Los Marines en Argentina
La base “humanitaria” del Comando Sur en el Chaco
Los especialistas en seguridad aseguran que el Centro de Emergencias es en realidad una avanzada para una base militar de control y monitoreo de los Estados Unidos en territorio argentino encubierta como ‘centro de ayuda humanitaria’.
El gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, salió este lunes a desmentir “categóricamente” la instalación de una base del Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos en su provincia. “Quiero desmentir categóricamente una versión que está circulando en las redes sociales vinculadas a que nosotros somos sede en la provincia del Chaco del Comando Sur”, señaló Capitanich, en el marco de una conferencia de prensa donde se anunció la creación del Centro de Operaciones y Almacenamiento que funcionará en el predio del aeropuerto de Resistencia y que estará a cargo de la Dirección de Defensa Civil, dependiente del Ministerio de Gobierno de Chaco.
“Ya están transmitiendo como que vienen los marines, vienen tanques de guerra, helicópteros, asentamiento de una base naval en el mar chaqueño, que no existe”, ironizó Capitanich argumentando que el controvertido Centro para Emergencias había sido “donado” por la Embajada de los Estados Unidos. Esa afirmación del gobernador es falsa: el coronel Edwin Passmore, que es el representante del Comando Sur de los EE UU, desmintió a su anfitrión chaqueño cuando explicó que la construcción del Centro había sido acordada dos años atrás entre Capitanich y el ex embajador Earl Anthony Wayne y aseguró que el Centro estará financiado por el Comando Sur.
Lo que ni Passmore ni Capitanich se ocuparon de aclarar es cómo un programa con apariencia civil es realizado por un comando militar de los EE UU, que no guarda relación de dependencia con la embajada de ese país, que es la que debería tener a su cargo o patrocinar programas civiles.
Los especialistas en seguridad aseguran que el Centro de Emergencias es en realidad una avanzada para una base militar de control y monitoreo de los Estados Unidos en territorio argentino, encubierta como “centro de ayuda humanitaria.
Pese a las aclaraciones y desmentidas del gobernador Jorge Capitanich, los antecedentes del coronel estadounidense encargado de la supuesta “ayuda humanitaria” no son precisamente los de un buen samaritano sino los de un experto en operaciones de inteligencia que actuó en Afganistán y fue expulsado de Venezuela por espionaje.
El gobernador Capitanich no ha desmentido haber recibido al coronel Edwin Passmore, responsable directo de la instalación por parte de la IV Flota del Comando Sur del ejército estadounidense, del Centro Anticatástrofes y Ayuda Humanitaria que ha generado esta controversia. Entre los antecedentes del coronel Passmore, figura haber cumplido “tareas humanitarias” en la invasión de Afganistán y haber actuado como asesor de Inteligencia del ministro de Defensa de Kuwait durante la invasión a Irak.
Desde el año 2005, Passmore ocupó el cargo de agregado militar en la Embajada de los EE UU en Venezuela, de donde fue expulsado por actividades de espionaje en el año 2008.
Passmore no es el único funcionario declarado persona no grata en el continente que terminó recalando en Buenos Aires. Ocurre que luego de varias expulsiones de personal militar y de la DEA de Bolivia, Venezuela y Ecuador por injerencia en los asuntos internos y actividades de espionaje, muchos de esos funcionarios han sido reasignados en la Embajada de los EE UU en Buenos Aires, que ya no cuenta con espacio físico para tantos militares y agentes antidrogas.
Las andanzas venezolanas de Passmore continuaron en Buenos Aires: en marzo de 2009 la ministra de Defensa Nilda Garré ordenó desalojar a militares de los Estados Unidos del Edificio Libertador (Sede del Ejército Argentino). El Grupo Militar de los Estados Unidos en la Argentina ocupaba desde el año 1960, oficinas del piso 13 en el Edificio Libertador. Además cuenta con otras delegaciones en el Edificio Libertad de la Armada y en el Edificio Cóndor de la Fuerza Aérea. A cargo de este Grupo Militar estaba el Coronel Edwin W. Passmore.
Passmore fue también el protagonista –detrás de bambalinas–, del caso de contrabando protagonizado en Ezeiza en febrero de 2011 por un C-17 Globemaster de la fuerza aérea estadounidense. El Globemaster con licencia 77.187 aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza. Los funcionarios de Aduana encontraron en la bodega del avión pesadas cajas traídas desde la base del 7º Grupo de Fuerzas Especiales de Fort Bragg en Carolina del Norte, que contenían armamento, municiones, equipos de visión nocturna y otros artículos empleados para un curso de entrenamiento del Grupo Federal de Operaciones Especiales con instructores estadounidense.
Sin embargo, la revisión reveló que había alrededor de un tercio de la carga que no aparecía en el manifiesto de embarque. La requisa del material no declarado dispuesta por el gobierno nacional incluyó un bulto repleto de drogas y estupefacientes.
