Artículo del nuevo embajador argentino en Washington, posteado en el sitio web de la Embajada, en el día de ayer: "Los fondos buitre: ni inversión ni negocio, especulación de la peor"
Por Jorge Argüello
Formalmente, quieren ser reconocidos como “fondos de inversión”, fondos dispuestos a “asumir un alto riesgo para encontrar oportunidades”. Fondos que sacan del apuro a quien lo necesite comprando al menos por algo lo que parece inviable. Técnicamente, “instrumentos especializados en reestructuraciones”. Pero los conocemos bien: son “fondos buitre”.Compran por cientos para vender por millones sin ninguna invención productiva genial de por medio. Más bien lo contrario: su única herramienta es la especulación sin límites en tiempos de crisis. Ese tipo de fondos financieros se ganaron con justicia el mote de buitres cayendo sobre deudas de naciones de economías agonizantes para volar luego a los tribunales y reclamar a un valor nominal de 100 un título que se valuaba en la décima parte o menos.
Como declaró el año pasado el veterano ejecutivo de uno de los “fondos buitre” que ya desplegaba sus alas, esta vez, sobre España: “Crisis financiera y recesión es un entorno perfecto para esta industria, y además hay volúmenes de activos con problemas para aburrir”. (seguir leyendo en el link de arriba)
La relación con EE.UU. / Primera semana de gestión del embajador
Fijan límites para negociar con Washington en la nueva etapa
Argüello sostuvo que los fallos del Ciadi deben discutirse en tribunales argentinos
Horas antes de inaugurar su primera semana como embajador en Washington y abordar tratativas destinadas a desactivar los conflictos más urgentes entre la Argentina y los Estados Unidos, Jorge Argüello fijó los límites de su esfuerzo negociador al rechazar de modo público la "especulación" de los "fondos buitre", que quieren "aprovecharse" de la Argentina.
"Los fondos buitre: ni inversión ni negocio, especulación de la peor", es el elocuente título del artículo que el diplomático publicó en la página web de la embajada argentina en este país. La nota no sólo fue una llamada de advertencia en la paz de la tarde del domingo, sino que tiene elementos de definición política para las tratativas que encarará en ésta, su primera semana como embajador.Una de las más urgentes es la que tiene que ver con el reclamo norteamericano para que la Argentina pague más de 300 millones de dólares en fallos que el tribunal arbitral del Banco Mundial (Ciadi) produjo a favor de dos empresas norteamericanas, Azurix y Blue Ridge, en causas que éstas iniciaron contra el país.
No es un tema menor. La resistencia de nuestro país a hacerlo ha motivado una seguidilla de incomodidades en la relación bilateral: molestias con la Casa Blanca, comentarios del presidente Barack Obama, rechazo de los Estados Unidos a que la Argentina se financie en los bancos Mundial (BM) e Interamericano de Desarrollo (BID) y la amenaza inminente de que la Argentina sea expulsada del sistema generalizado de preferencias comerciales (GPS) que administra el representante comercial norteamericano (USTR, por sus siglas en inglés).
Todas estas medidas fueron celebradas por los tenedores de bonos de deuda en default, cuya influencia se hace sentir en el Capitolio norteamericano, donde respaldan a los legisladores -tanto demócratas como republicanos- que alientan castigos y presiones contra nuestro país, al que llaman a que "cumpla sus compromisos internacionales". Entre ellos, el de los papeles de deuda cuyo importe esperan cobrar.
La coincidencia en Washington es que la negociación por los fallos del Ciadi será, posiblemente, la primera prueba en la que se medirá "el nuevo clima" en la relación bilateral, del que se habla en Buenos Aires, y la "excelente oportunidad" para dinamizarla, de la que habló el propio Obama cuando, el miércoles pasado, recibió las cartas credenciales de Argüello.
Curiosamente, contra lo que podría pensarse, la Argentina sostiene que sí quiere pagar esa deuda, pero que quiere hacerlo conforme a la ley.
De acuerdo con la interpretación que de ella se hace en Buenos Aires, para ejecutar el cobro las empresas norteamericanas deben someterse a un proceso ante los tribunales argentinos. La visión del gobierno norteamericano es la contraria: que ese sometimiento a los tribunales de nuestro país no es procedente (dado que no lo contemplan los tratados bilaterales de protección de inversiones firmados por la Argentina) y que el pago debe ser automático.
"Actualmente, ante la persistencia de reclamos de unos pocos bonistas, la Argentina coopera judicialmente", sostuvo, ayer, el sugerente artículo de Argüello. "El país sostiene, sin embargo, su posición en términos de equidad y de no discriminación frente a pagos ordenados por algunos tribunales estadounidenses, apoyado en el derecho internacional y en la ausencia de un régimen acordado globalmente para enfrentar defaults soberanos", añade.
La aclaración es, tal vez, un poco críptica. Pero, según recogió LA NACION, entre líneas se lee la intención del diplomático de desactivar los posibles castigos contra la Argentina, sin, por ello, abjurar de la posición que ha venido manteniendo nuestro país en los dos últimos años, en el sentido de que el proceso sea sometido a trámite dentro de los tribunales locales.
No pasará mucho tiempo antes de que se sepa cuál es el destino de esa intención y, con ello, de la declarada nueva capacidad de diálogo de nuestro país en el poder norteamericano.
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