martes, 13 de marzo de 2012

Despenalización de las drogas: el debate que se viene en la Cumbre



Las estrategias públicas ante un flagelo que crece

Drogas: una guerra que fracasó

Por Juan Gabriel Tokatlian  | Para LA NACION
A pesar de su estruendoso fracaso, la "guerra contra las drogas" sigue vigente. Si bien su espacio preferencial de despliegue ha sido la periferia -uno de cuyos epicentros es América latina-, su manifestación es global. La draconiana legislación federal en Estados Unidos, la cantidad (la mayor de Occidente) de personas encarceladas en ese país por delitos vinculados al negocio de las sustancias psicoactivas ilícitas, el hincapié de Washington en políticas de combate interno contra las drogas centrado en la reducción de la oferta, la limitación de derechos civiles por motivo de una cruzada antinarcóticos doméstica muestran que la dinámica "guerrera" contra las drogas no se ha circunscripto al Sur.
El vigor de la cruzada ha estado presente en distintos continentes con diferentes tradiciones institucionales, políticas y culturales. Por ejemplo, durante el mandato del conservador primer ministro John W. Howard (1996-2007), Australia conoció la política de Tough on Drugs (Duro con las drogas) modificando la de reducción de daños que había imperado durante años. En 2003, Rusia lanzó su propia cruzada antinarcóticos, que en 2011 adquirió la denominación de "guerra total contra las drogas", en la que los traficantes son definidos como "asesinos seriales".
Varias naciones de Africa Occidental, afectadas por el tránsito de cocaína de América latina a Europa, así como por el consumo de drogas y el avance de bandas criminales, han emprendido su versión de la "guerra contra las drogas". Suecia se ha caracterizado por sostener activas posturas de "mano dura" en la materia, tanto internamente como en foros internacionales. En 2000, los países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean), conformada por Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam, junto con China iniciaron el Accord ( Asean and China Cooperation Operations to Response to Dangerous Drugs ) con el propósito de tener una Asean y una China "libres de drogas" en 2015, propósito inalcanzable. El 15 de abril de 2005, el Comité Central del Partido Comunista de China -con la presencia del presidente Hu Jintao- emprendió la People's War on Drugs (guerra popular contra las drogas). Cabe agregar que existen 32 jurisdicciones que tienen la pena de muerte para esos delitos; 13 de ellos con sentencias obligatorias de pena de muerte. De acuerdo con la International Harm Reduction Association, Irán ejecutó por lo menos 96 personas en 2008; 172, en 2009, y aproximadamente 590, en 2010.
En la "guerra contra las drogas" prevalece la decisión política -burocrática, electoral o ideológica- de continuar el curso de acción trazado a pesar de los fracasos y frustraciones. Si se conciben paliativos -por ejemplo, algo de desarrollo rural alternativo junto a la erradicación forzada de cultivos- es, primordialmente, para hacer más eficaz la tarea punitiva y, en segundo término, para contener el rechazo social que produce la coerción. En síntesis, el mensaje es que la "guerra contra las drogas" no se puede ni se debe detener.
Ahora bien, para los países de la periferia -en especial para América latina- la encrucijada estratégica derivada de la "guerra contra las drogas" es dramática.



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