sábado, 28 de abril de 2012

EEUU pierde el control de América Latina


EEUU pierde el control de América Latina
Autor: Alexei Pilko (La Voz de Rusia)




La recién concluída Cumbre de las Américas será recordada por los observadores internacionales como un desastre. Y el asunto no reside siquiera en que la declaración final no fuese rubricada. Este evento estuvo perseguido por los escándalos desde antes de su inicio.
Los propios servicios de seguridad del presidente de EEUU le jugaron una mala pasada, al decidir “divertirse” en Cartagena y con ello mancillaron la reputación de los servicios secretos. 
Con estos sucesos de fondo, se podía intuir que la atmósfera de la Cumbre sería tensa. Sin embargo, la realidad superó las espectativas. Hoy podemos afirmar con seguridad que EEUU está perdiendo vertiginosamente su control sobre los gobiernos de América Latina. Y este proceso amenaza con ser irreversible. Es importante señalar que la actual situación en el continente no se debe a la interacción de fuerzas externas, sino a un nueva actitud adoptada por la mayoría de los gobiernos latinoamericanos. 
Realmente, en los últimos años los países de América Latina cada vez más subordinan su política exterior a los intereses nacionales. Si década y media o veinte años atrás eran vistos por muchos como el traspatio de EEUU, pues ahora, cada vez más, demuestran la independencia de sus posiciones en los asuntos internacionales. Brasil pertenece al BRICS, grupo influyente que gana importancia rápidamente; Argentina defiende sus intereses respecto a las Islas Malvinas (Falklands); Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Chile se han tornado más activos a escala internacional. 
Es muy probable que la influencia de América Latina en los asuntos internacionales se incremente. Y testimonio de ello es lo sucedido en la Cumbre de Cartagena. Propiamente dicho, además de los ánimos anti-norteamericanos, sucedieron dos hechos en Colombia que pueden tener repercusión en las relaciones geopolíticas mundiales a largo plazo. 
Ante todo, cabe señalar que los dirigentes de los gobiernos latinoamericanos exigieron a EEUU eliminar el embargo comercial y suavizar las sanciones impuestas a Cuba. Tras la negativa de Barack Obama de cumplir con esta exigencia, comenzó la retirada: los presidentes de Ecuador y Nicaragua se negaron a participar en la Cumbre, y los países miembros del ALBA (Aliaza Bolivariana) expresaron sus intenciones de boicotear semejantes eventos en un futuro, hasta que EEUU no considere a Cuba como miembro de pleno derecho de la comunidad latinoamericana. Y lo que más irritante para EEUU fue el apoyo de estas exigencias por parte del país anfitrión de la cita, Colombia, que era considerado como el aliado más seguro de Washington en la región. 
Sin embargo, el previsible escándalo vinculado a las sanciones norteamericanas contra Cuba fue apenas el inicio. El “plato fuerte” fue la discusión de Argentina y EEUU sobre el asunto de la pertenecia de las Islas Malvinas (Falklands). Desde principios de año las relaciones entre Argentina y Gran Bretaña empeoraron bruscamente, debido a los intentos de Londres de comenzar la prospección de hidrocarburos en la plataforma submarina de los territorios en litigio. La decisión del gobierno británico de realizar una demostración de fuerzas navales en la zona (al Atlántico Sur fueron enviados un submarino y un destructor) avivó las llamas. Durante la Cumbre la presidenta de Argentina trató de recabar el apoyo de EEUU respecto a la soberanía argentina de las Islas Malvinas. 
Pero los esfuerzos de Cristina Kirchner no resultaron fructíferos. A pesar de que, según afirman varios expernos norteamericanos, ella proponía llevar las relaciones entre Argentina y EEUU al nivel de asociación estratégica. En cambio, todos los gobiernos del continente americano (con excepción de EEUU y Canadá) apoyaron las exigencias argentinas. Barack Obama no se atrevió a dar un giro tan brusco en materia de política exterior y negarse con ello de las relaciones especiales entre Gran Bretaña y EEUU. 
Como respuesta a esta posición, la presidenta de Argentina abandonó la Cumbre, y amenazó con orientar su país a una colaboración más estrecha con sus vecinos y organizar un frente unido contra la política económica de EEUU en América Latina, lo cual es realmente factible. 
Teniendo en cuenta sus actuales problemas económicos, para EEUU esto puede ser un golpe fuerte. En la política exterior de prácticamente todos los gobiernos latinoamericanos se consolida un giro hacia posiciones de defensa contra los excesivos dictados de EEUU. Y se incluyen entre ellos economías claves de la región, tales como Argentina y Brasil. No se excluye que estos países comiencen un proceso de nacionalización parcial de los activos norteamericanas en la región, establezcan barreras aduanales contra EEUU, que prevengan la fuga de capitales hacia el mercado norteamericano. Existe una gran probabilidad de que se desate una guerra de divisas. 
Resulta interesante que tal giro de los acontecimientos en América Latina abre determinadas perspectivas a Rusia. Desde el punto de vista de Realpolitik, Moscú debería desarrollar relaciones más estrechas con los gobiernos de Sudamérica. Es evidente que una relación sólida de nuestro país con esta región puede otorgarnos importantes puntos de apoyo a la hora de resolver temas polémicos con Washington. Como sucede, por ejemplo, en Asia Central respecto a los asuntos vinculados a la defensa antimisiles y a la no permisibilidad de que EEUU mantenga bases militares permanentes en los territorios de esos estados. Por ello, Rusia debe desarrollar la colaboración política, económica y militar con América Latina.


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