constituyó el desembarco concreto de Estados Unidos en la región que continuaría durante décadas más allá de las cambiantes coyunturas. 
La segunda de las Conferencias analizada tuvo lugar en México, entre 1901 y 1902, con un Estados Unidos que asumió la no conveniencia de abordar los temas más ríspidos como la unión aduanera, la reciprocidad comercial y el banco monetario. Nuevamente el origen de aquellas rispideces estuvieron en la postura argentina, que continuó con el obstruccionismo al proyecto panamericano, aunque bajo una mayor cordialidad con Estados Unidos, como venía teniendo el gobierno de Roca. Uno de los principales temas de debate fue la cuestión del arbitraje territorial, con un cambio de posturas en relación a la reunión de Washington (Argentina pasó a defender el arbitraje compulsivo a la inversa de Estados Unidos quién abandonó esta postura para defender un arbitraje voluntario). De fondo se encontraban los conflictos limítrofes entre Argentina y Chile y la Guerra del Pacífico que involucraba a Bolivia, Chile y Perú. Pero afloraron también –más allá de su exclusión en el temario– los mencionados temas de la discordia con Washington. Argentina siguió reivindicando su posición contraria al proteccionismo norteamericano (en el senado de aquél país se encontraba el tratamiento de unos acuerdos comerciales bilaterales firmados por Roca previamente a la reunión) que afectaba sus exportaciones pero sin oponerse a la doctrina Monroe tan enérgicamente ni mucho menos cuestionar el intervencionismo del imperialismo norteamericano que ya comenzaba a tener lugar mediante la invasión a Filipinas, Puerto Rico y su intervención en Cuba. Intervencionismo que se profundizaría en los años posteriores del gobierno de Roosevelt con su política del “Gran Garrote”. 
            Los historiadores no pueden pasar por alto el capítulo que analiza la tercera Conferencia, la de Río de Janeiro en 1906, porque aborda de manera exhaustiva algo que transcurre en toda la obra de Morgenfeld, que es la contienda interimperialista del capitalismo de fines del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. La intervención alemana y británica en Venezuela y la intervención norteamericana en Panamá moldearon las discusiones regionales entre Estados Unidos y su denominado “patio trasero”. Todo ese contexto es muy bien tenido en cuenta por el autor al analizar las controversias diplomáticas. Esto contrasta con variados análisis de las relaciones internacionales o de política exterior, que se realizan haciendo abstracción del mundo en que trascurren. Todo este primer apartado A termina analizando una especie de tregua entre ambos países que tuvo lugar en la cuarta conferencia (Buenos Aires 1910) en el marco de la Argentina del Centenario.
El apartado B abordan la tercera y cuarta conferencia, la en Santiago de Chile en 1923 y la de La Habana en 1928. En la primera de ellas nuevamente encontramos el análisis de la oposición argentina al panamericanismo, aunque sin las tensiones de las primeras dos conferencias. Algo se mantenía intacto: las Conferencias se desarrollaban, pero los tratados firmados no prosperaban en Argentina, donde luego el Congreso, generalmente, no los ratificaba. Esta vez la delegación argentina no pudo tener ante sus vecinos de la región el protagonismo de las anteriores conferencias sin poder vetar con la misma intensidad que antes las iniciativas norteamericanas. Morgenfeld señala que esto se debió “a la mayor influencia económica de Estados Unidos en América Latina no solo comercial sino también financiera, lo cual limitaba el margen de autonomía y moderaba la potencial confrontación de los gobiernos de los países latinoamericanos con la potencia continental”[7]. En la reunión de la Habana la delegación encabezada por Honorio Pueyrredon ­–quién había sido canciller de Yrigoyen­- volvió a presentar oposición a la concreción de la Unión Panamericana, específicamente a la unión aduanera y defendía el principio de no intervención en la región (Estados Unidos había avanzado en su política intervencionista). Pero Norteamérica ya no era una región joven y pujante, sino que, luego de la Primera Guerra mundial, se había convertido en una de las principales potencias capitalistas y sus influencias ya no era tan sencillas de enfrentar.
El apartado C aborda las conferencias en el marco de la crisis mundial del capitalismo disparada con el crack de 1929 que ocasionó la gran depresión de la década del 30. Si bien Argentina y Estados Unidos mantuvieron su histórico escenario de rivalidad, señala Morgenfeld que la conferencia de Montevideo de 1933 fue una de las de mayor entendimiento entre ambos países. En especial por el acuerdo alcanzado para doblegar la propuesta de México que, al calor de la crisis, proponía condonar las deudas externas de los países latinoamericanos. Saavedra Lamas había sido el artífice de los acuerdos, intentando retomar el lugar protagónico de Argentina en las primeras conferencias pero ahora en un contexto donde Estados Unidos iniciaba su política del “buen vecino”. Esto dejaba entrever que el conservador gobierno argentino de la década del ’30, ligado a la economía inglesa ahora bajo el Pacto Roca-Runciman, no tenía interés en afectar el capital financiero extranjero, más allá del origen del mismo.  
