Cumbre de Las Américas: Latinos ven frente a frente a EE.UU.
El Correo de Lima Definitivamente América Latina no es la misma de antes, ha cambiado y para bien... salvo algunos casos. Hace casi dos décadas, cuando llegó a la primera Cumbre de las Américas, en Miami, estaba dividida e inmersa en una de sus tantas crisis económicas, pero ahora llegará a la VI reunión continental, que se celebrará del 9 al 15 de abril, en Cartagena de Indias, Colombia, convertida en una región más próspera y unida, y también capaz de hablar de igual a igual con Estados Unidos.
Ejemplo. Brasil, convertido en la sexta economía mundial, con su creciente peso político regional y aspiraciones de consolidarse como un "actor global", es uno de los mejores ejemplos de la nueva cara de América Latina y uno de los firmes promotores de una mayor "independencia" regional frente al poderoso vecino del norte.
Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Brasil será este año una de las locomotoras de América Latina, cuya economía crecerá un 3.3 % y será una de las pocas regiones con una expansión superior al 3% que se espera como media mundial.
Pierde influencia. Así como Estados Unidos ha perdido influencia económica en la región, en buena medida por la crisis que sufre desde hace cuatro años, también ha cedido espacios en el comercio regional.
Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dice que la participación de EE.UU. en el comercio latinoamericano ha caído del 59.7% en 2000 al 40.1% en 2010, período en el que la región se volcó hacia nuevos horizontes y en particular hacia China.
Ante las críticas, Washington pretende enfocar la cumbre en cómo expandir su relación comercial con América Latina, una región en alza económica y con un "enorme potencial" en ese ámbito, según ha declarado la Casa Blanca.
Mirando hacia el dragón asiático. Desde 2006 se calcula que el comercio entre China y América Latina, centrado sobre todo en la adquisición de materias primas y alimentos por parte del gigante asiático, ha aumentado un 160% y ha llegado a cifrar unos 180,000 millones de dólares en 2011.
En una reciente visita a Brasilia, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, admitió en declaraciones a Efe que parte de la bonanza que disfruta ahora la región se debe a esa privilegiada relación con China.
Sin embargo, alertó de que esos vínculos entrañan sus riesgos, pues pueden generar una "nueva dependencia" y retrasar un proceso de modernización industrial que debe llevar a América Latina a superar su condición de mero exportador de materias primas.
Más allá de esos vuelcos comerciales y económicos, América Latina tiene hoy una realidad política muy diferente a la de 1994, cuando acudió a la primera Cumbre de las Américas golpeada y dividida por el impacto de una gravísima crisis originada en México y recordada como "efecto Tequila".
Auspiciada por Brasil, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se ha constituido en un mecanismo de diálogo político sin la "tutela" de Estados Unidos y es capaz de abrigar bajo el mismo paraguas a todas las tendencias políticas regionales.
En el seno de la CELAC, los gobiernos conservadores de México, Colombia y Chile, los "radicales" de la Alianza Bolivariana para las Pueblos de Nuestra América (ALBA) y los más "moderados" Perú, Brasil y Uruguay, entre otros, han comenzado a convivir y a definir puntos comunes en medio de su diversidad.
Según un informe divulgado el año pasado por el instituto Diálogo Interamericano, con sede en Washington, la CELAC, así como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que también impulsó Brasil, son pruebas concretas de que EE.UU. ya no tiene la influencia política que llegó a tener en la región durante la segunda mitad del siglo XX.
En esa misma línea, un diplomático brasileño dijo que "no deja de ser paradójico" que la Cumbre de las Américas, nacida de una iniciativa de Estados Unidos, sea ahora uno de los escenarios en que las políticas de Washington reciben las más abiertas críticas.
Tensión con la ALBA. Las más directas y duras ya las ha comenzado a escuchar la Casa Blanca antes de la propia cumbre, debido a su negativa a invitar a Cuba, por la alegada falta de libertades políticas en la isla.
El presidente de Ecuador, que llamó a sus pares de la ALBA a boicotear la cita de Cartagena por la ausencia de Cuba, confirmó que no asistirá.
Si el resto de los "radicales" acude, lo hará sin duda dispuesto a convertir la cumbre en un dolor de cabeza para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
En algunos influyentes países de la ALBA, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, EE.UU. no tiene hoy embajadores debido a razones políticas que también mantenían suspendido el nombramiento de un representante en Nicaragua, algo que finalmente ocurrió hace unos días.
Esas diferencias políticas e ideológicas deberán aflorar en una cumbre a la que Obama llega también en circunstancias muy diferentes a las de 2009, cuando debutó en estas citas.
Cuando la última Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, Obama llevaba solo unos pocos meses en la Presidencia y todos los líderes latinoamericanos coincidían en que su figura alentaba "esperanzas" en favor de una "nueva" relación.
