Programa completo de InfoCLACSO emitido el 19 de febrero de 2025.
Intervención de Leandro Morgenfeld a partir del minuto 67'.
Las relaciones entre Estados Unidos, Argentina y Nuestra América
Programa completo de InfoCLACSO emitido el 19 de febrero de 2025.
Intervención de Leandro Morgenfeld a partir del minuto 67'.
La visita de Marco Rubio a El Salvador —enmarcada en la primera gira del estadounidense por América Latina— ha cristalizado meses de acercamientos. El año pasado, Bukele fue uno de los invitados de honor a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), tuvo reuniones con Musk (al que llamó “una de las grandes mentes de nuestro tiempo”) y apoyó abiertamente el regreso de Trump al poder. Los dos líderes comparten círculo empresarial e ideológico. Enemigos de lo que denominan el discurso woke —en el que se incluyen los derechos humanos, el feminismo o la preocupación ambiental— y defensores de la política “de mano dura”, los dos hombres encabezan la ofensiva de la ultraderecha. Su alianza parece inevitable, ahora buscan hacerla, de uno y otro lado, rentable.
“Bukele se ha estado preparando para este momento desde hace cinco años. Él apostó a que Trump estaría de vuelta, puso muchísimos recursos haciendo lobby por él”, explica a EL PAÍS el investigador salvadoreño Manuel Meléndez: “Muy pocos líderes mundiales celebraron la victoria de Trump más que Bukele, es lo que ha estado anhelando, es un momento muy bueno para él”. El presidente centroamericano, que fue reelegido el año pasado, afronta su segundo mandato mucho más blindado, en una posición que el apoyo de Trump puede terminar de fortalecer.
El mandatario controla todos los poderes del Estado: el ejecutivo, el legislativo y también el judicial, lo que le permite pasar sin obstáculos reformas constitucionales, como la que autorizó su reelección. Nadie dentro de El Salvador puede oponerse sin consecuencias al clan Bukele. Al mismo tiempo, sigue gozando de una inmensa popularidad, algunos rankings lo colocan con una aprobación por encima del 90%. “Es un Gobierno muy popular y muy autoritario, que parece por momentos invencible, pero que sí le quedan ciertas amenazas: una de ellas es un escándalo legal en EE UU”, apunta Meléndez, quien trabaja en un doctorado sobre democracia y gobierno en Harvard, “una cosa es que El Faro [medio digital] revele el pacto con las pandillas y otra es que haya una sentencia relacionada en una corte estadounidense. Esto no deja dormir a Bukele”.
El investigador cree que un objetivo prioritario para el presidente es lograr la extradición a El Salvador de los líderes de las maras encarcelados en Estados Unidos, como El Crook, conocedores de las negociaciones de su Gobierno con las pandillas, que Bukele siempre ha negado. Otra meta clave de su relación con Trump, apunta, sería lograr un recorte de los fondos de cooperación estadounidenses con los que sobreviven periódicos y asociaciones independientes en el país: “Los pocos contrapesos que quedan en El Salvador han sobrevivido por estos fondos. Bukele sabe que si EE UU les retira su apoyo, estos actores que le son muy incómodos podrían desaparecer”. El propio presidente salvadoreño contó que ese tema fue uno de los primeros de los que habló con Trump cuando este ganó las elecciones el año pasado. “Si ‘lo único’ que Bukele logra en su relación con Trump son esas dos cosas, es una victoria enorme”, considera el investigador.
Además, el líder salvadoreño afronta en este segundo mandato un nuevo reto: la presión económica. Justo acaba de lograr un apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de dejar de considerar el bitcoin como moneda oficial en El Salvador, pero la situación en el país sigue siendo compleja. “La economía salvadoreña es frágil, tiene enormes desafíos de lucha contra la pobreza y las desigualdades”, explica Élodie Brun, del Colegio de México, “lograr la ayuda de Estados Unidos para obtener apoyos de forma bilateral o multilateral puede ser prioritario”. En esa misma línea, apunta Leandro Morgenfeld, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina: “Bukele tiene una necesidad financiera muy fuerte. Y nada se hace en el FMI sin la aprobación de EE UU, que es el único que tiene derecho a veto. La sobreactuación de sumisión total de Bukele es para conseguir este apoyo”.