La parte D aborda la conflictiva relación entre ambos países en el marco de la Segunda Guerra Mundial. La neutralidad argentina del gobierno conservador una vez iniciada la contienda militar –postura que tuvo continuidad con el gobierno de la “Revolución” de junio del ‘43– fueron la causa de las mayores tensiones entre ambos países. Las reuniones de cancilleres de Panamá, La Habana y Río de Janeiro se ocuparon de analizar los efectos de la guerra en la región. Recién sobre el fin de la guerra la Conferencia de Chapultepec de 1945 termina por encolumnar a Argentina y toda la región detrás de Estados Unidos y los aliados, a la vez que sella la vuelta al sistema interamericano de nuestro país. Sobre estos últimos ejes quizá se dieron las polémicas más ásperas entre ambos países que, finalmente, encontraron acuerdos parciales en reuniones secretas entre Perón y representantes del Departamento de Estado, como ilustra la correspondencia analizada por Morgenfeld. Aunque las promesas económicas realizadas por Estados Unidos (inclusión en el Plan Marshall) de Argentina y otros países de la región, no serían cumplidas.
Finalmente la parte E del libro aborda los inicios de la Guerra Fría y el lugar de América Latina y Argentina en ella. Se analizan las Conferencias Panamericanas de Bogotá en 1948 y de Caracas en 1954 y las conferencias preliminares de cancilleres entre ambas reuniones. En Argentina tenía lugar el primer peronismo. Se avizoraba una mayor tensión como la que tuvo lugar al final del gobierno de Farrel entre justamente su vicepresidente Perón y Spruille Braden. De todas formas, más allá de que la tensión entre ambos países continuó y que el gobierno de Perón tuvo una política exterior más autónoma ante las potencias en relación a los gobiernos conservadores anteriores, Morgenfeld observa cómo la reunión de Bogotá mostró un mayor diálogo entre ambos países. La necesidad del gobierno de Perón de conseguir ayuda financiera ante la inconvertibilidad de libra, el avance en la región de las inversiones norteamericanas en industria y servicios, hicieron que se mantuviera un clima de diálogo y negociaciones más aceitado de lo que el imaginario supone. Al finalizar la guerra Estados Unidos logró desplazar la fuerte influencia europea en la región y cualquier intento de entorpecer ese liderazgo alcanzado ­–que se plasmaría en la creación de la OEA­­– constituía una tarea compleja y peligrosa a la vez tanto para Argentina como para otros países de América Latina. Luego de Bogotá volvieron a aparecer tensiones entre ambos gobiernos que llevaron a Perón a lanzar la idea de su “Tercera Posición”, pero más tarde, en la Conferencia de Caracas se volvió a bajar el grado de enfrentamiento. A pesar que la autonomía de la política exterior peronista logró ponerle algunos obstáculos a la Casa Blanca en su enfática búsqueda de lograr resolución para la lucha anticomunista en la región, finalmente Washington pudo imponerse sobre la región en la última de las conferencias analizadas.
En síntesis, el libro demuestra que, durante casi siete décadas, lo más al sur del llamado “patio trasero” norteamericano, anduvo bastante revuelto.

                                                                                                Julián Kan



[1]Del Imperialismo a la Guerra (1880-1914); De la Guerra a la Crisis (1914-1929); De la Crisis a la Guerra (1929-1939); La Guerra (1939-19459; Los inicios de la “Guerra Fría” (1945-1955).
[2]Siglas en inglés del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entre Estados Unidos, Canadá y México que entrara en vigencia el 1° de enero de 1994.
[3] Por ejemplo con Chile, República Dominicana y Perú, entre otros.
[4]Véanse Morgenfeld Leandro, “La Argentina ante el ALCA. Historia de una resistencia” en La Gaceta de Económicas, FCE/UBA, Página12”, Buenos Aires, 25/7/2004; y Morgenfeld Leandro, Alca ¿A quién le interesa?, Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2006.
[5]Cfr. en Morgenfeld Leandro Vecinos en Conflictos. Argentina y Estados Unidos en las Conferencias Panamericanas (1880-1955), Peña Lillo / Ediciones Continente, Buenos Aires 2011, p.76.
[6]Morgenfeld Leandro, Vecinos en Conflicto…, Ob cit. p. 91.
[7]Morgenfeld Leandro, Vecinos en Conflicto…, Ob cit p.187.

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