La importancia de la cumbre en Cartagena
El Colombiano. Colombia
Medellin, 28 febrero 2012
Por Michael Shifter
Medellin, 28 febrero 2012
Por Michael Shifter
La VI Cumbre de las Américas en Cartagena, el 14 y el 15 de abril, tomará la medida de las relaciones políticas en el hemisferio occidental. Aunque el estado de ánimo es probable que sea menos armonioso que en la primera cumbre, celebrada en Miami, Florida, en 1994, también es probable que sea menos conflictivo que la cuarta cumbre, que tuvo lugar en Mar del Plata, Argentina, en 2005.
Las comparaciones con la cumbre más reciente, la quinta, en Trinidad y Tobago, en abril de 2009, serán inevitables.
En esa ocasión, Barack Obama , que había comenzado su mandato como presidente de EE.UU. menos de tres meses antes, se presentó al hemisferio y sus líderes. Para Obama, la oportunidad esta vez será diferente. Ha tenido tres años para avanzar en los objetivos que se propuso en su primera visita a la región. En su visión, que repitió en su última visita a América Latina en marzo de 2011, “no hay socios mayores o socios menores, sólo socios iguales”.
Los latinoamericanos con razón juzgarán su actuación contra esa norma. Felizmente, Obama llegará a Cartagena con la aprobación en EE.UU. de los TLC con Colombia y Panamá, y con Honduras de regreso en la Organización de Estados Americanos.
Llegará con una mejor relación con Brasil, con Dilma Rousseff (quien estará en Washington justo antes de la cumbre), que la que tuvo con Lula. También será capaz de informar que eliminó las restricciones a los viajes y remesas a Cuba, irónicamente el problema que ha aumentado la incertidumbre sobre la cumbre.
De hecho, algunas modestas aperturas con Cuba no son suficientes para satisfacer a los latinoamericanos que desde hace tiempo se oponen al embargo de EE.UU. Encabezados por el presidente de Ecuador, Rafael Correa , los países del Alba han pedido que se invite a Cuba.
Los EE.UU. están en contra de la idea, porque Cuba no cumple las normas mínimas de la democracia, que ha sido una condición para estas cumbres desde 1994 (la suspensión de la OEA fue levantada en 2009, aunque Cuba no ha querido reunirse). Sin embargo, Cuba participa en todas las otras cumbres – Celac, Unasur, Iberoamericana- donde EE.UU. no está incluido. No está claro cómo será resuelto este problema.
Otro asunto de especulación es si el tema de las drogas se planteará en la Cumbre y, de ser así, ¿se convertirá EE.UU. en el blanco de las críticas de los participantes? Al igual que Cuba, la política de drogas ha sido durante mucho tiempo una fuente de irritación entre Estados Unidos y América Latina.
Mientras la violencia del narcotráfico, especialmente en México y Centroamérica, crece, hay una gran frustración con la negativa de Estados Unidos a considerar alternativas de política. El presidente Juan Manuel Santos , junto con el presidente mexicano Felipe Calderón y el nuevo presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina , no han ocultado su descontento con el enfoque de EE.UU. al problema.
Para Santos, la Cumbre de Cartagena es una oportunidad para mostrar los logros de su administración durante sus primeros dieciocho meses. Santos claramente aspira a ser un líder regional e incluso mundial, y una cumbre exitosa le daría una visibilidad e influencia aún mayor. Hoy Colombia ocupa un lugar estratégico en el hemisferio. Es un puente geográfico entre América del Sur y del Norte, pero también en lo político, entre los países como Venezuela y Ecuador, por un lado, y EE.UU., por el otro.
Para Obama, a quien las encuestas muestran como alguien apreciado en la región, sería sabio aprovechar la cumbre y la buena relación entre EE.UU. y Colombia. Al poner más energía y capital político en lo que hoy es una política lánguida, él estaría enfocando en la dirección correcta: el Sur.
Michael Shifter es presidente del Diálogo Interamericano. Anteriormente fue vicepresidente de la política para la organización, y dirigió los programas sobre la región andina y la gobernabilidad democrática. A partir del año 1993, ha sido profesor adjunto en la Universidad de Georgetown. Anteriomente dirigió el programa sobre Latinoamérica y el Caríbe de la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y el programa de gobernabilidad democrática y derechos humanos de la Fundación Ford en la Región Andina y luego el Cono Sur. Escribe y da charlas sobre relaciones estadounidenses-latinoamericanas y asuntos hemisféricos, y ha sido ponente frente al Congreso estadounidense sobre la política estadounidense hacia Latinoamérica. Editor, con Jorge Domínguez, de Constructing Democratic Governance in Latin America, publicado por Johns Hopkins University Press. Tambien es editor colaborador de Current History y miembro del Council on Foreign Relations. Graduado con la mención honorífica summa cum laude de Oberlin College y recibió un Maestría en Sociología de Harvard University.
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