Bukele sigue presumiendo de haber acabado con las maras y la inseguridad en el país, después de haber encarcelado a más de 83.000 personas (la organización Socorro Jurídico calcula que más de 3.000 fueron detenidas de forma arbitraria, sin ningún vínculo con las pandillas). Las muertes por tortura y falta de atención médica en las prisiones se han disparado: los presos mueren de hambre, acusados sin pruebas y sin derecho a un juicio dentro de las cárceles salvadoreñas. Pero ninguna de estas denuncias de violaciones a derechos humanos de instancias locales e internacionales le importan a Bukele, mucho menos a Donald Trump.
El Gobierno republicano ha recibido con los brazos abiertos la propuesta de Bukele de externalizar en El Salvador parte del sistema penitenciario estadounidense. “En un gesto extraordinario nunca antes realizado por ningún país”, escribió Marco Rubio. “Su compromiso de aceptar y encarcelar a criminales de cualquier país, incluidos los de pandillas violentas como MS-13 y Tren de Aragua, hará que Estados Unidos sea un país más seguro”, celebró el secretario de Estado, sin contemplar ninguno de los interrogantes legales que abre esta propuesta, en la que están “incluidos ciudadanos estadounidenses y residentes legales”.
“Esta propuesta puede despejar también un dilema para Trump sobre las deportaciones masivas, que es qué hacer con aquellos migrantes que no puede devolver a sus países de origen”, considera Brun, experta en relaciones internacionales de América Latina. Además, la investigadora menciona otros beneficios para el estadounidense de esta “propicia relación”: “Parte del poder de Bukele es simbólico, porque es una figura que inspira a líderes de extrema derecha, eso le sirve a Trump, a quien además le conviene tener a cuántos más aliados posibles”.
Porque el vínculo entre ambos no puede entenderse sin el marco latinoamericano. El republicano ha entrado en su segundo mandato con un discurso muy agresivo, que incluye desde la amenaza de aranceles a México y Colombia (además de Canadá) hasta su verborrea de anexarse el canal de Panamá. “La relación entre Bukele y Trump hay que leerla como parte de la iniciativa de Trump de poner una cuña a los principales Gobiernos de la región, romper la coordinación política y tratar de contrarrestar a México, Brasil, Colombia y Chile, que están en manos de Gobiernos socialdemócratas o de izquierdas no aliados con él”, expone Leandro Morgenfeld, que coordina el grupo de estudios sobre EE UU del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
En este tablero dividido, Trump cuenta con el apoyo acérrimo de Javier Milei, quien desde que fue elegido presidente de Argentina ha viajado nueve veces a Estados Unidos (una de ellas para la toma de posesión del republicano); y con el de Daniel Noboa, de Ecuador, o Santiago Peña, en Paraguay. “Es una muestra de cómo opera el corolario Trump de la doctrina Monroe: amenazas a los gobiernos que no se sometan e iniciativas muy neocoloniales para los que sí, como en Argentina y El Salvador, que están haciendo un seguidismo a las políticas estadounidenses”, apunta Morgenfeld, también profesor de la Universidad de Buenos Aires.
“Hay que plantear la sostenibilidad en el tiempo de esta relación”, abre el panorama Élodie Brun, “como pasa con muchas las alianzas de Trump, porque son caracteres muy complicados. Todo parece indicar que van a llevarse bien, pero sus agendas no siempre son las mismas. Es difícil verlo en este momento, pero podría ser hipotéticamente un límite en los derechos humanos o incluso Gaza, porque Bukele es descendiente de palestinos, aunque él detesta a Hamas porque es cristiano, su papá se convirtió islam. No creo que ahí tengan la misma posición”. Todavía es pronto, de momento, el idilio apenas comienza.
Sin zanahoria, Donald Trump avanza con la “diplomacia” del garrote. Pese a que las amenazas como tomar el control del canal de Panamá o expulsar a los palestinos de Gaza parecieran imposibles de llevar a cabo, la imprevisibilidad del mandatario estadounidense genera un estado de conmoción e incertidumbre, que en apenas dos semanas de Gobierno ya obtuvo algunas concesiones de sus principales socios comerciales que temen posibles consecuencias. Con el trasfondo de la potencia en cierto declive económico con respecto a China, gran parte de los mandatarios rechazan sus propuestas, pero parecieran más cerca de resignarse a ceder que enfrentarse a un futuro incierto.
