Reunión en Cartagena / Comienza el sábado próximo
La cumbre regional llega con presagios de disputas
América latina y EE.UU., con intereses cada vez más "bifurcados"
WASHINGTON.- Con indicadores de retroceso en el nivel de influencia de los Estados Unidos y el creciente papel de Brasil como locomotora regional, la Cumbre de las Américas, que comenzará el próximo sábado, en Cartagena, será ocasión para medir la salud de la política de "asociaciones estratégicas" que Barack Obama propuso para la región en los últimos años.
El encuentro de 32 mandatarios llega cargado de presagios de disputa, sobre todo, por el malestar de los países del llamado bloque bolivariano, que lidera Hugo Chávez, por la ausencia de Cuba, cuya participación es rechazada por Washington.
"Lo que se ve es que, cada vez más, América latina y los Estados Unidos bifurcan sus caminos e intereses", es la lapidaria conclusión del informe previo a la cita que suele elaborar el Inter American Dialogue, uno de los principales centros de estudios para la región en esta ciudad.
Atrapado por la campaña electoral, se espera que Obama intente dejar de lado esa controversia y dé prioridad, en cambio, a lo que sirva para mejorar la relación comercial y de seguridad con sus vecinos del continente.
Washington trabaja como "socio" con países como Brasil, Chile, Colombia y México "más de lo que nunca lo hizo", dijo a LA NACION el director del programa para América del independiente Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), Stephen Johnson.
Sus movimientos en la región lo confirman. En los tres años que lleva en la Casa Blanca, llegó en dos ocasiones a México y realizó, en 2011, una gira por Brasil, Chile y El Salvador. Ahora, viajará a Colombia, donde al término de la cumbre tendrá una reunión bilateral con el presidente de ese país, Juan Manuel Santos.
A la Argentina, ya se sabe, le sobrevuela el territorio en viaje. Pero no pone el pie. Con la cumbre ya comenzando, la relación entre ambos gobiernos se ha vuelto a complicar con recientes sanciones comerciales de Washington.
La coincidencia de ambos líderes, Obama y Cristina Kirchner, en Cartagena de Indias, será el primer termómetro para medir el impacto de ese nuevo escenario.
Del otro lado, están los países que integran la llamada "prosa antiimperialista". Esto es: Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, unidos en su cruzada contra "el poder del Norte"; un movimiento que fortalecieron durante la gestión de George Bush y que, luego, continuaron con altibajos, durante esta administración.
El ecuatoriano Rafael Correa fue el primero en confirmar que no asistirá, en señal de desprecio por la "negativa" de Obama a aceptar la presencia de Cuba. "Es la decisión del señor Correa", fue todo lo que dijo el Departamento de Estado cuando se lo consultó al respecto.
"Nos gustaría que la cumbre tuviera la mayor asistencia posible, pero si el señor Correa no quiere ir, está en todo su derecho", abundó el vocero, Mark Tonner. No está definida aún la presencia del venezolano Hugo Chávez, acotado en sus desplazamientos por problemas de salud.
Correa y Chávez han sido los principales promotores del intento de boicotear esta cumbre.
Pero, más allá de sus enfrentamientos con Washington, hay varios ejes más para el disenso entre los países latinoamericanos y Estados Unidos. "Yo veo, por lo menos, tres", dice Johnson.
Se refiere a la disputa sobre si Cuba debe formar parte o no del mecanismo de las cumbres (ayer Brasil llamó a que ésta sea la última reunión sin La Habana); al reclamo para que el bloque tome partido -o no- en el renovado conflicto entre Gran Bretaña y nuestro país por Malvinas, y a la eventualidad de despenalizar el consumo de drogas como herramienta para disminuir el poder de los carteles.
La coincidencia es que son más bien escasas las chances de que se abra un debate de fondo sobre alguna de las tres cuestiones. El escenario estará acotado no sólo por la diversidad de agendas, sino, sobre todo, por el menor margen de movimientos de un Obama en plena campaña por lograr la reelección, en noviembre.
"Si con algo no querrá tropezar en ese camino, eso es justamente, América latina", dicen fuentes diplomáticas. Previsiblemente, el desenlace del encuentro será una "declaración de consenso", que recorra todos los temas, con un enunciado de intenciones más que de compromisos concretos. "Nuestro gobierno se fijó como reto hacer de la VI Cumbre de las Américas una cita con resultados concretos en materia social e integración, en la que además se pongan sobre la mesa asuntos espinosos como Cuba, Malvinas y políticas antidrogas", dijo días atrás la canciller colombiana, María Angela Holguín.
La última cumbre fue hace tres años, en Trinidad y Tobago, y sirvió para demostrar las divisiones políticas que anidan en la región. Es posible que esta nueva experiencia, la sexta en su tipo, sirva para algo muy parecido.
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