Qué se espera de la Cumbre de las Américas
The InterAmerican Dialogue
Washington, 12 enero 2012
Por Peter Hakim
Washington, 12 enero 2012
Por Peter Hakim
En abril, en Cartagena, Colombia, la Cumbre de las Américas juntará, por sexta vez desde 1994, a los 34 presidentes electos y primeros ministros (excluyendo únicamente al cubano Raul Castro).
No muy diferente de otras cumbres, la Cumbre de las Américas raramente ha influido en el curso de los asuntos de la región o cambiado la política exterior de los gobiernos participantes. Generalmente, la Cumbre ha sido un reflejo de la política regional. La primera, celebrada en Miami en 1994, fué concebida en un momento culminante de las relaciones interamericanas, durante un periodo de buenas relaciones entre los Estado Unidos y las naciones de América Latina, y la cumbre produjo acuerdos para perseguir los acuerdos de libre comercio (FTAA).
Por el contrario, las Cumbres recientes, celebradas durante un periodo de discordia regional, resultaron mal. Dos de ellas, en Trinidad y Tobago en 2009 y una cumbre interina en México en 2003, fueron simplemente planas. No dejaron ninguna impresión memorable (excepto los intercambios entre el recientemente electo Barack Obama y el adversario de Estados Unidos Hugo Chávez en Puerto España), generaron poco interés o excitación y no tuvieron casi impacto en el desarrollo regional. Peor aún, la Cumbre en Argentina en 2005 claramente perjudicó las relaciones de EE.UU. con Latinoamérica.
Esto sucedió cuando las negociaciones por el Tratado de Libre Comercio de las Américas fueron efectivamente abandonadas y Chávez dedicó dos horas a denunciar a Estados Unidos. Es de notar que durante el periodo de siete años entre 2003 a 2009, las divisiones en las relaciones regionales bloquearon la implementación de la Carta Democrática Interamericana, que emergió de la Cumbre de Canadá en 2001 y fue mayoritariamente considerada como el resultado más importante de todas las reuniónes de presidentes.
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