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El pasado sábado Trump firmó un decreto para implementar un 25% de aranceles a países como México y Canadá con quienes mantiene un Tratado de Libre Comercio, además de un adicional del 10% a China. El argumento detrás de esa decisión es que busca combatir la inmigración irregular y el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo. Estados Unidos acusa al país gobernado por Xi Jinping de estar detrás del envío de precursores químicos que sirven para que en territorio mexicano fabriquen la droga zombie, por la cual mueren más de 70 mil estadounidenses al año.
La medida de los aranceles debía empezar a correr el pasado martes, y unas horas antes de que entre en vigencia el republicano acordó tanto con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, como el premier canadiense, Justin Trudeau, retrasar un mes la medida de imponer aranceles a las importaciones de esos países. A cambio, ambos mandatarios se comprometieron a reforzar la frontera, o incluso en Canadá sumar a la lista de terroristas a las organizaciones criminales, entre otras medidas que tomarán para evitar los impuestos de su principal socio comercial que podría generar una catástrofe económica en los tres países.
En el caso de China, desde el Gobierno anunciaron que responderán con más aranceles, que investigarán a Google por monopolio, y una decisión particular: van a denunciar a Estados Unidos en la Organización Mundial del Comercio por proteccionista. Es decir que un país comunista denunciaría ante la OMC por medidas estatales de protección al país conocido por abogar por el libre comercio. Algo que desde el país del norte hacían con respecto al estado asiático, cuando toma medidas como brindar apoyo financiero o en impuestos a los sectores automotrices, entre otros, en su territorio que consideran que genera una desventaja con respecto a otras industrias internacionales.
“El objetivo de Trump sigue siendo que las corporaciones estadounidenses que operan en países como México o China vuelvan a operar en Estados Unidos. Ya lo había hecho en su primer gobierno, la novedad ahora es que es mucho más rápido y fuerte. Vamos a ver qué tanto puede sostener un arancel de 25% a México en productos como textiles, autos, que se producen en territorio mexicano e importarlos con un 25% de aranceles implicaría un alza directa en el bolsillo de los estadounidenses. Hay que ver cuánto puede sostener esto en el tiempo o si solo es una forma de pegar para después negociar”, explicó a El Destape la investigadora de Conicet con sede en Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), especialista en Comercio e Inversiones, Luciana Ghiotto.
La especialista agregó que el trasfondo del argumento del combate a la migración irregular y las drogas, está la situación económica: “Trump usa la idea de fentanilo o migración como excusas porque es algo que un sector de la población plantea como problemas, pero el trasfondo es económico. El MAGA (haz grande a América otra vez) está basado en una reconstrucción económica. Trump está intentando bloquear el poderío chino económico y financiero y de los BRICS. Recordemos que sostuvo que si este bloque lanza una moneda común, iba a poner un arancel del 100% cuando quisieran exportar a Estados Unidos. Lo principal para él es garantizar el poderío económico de Estados Unidos frente al poderío chino”.
“En dos semanas hice más que Obama y Biden en 12 años”, escribió el republicano en sus redes cuando comenzaba a obtener algunas pequeñas victorias de sus aliados, tras amenazarlos. Uno de los más claros, además de México y Canadá que acordaron sumarse a la agenda de mayor militarización para combatir el tráfico de drogas y la migración, fue el caso de Panamá, que tras las acusaciones de tomar el Canal por sostener que China lo manejaba, desde el gobierno anunciaron que no renovarán su adhesión a la Ruta de la Seda, el megaproyecto de infraestructura que lleva adelante la administración de Xi Jinping. Podría sumarse también el caso del presidente colombiano, Gustavo Petro, que sostuvo que no recibiría en esas condiciones a los colombianos deportados y tras la amenaza de más aranceles, ofreció hacerse cargo incluso del traslado.
“Estamos viendo a un Trump con mucho más poder político, pero con un Estados Unidos más débil. Lo que busca es doblegar a cualquier gobierno que le ponga un límite. Tras la gira del secretario de Estado, Marco Rubio, por Centroamérica consigue que Panamá se retire de la Ruta de la Seda, consigue que Bukele (el presidente de El Salvador) plantee la posibilidad de recibir a miles de pesos de Estados Unidos y asimismo relanzan la base de Guantánamo para recibir hasta 30 mil presos. Cualquier gobierno pero en particular en América Latina que enfrente sus políticas va a recibir garrote, por eso digo que el corolario de Trump es mucho más garrote”, afirmó a El Destape el historiador, coordinador del grupo Clacso Estudios sobre Estados Unidos y autor de varios libros, Leandro Morgenfeld.