Ahora, Obama llegará en plena campaña para su reelección y se encontrará a muchos líderes latinoamericanos, y no sólo de la ALBA, convencidos de que durante su primer mandato se ha mantenido casi totalmente de espaldas a la región.
Ejemplo. Brasil, convertido en la sexta economía mundial, con su creciente peso político regional y aspiraciones de consolidarse como un "actor global", es uno de los mejores ejemplos de la nueva cara de América Latina y uno de los firmes promotores de una mayor "independencia" regional frente al poderoso vecino del norte.
Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Brasil será este año una de las locomotoras de América Latina, cuya economía crecerá un 3.3 % y será una de las pocas regiones con una expansión superior al 3% que se espera como media mundial.
Pierde influencia. Así como Estados Unidos ha perdido influencia económica en la región, en buena medida por la crisis que sufre desde hace cuatro años, también ha cedido espacios en el comercio regional.
Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dice que la participación de EE.UU. en el comercio latinoamericano ha caído del 59.7% en 2000 al 40.1% en 2010, período en el que la región se volcó hacia nuevos horizontes y en particular hacia China.
Ante las críticas, Washington pretende enfocar la cumbre en cómo expandir su relación comercial con América Latina, una región en alza económica y con un "enorme potencial" en ese ámbito, según ha declarado la Casa Blanca.
Mirando hacia el dragón asiático. Desde 2006 se calcula que el comercio entre China y América Latina, centrado sobre todo en la adquisición de materias primas y alimentos por parte del gigante asiático, ha aumentado un 160% y ha llegado a cifrar unos 180,000 millones de dólares en 2011.
En una reciente visita a Brasilia, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, admitió en declaraciones a Efe que parte de la bonanza que disfruta ahora la región se debe a esa privilegiada relación con China.
Sin embargo, alertó de que esos vínculos entrañan sus riesgos, pues pueden generar una "nueva dependencia" y retrasar un proceso de modernización industrial que debe llevar a América Latina a superar su condición de mero exportador de materias primas.
Más allá de esos vuelcos comerciales y económicos, América Latina tiene hoy una realidad política muy diferente a la de 1994, cuando acudió a la primera Cumbre de las Américas golpeada y dividida por el impacto de una gravísima crisis originada en México y recordada como "efecto Tequila".
Auspiciada por Brasil, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se ha constituido en un mecanismo de diálogo político sin la "tutela" de Estados Unidos y es capaz de abrigar bajo el mismo paraguas a todas las tendencias políticas regionales.
En el seno de la CELAC, los gobiernos conservadores de México, Colombia y Chile, los "radicales" de la Alianza Bolivariana para las Pueblos de Nuestra América (ALBA) y los más "moderados" Perú, Brasil y Uruguay, entre otros, han comenzado a convivir y a definir puntos comunes en medio de su diversidad.
Según un informe divulgado el año pasado por el instituto Diálogo Interamericano, con sede en Washington, la CELAC, así como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que también impulsó Brasil, son pruebas concretas de que EE.UU. ya no tiene la influencia política que llegó a tener en la región durante la segunda mitad del siglo XX.
En esa misma línea, un diplomático brasileño dijo que "no deja de ser paradójico" que la Cumbre de las Américas, nacida de una iniciativa de Estados Unidos, sea ahora uno de los escenarios en que las políticas de Washington reciben las más abiertas críticas.
Tensión con la ALBA. Las más directas y duras ya las ha comenzado a escuchar la Casa Blanca antes de la propia cumbre, debido a su negativa a invitar a Cuba, por la alegada falta de libertades políticas en la isla.
El presidente de Ecuador, que llamó a sus pares de la ALBA a boicotear la cita de Cartagena por la ausencia de Cuba, confirmó que no asistirá.
Si el resto de los "radicales" acude, lo hará sin duda dispuesto a convertir la cumbre en un dolor de cabeza para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
En algunos influyentes países de la ALBA, como Venezuela, Ecuador y Bolivia, EE.UU. no tiene hoy embajadores debido a razones políticas que también mantenían suspendido el nombramiento de un representante en Nicaragua, algo que finalmente ocurrió hace unos días.
Esas diferencias políticas e ideológicas deberán aflorar en una cumbre a la que Obama llega también en circunstancias muy diferentes a las de 2009, cuando debutó en estas citas.
Cuando la última Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, Obama llevaba solo unos pocos meses en la Presidencia y todos los líderes latinoamericanos coincidían en que su figura alentaba "esperanzas" en favor de una "nueva" relación.
Ahora, Obama llegará en plena campaña para su reelección y se encontrará a muchos líderes latinoamericanos, y no sólo de la ALBA, convencidos de que durante su primer mandato se ha mantenido casi totalmente de espaldas a la región.
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