El coronel Edwin Passmore tuvo activa participación durante el incidente en el que se hallaron dos pen drives rotulados “Secreto”, una llave I2 de software para información; un disco rígido también marcado como “Secreto”. Códigos de comunicaciones encriptadas y un gracioso folleto traducido a quince idiomas, con el texto: “Soy un soldado de los Estados Unidos. Por favor, informe a mi embajada que he sido arrestado.”
Los agregados militares y de la defensa, coroneles Edwin Passmore y Mark Alcott, trataron de conseguir un arreglo amigable. “¡No hagamos un escándalo de esto, somos socios, debemos confiar entre nosotros!”, sugirió Passmore.
La entonces embajadora estadounidense, Vilma Martínez, admitió que el reclamo de los funcionarios aduaneros tenía base y más tarde declaró que sentía vergüenza por el comportamiento del personal militar estadounidense.
Finalmente, las autoridades argentinas, con el propósito de evitar una escalada del conflicto, permitieron que el Boeing estadounidense abandonara el país con la “parte legal de la carga” y sus instructores.
La instalación subrepticia de una base militar con un fin inicial distinto al declarado, más que una excepción constituye la base del manual de procedimientos estadounidenses; tal es el caso de las bases de Comalapa, Aruba y Curazao, por ejemplo, que se clasificaban como FOL, es decir para lucha antidrogas, y luego fueron redefinidas como CSL (de Cooperación). Hay abundante evidencia de que en estas instalaciones de los EE UU y en otras de mucho menor perfil se realizan en los hechos, operaciones militares encubiertas de la más diversa índole y que cumplen múltiples funciones estratégicas; entre ellas apoyar ataques militares contra organizaciones rebeldes locales que estorben los intereses de los EE UU y sus aliados, y guerra de Inteligencia de señales electrónicas y de comunicaciones que permite detectar la posición de los blancos, identificarlos e implementar el ataque con bombas inteligentes.
Es habitual que los EE UU encubra actividades de inteligencia con campañas de vacunación. El antecedente más reciente se remonta al rastreo y asesinato de Osama bin Laden en Pakistán en mayo de 2011: como parte de esa operación se organizó una campaña de vacunación que permitió relevar la zona donde residía Bin Laden e incluso conocer en detalle la cantidad de ocupantes mayores y menores en cada casa.
Las instalaciones estadounidenses cumplen además misiones de vigilancia y espionaje de los sistemas de armas y fuerzas militares del país anfitrión y sus vecinos, realizan acciones de infiltración, relevamiento, influencia y control sobre las Fuerzas Armadas y poblaciones locales.
Sin embargo, la especialidad de Edwin Passsmore parecen ser los cursos de capacitación ya que son excelentes sitios para reclutar agentes locales. La capacitación de funcionarios e integrantes de los municipios del interior del Chaco la brinda un consultor salvadoreño contratado por el Comando Sur.
“Ya están transmitiendo como que vienen los marines, vienen tanques de guerra, helicópteros, asentamiento de una base naval en el mar chaqueño, que no existe”, ironizó Capitanich argumentando que el controvertido Centro para Emergencias había sido “donado” por la Embajada de los Estados Unidos. Esa afirmación del gobernador es falsa: el coronel Edwin Passmore, que es el representante del Comando Sur de los EE UU, desmintió a su anfitrión chaqueño cuando explicó que la construcción del Centro había sido acordada dos años atrás entre Capitanich y el ex embajador Earl Anthony Wayne y aseguró que el Centro estará financiado por el Comando Sur.
Lo que ni Passmore ni Capitanich se ocuparon de aclarar es cómo un programa con apariencia civil es realizado por un comando militar de los EE UU, que no guarda relación de dependencia con la embajada de ese país, que es la que debería tener a su cargo o patrocinar programas civiles.
Los especialistas en seguridad aseguran que el Centro de Emergencias es en realidad una avanzada para una base militar de control y monitoreo de los Estados Unidos en territorio argentino, encubierta como “centro de ayuda humanitaria.
Pese a las aclaraciones y desmentidas del gobernador Jorge Capitanich, los antecedentes del coronel estadounidense encargado de la supuesta “ayuda humanitaria” no son precisamente los de un buen samaritano sino los de un experto en operaciones de inteligencia que actuó en Afganistán y fue expulsado de Venezuela por espionaje.
El gobernador Capitanich no ha desmentido haber recibido al coronel Edwin Passmore, responsable directo de la instalación por parte de la IV Flota del Comando Sur del ejército estadounidense, del Centro Anticatástrofes y Ayuda Humanitaria que ha generado esta controversia. Entre los antecedentes del coronel Passmore, figura haber cumplido “tareas humanitarias” en la invasión de Afganistán y haber actuado como asesor de Inteligencia del ministro de Defensa de Kuwait durante la invasión a Irak.