El historiador además recordó el caso argentino en medio de la disputa geopolítica entre Estados Unidos y China: “A diferencia de otras épocas, Estados Unidos no puede ofrecer tratados de libre comercio, o grandes inversiones en infraestructura a diferencia de lo que pasa con China que ya es el primero o segundo socio comercial de los países de la región, y que es un gran prestamista. A tal punto, que Milei que tiene una política de absoluta subordinación a Estados Unidos, el año pasado tuvo que recular con China porque le pidió que renueve los Swap y cambió su discurso”.
En ese sentido, Morgenfeld agregó algo no solo con respecto al país gobernado por Xi Jinping, sino también frente a otros países en fuerte ascenso: “Lo que está intentando Trump es frenar no solo a China sino los BRICS la India, Rusia, Brasil, Sudáfrica, entre otros. Ante el declive relativo de Estados Unidos, lo que hace es mostrar más músculo militar, político y diplomático para tratar de frenar el espiral de desdenceso económico y tecnológico en el cual se encuentra Estados Unidos frente al avance de actores como China o India”.
Entre tantos actores internacionales, hay uno clave y tiene que ver con el bloque europeo. En medio de la catarata de amenazas, si bien no hizo ningún anuncio formal, el republicano afirmó que Estados Unidos mantiene también un déficit con la UE porque, según él, su país compra autos y varios productos más, y no es recíproco por parte del viejo continente. Es por eso que desde la Unión miran con temor las próximas medidas que podría anunciar el presidente estadounidense, no solo en lo económico sino también en las decisiones que tiene que ver con romper con el multilateralismo como salir de organizaciones como la OMS, del Acuerdo de París, entre otros.
“Estados Unidos es un aliado principal para la UE. La alianza ha sido clave para décadas de paz y prosperidad. No existe en el mundo otros bloques con estos niveles avanzados de integración. EEUU y la UE representan el 30% del comercio global y el 40% del PBI mundial, el sector privado europeo provee trabajo a 3.5 millones de estadounidenses, entonces hay mucho en juego para ambos lados y hay que asegurarse que funcione. En una situación tan entrelazada, en una guerra de aranceles habrá solo perdedores, sobre todo también para Estados Unidos. Si se ponen aranceles, que hasta hora no es el caso, la UE reaccionará para proteger sus intereses”, explicó a El Destape el embajador adjunto de la Unión Europea en Argentina, Eran Nagan, sobre el cimbronazo mundial que generaría una medida así por parte de Trump.
En poco más de dos semanas, el mandatario amenazó con impuestos, con tomar el control de territorios como el más reciente el de Gaza, por el cual lo acusan de intentar llevar adelante una limpieza étnica al sostener que los palestinos deberían ser trasladados a otros países, entre otra tanta serie de propuestas que violan el derecho internacional, las leyes comerciales, derechos humanos, y un sinfín de irregularidades. Sin embargo, el hecho de ir tan a fondo, o como se dice con garrote, también ha generado atemorizar a quienes sin muchos cuestionamientos buscan encantar al mandatario para no ser castigados, veremos si esta estrategia le alcanza para volver a hacer Estados Unidos grande otra vez, o si genera una catástrofe económica, incluso en su propio país donde podrían verse afectados por una fuerte suba de precios en los productos.
Leandro Morgenfeld, doctor en Historia y especialista en Relaciones Internacionales, afirma que la sumisión de Javier Milei ante Estados Unidos “es una subordinación absoluta que no se observó, ni siquiera, en la era de las relaciones carnales» que establecieron Carlos Menem y Washington.
«Benemérito señor director, le pertenezco», le decía el empleado Gianni Lunadei a su jefe, Juan Carlos Mesa, en una exitosa telecomedia de la década de 1980. La frase era tan festejada que se incorporó al lenguaje popular. Una ironía de la adulación servil. ¿Se puede establecer una atrevida analogía entre aquella muletilla y algún rasgo actual de la política?
Quien está en condiciones académicas de desmenuzarlo es Leandro Morgenfeld, investigador del Conicet, docente, magíster en Historia Económica y autor de libros como Bienvenido Mr. President. De Roosevelt a Trump, Nuestra América frente a la doctrina Monroe. 200 años de disputa y Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos, entre decenas de artículos relacionados. Aquí el diálogo con la revista:
–¿Qué beneficios suponés que podría obtener Milei de Washington a cambio de las concesiones que le promete?
