Para La Nación, la "inminente" exclusión de Argentina del SGP es una mala señal. No se cuestiona que EEUU utilice estos mecanismos para imponer determinada orientación de la política económica o presionar en favor de fondos buitres o empresas estadounidenses que apelan al CIADI:
Mala señal para un país que necesita divisas
Los exportadores argentinos ya enfrentan varias dificultades. El mundo demanda menos y, para colmo, en el país la inflación en dólares hace subir los costos y recorta los márgenes de ganancias.
Salir del Sistema Generalizado de Preferencias de los Estados Unidos no será, en un sentido amplio, una catástrofe, pero para algunas compañías en particular podría tener muy serias consecuencias.
Si para muchos era cada vez más difícil vender afuera por la competencia y la necesidad de enfrentar costos locales crecientes, la aplicación de aranceles de los que estaban exentos puede directamente sacarlos de la cancha.
Además, es una nueva señal al Gobierno de que lleva demasiado tiempo sin resolver muchos problemas para los que debería haber al menos propuesto una vía de entendimiento.
Una sanción semejante pareciera indicar que no se pueden mantener eternamente impagos las deudas con el Club de París y los fallos arbitrales del Ciadi, mientras se festeja además que la economía local estuvo creciendo "a tasas chinas".
Nunca es un buen momento para perder una preferencia arancelaria, pero el actual es particularmente desfavorable. Porque el Gobierno intenta por todos los medios evitar la salida de divisas e incentivar su entrada.
Alguien podrá argumentar que el arancel promedio de los Estados Unidos es bajo y que salir del SGP podría, en algunos casos, gravar a los productos locales con tasas del dos o del cuatro por ciento. Pero la situación actual está muy lejos de ser la de 2002, cuando las ventajas cambiarias por la devaluación y la consecuente licuación de los salarios en dólares hacía muy fácil absorber un margen así.
La Argentina tuvo en 2011 un déficit de más de 3000 millones de dólares con los tres países del Nafta, el rojo con los Estados Unidos casi llegó a los 600 millones en diciembre y enero pasados. La Argentina es de los pocos países con los que la mayor economía del planeta tiene balanza favorable. Chile también tiene rojo, pero sus exportaciones en diciembre y enero últimos fueron alrededor del doble de las argentinas, y se trata de una economía mucho más pequeña.
Nuestro país tiene dificultades para lograr que sus ventas a los Estados Unidos sean equivalentes a por lo menos la mitad de lo que le compra.
No es una situación en la que sea totalmente indiferente para los productores argentinos perder las ventajas arancelarias.
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