Desde el año 2005, Passmore ocupó el cargo de agregado militar en la Embajada de los EE UU en Venezuela, de donde fue expulsado por actividades de espionaje en el año 2008.
Passmore no es el único funcionario declarado persona no grata en el continente que terminó recalando en Buenos Aires. Ocurre que luego de varias expulsiones de personal militar y de la DEA de Bolivia, Venezuela y Ecuador por injerencia en los asuntos internos y actividades de espionaje, muchos de esos funcionarios han sido reasignados en la Embajada de los EE UU en Buenos Aires, que ya no cuenta con espacio físico para tantos militares y agentes antidrogas.
Las andanzas venezolanas de Passmore continuaron en Buenos Aires: en marzo de 2009 la ministra de Defensa Nilda Garré ordenó desalojar a militares de los Estados Unidos del Edificio Libertador (Sede del Ejército Argentino). El Grupo Militar de los Estados Unidos en la Argentina ocupaba desde el año 1960, oficinas del piso 13 en el Edificio Libertador. Además cuenta con otras delegaciones en el Edificio Libertad de la Armada y en el Edificio Cóndor de la Fuerza Aérea. A cargo de este Grupo Militar estaba el Coronel Edwin W. Passmore.
Passmore fue también el protagonista –detrás de bambalinas–, del caso de contrabando protagonizado en Ezeiza en febrero de 2011 por un C-17 Globemaster de la fuerza aérea estadounidense. El Globemaster con licencia 77.187 aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza. Los funcionarios de Aduana encontraron en la bodega del avión pesadas cajas traídas desde la base del 7º Grupo de Fuerzas Especiales de Fort Bragg en Carolina del Norte, que contenían armamento, municiones, equipos de visión nocturna y otros artículos empleados para un curso de entrenamiento del Grupo Federal de Operaciones Especiales con instructores estadounidense.
Sin embargo, la revisión reveló que había alrededor de un tercio de la carga que no aparecía en el manifiesto de embarque. La requisa del material no declarado dispuesta por el gobierno nacional incluyó un bulto repleto de drogas y estupefacientes.
El coronel Edwin Passmore tuvo activa participación durante el incidente en el que se hallaron dos pen drives rotulados “Secreto”, una llave I2 de software para información; un disco rígido también marcado como “Secreto”. Códigos de comunicaciones encriptadas y un gracioso folleto traducido a quince idiomas, con el texto: “Soy un soldado de los Estados Unidos. Por favor, informe a mi embajada que he sido arrestado.”
Los agregados militares y de la defensa, coroneles Edwin Passmore y Mark Alcott, trataron de conseguir un arreglo amigable. “¡No hagamos un escándalo de esto, somos socios, debemos confiar entre nosotros!”, sugirió Passmore.
La entonces embajadora estadounidense, Vilma Martínez, admitió que el reclamo de los funcionarios aduaneros tenía base y más tarde declaró que sentía vergüenza por el comportamiento del personal militar estadounidense.
Finalmente, las autoridades argentinas, con el propósito de evitar una escalada del conflicto, permitieron que el Boeing estadounidense abandonara el país con la “parte legal de la carga” y sus instructores.
La instalación subrepticia de una base militar con un fin inicial distinto al declarado, más que una excepción constituye la base del manual de procedimientos estadounidenses; tal es el caso de las bases de Comalapa, Aruba y Curazao, por ejemplo, que se clasificaban como FOL, es decir para lucha antidrogas, y luego fueron redefinidas como CSL (de Cooperación). Hay abundante evidencia de que en estas instalaciones de los EE UU y en otras de mucho menor perfil se realizan en los hechos, operaciones militares encubiertas de la más diversa índole y que cumplen múltiples funciones estratégicas; entre ellas apoyar ataques militares contra organizaciones rebeldes locales que estorben los intereses de los EE UU y sus aliados, y guerra de Inteligencia de señales electrónicas y de comunicaciones que permite detectar la posición de los blancos, identificarlos e implementar el ataque con bombas inteligentes.
Es habitual que los EE UU encubra actividades de inteligencia con campañas de vacunación. El antecedente más reciente se remonta al rastreo y asesinato de Osama bin Laden en Pakistán en mayo de 2011: como parte de esa operación se organizó una campaña de vacunación que permitió relevar la zona donde residía Bin Laden e incluso conocer en detalle la cantidad de ocupantes mayores y menores en cada casa.
Las instalaciones estadounidenses cumplen además misiones de vigilancia y espionaje de los sistemas de armas y fuerzas militares del país anfitrión y sus vecinos, realizan acciones de infiltración, relevamiento, influencia y control sobre las Fuerzas Armadas y poblaciones locales.
Sin embargo, la especialidad de Edwin Passsmore parecen ser los cursos de capacitación ya que son excelentes sitios para reclutar agentes locales. La capacitación de funcionarios e integrantes de los municipios del interior del Chaco la brinda un consultor salvadoreño contratado por el Comando Sur.
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