–Tal como decís, Milei está llevando adelante una política de postración absoluta de la Argentina. Está llevando las relaciones con Estados Unidos a un nivel de sumisión que no se había visto nunca en la historia, muy superior al de las “relaciones carnales” establecidas por el gobierno de Carlos Menem. Incluso mayor al primer período de la dictadura de Juan Carlos Onganía cuando hubo un entendimiento con Estados Unidos en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional en la Guerra Fría.
–¿Ni tampoco en otros gobiernos de signo neoliberal?
–Durante la presidencia de Mauricio Macri hubo un buen entendimiento con el gobierno de Barack Obama y después con la primera administración de Trump. Ahora es una subordinación absoluta. Es la primera vez que un jefe de Estado argentino estuvo en la ceremonia de asunción de un Presidente en Estados Unidos. Viajó siete veces a ese país en poco más de un año. No se pueden olvidar sus brutales declaraciones siempre en defensa de Elon Musk.
–¿Es viable o posible su intento de reflotar el tratado de libre comercio de las Américas, el ALCA, sepultado por la región Latinoamericana en la histórica Cumbre de Mar del Plata?
–Lo reafirmó en declaraciones a medios estadounidenses. Busca cerrar un tratado comercial bilateral con Estados Unidos y de esa manera se cortaría solo. Es decir, en los hechos, rompería el Mercosur que sólo admite acuerdos en bloque.
–¿Es un ariete de las políticas de Washington?
–Milei muestra ser una cuña muy funcional a Estados Unidos. Pero no solo para destruir las capacidades del Estado argentino y su soberanía, sino también para tratar de destruir cualquier posibilidad de cooperación y coordinación política a nivel regional. Al contrario de lo que se supo hacer en tiempos recientes con la Comunidad Sudamericana de Naciones, la Unasur y la CELAC. Y con gobiernos de derecha muy duros, como el de Álvaro Uribe en Colombia, por poner un ejemplo.
–¿Sería como llevar el modo “topo” al nivel latinoamericano?
–Está dispuesto a dinamitar todo. Y por eso lo aplauden y palmean tanto. Les es muy funcional. Eso en el plano geopolítico. En el plano económico le van sacando cosas. En cada foto que se saca Milei con representantes del trumpismo y con jefes de las principales corporaciones, atrás hay negocios. Como el control de la Hidrovía o la promesa de una base militar en Ushuaia cerca del canal de Beagle y de la Antártida.
–Territorio hacia el cual Trump no giró su mirada, por ahora.
–Es el otro paso bioceánico estratégico para Estados Unidos y para la OTAN. También el caso de la privatización de la metalúrgica IMPSA. O entregar a capitales norteamericanos empresas públicas que Milei quiere privatizar. O el reactor atómico CAREM. O los satélites de ARSAT. Una política de entrega absoluta como no se vio antes en la historia.
–Pero ¿hay un toma y daca que beneficie en algo a la Argentina?
–Lo que puede obtener son algunas inversiones y un apoyo en la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Que le manden préstamos frescos. Fondos que puedan sumarse al dinero que entró por el blanqueo. Tener así un colchón financiero para poder llegar con el dólar más o menos estable a las elecciones de medio término en octubre. Y aumentar su caudal político de cara a la segunda parte de su presidencia. Esa es la ecuación que arma Milei.
–Por el momento hay más ruido que nueces para Argentina.
–Se asegura respaldo político con la presidencia de Trump. Por eso el lugar que le dan en mitines y otros encuentros internacionales de sectores ultra reaccionarios como la conferencia de acción conservadora CPAC. Todo se consolidó con su discurso en la reunión en la casa de Trump en Mar-a-Lago en noviembre.
–¿En qué se basa su acumulación política?
–Su actitud le permite tener una acumulación política externa e interna. A cambio de eso, cede soberanía y negocios en forma absoluta. Esto es muy preocupante y una desgracia para la historia de América Latina. Y una desgracia para la historia que supo tener la Argentina de plantear principios en materia diplomática muy importantes. Y ni hablar de la cesión en los reclamos por Malvinas. Son dejados de lado en instancias multilaterales, después de años de haberlos construido, con todo tipo de gobiernos.
Un garrote muy grande
–¿Cuán serias son las advertencias expansionistas de Trump?
–Primero hay que tomarse muy en serio las amenazas sobre la intención de Trump de retomar el control del canal de Panamá. Ya no lo dijo como candidato o presidente electo, sino que lo repitió en su discurso de asunción. Estados Unidos tiene un historial muy nefasto en Panamá. Promovió la decisión de una parte de Colombia en su formación, después de haber tenido allí un control casi semicolonial. Lo hizo con bases militares y usurpación de parte del territorio. Al pueblo panameño le costó décadas de lucha recuperar el control del Canal. De hecho, fueron claves las revueltas y las movilizaciones de los años sesenta. Forzaron las negociaciones del acuerdo que el presidente James Carter firmó con su par Omar Torrijos para una devolución paulatina. Hace un cuarto de siglo que Panamá ejerce soberanía plena.
–¿Es esperable ver otra vez a marines invadiendo Panamá como en 1989?
–En aquel año fue la última invasión militar con más de 20.000 marines causando cientos de víctimas. O sea que no es algo para tomarlo a la ligera. Ahí las bibliotecas se dividen en dos. Todo lo que digamos sobre qué puede pasar a futuro es bueno en términos provisorios. Por supuesto que estamos avanzando en un escenario geopolítico bastante inédito y con una presidencia de Trump distinta a la primera y bastante inédita también.
–¿La actitud de Trump se inserta en el conflicto global con China que opera activamente en el Canal?
–Efectivamente es un sector estratégico. Es uno de los dos pasos bioceánicos entre el Atlántico y el Pacífico. Estados Unidos dice “vamos a reforzar nuestro control”. Lo hace en lo que se llamó históricamente su “patio trasero”, de acuerdo con la Doctrina Monroe para la Seguridad Nacional. Otra lectura es que sea una bravuconada de Trump, como tantas otras. Tal vez consiga, por ejemplo, mejores condiciones en Panamá, país que viene hace unos años en un proceso de mayor entendimiento con China. No solo desde el punto de vista comercial sino desde otros aspectos.
–¿Sería como sacudir el tablero para luego negociar?
–Puede hacerlo para negociar una rebaja de las tarifas de los buques norteamericanos o una mayor presencia militar. También para lograr una política mucho más dura por parte de Panamá para forzar un bloqueo de los centenares de miles de personas que cruzan cada año a través del Tapón del Darién, que es un paso migratorio fronterizo para ir hacia el norte de Centroamérica, a México, y después a Estados Unidos. En fin, es una estrategia como muchas otras de golpear la mesa fuerte y luego negociar. Para cuál de estos dos lugares va a ir, no lo sabemos.
–¿Y cómo reaccionará Latinoamérica? Fue muy fuerte la presión a Colombia para que aceptara la deportación de migrantes.
–Es muy importante analizar cómo está reaccionando América Latina. No solo a nivel gubernamental sino a nivel de sus organizaciones sociales, políticas, sus pueblos. Estoy viendo declaraciones muy importantes de defensa de la soberanía de Panamá. Lo mismo que está ocurriendo con México frente a estas agresiones de un imperialismo casi decimonónico.
–¿Es un retorno a las políticas agresivas de Theodore Roosevelt de principios del siglo XX?
–Está reivindicando Trump la política del ‘Gran Garrote’ de Theo Roosevelt. Tiene un secretario de Estado como Marco Rubio, un halcón trumpista que va a ejecutar una política muy agresiva hacia América Latina. Esto tiene que ver con algo más general: Estados Unidos asumiendo que no puede ser ya una potencia con despliegue global como lo era al principio de la posguerra fría, sino que va a recostarse en el continente americano.
–¿La expansión se extiende a Groenlandia?
–Intenta meter una cuña entre los habitantes de Groenlandia y Dinamarca, de la cual depende. Y avanzar a una estrategia de negociación para anexarse Groenlandia o bien generar un control de ese territorio en mejores condiciones teniendo en cuenta que eso sería clave para acceder al Ártico. Tener un incremento en su posición en el Polo Norte y disputarle a Rusia la presencia estratégica en un lugar que tiene recursos claves. El control, frente a otras potencias, de una de las regiones del planeta menos habitada y con menos reparto del mundo.
–¿Hasta qué punto lo puede tolerar la Unión Europea?
–La duda es si Europa va a seguir con esa deriva de los últimos años. La de ir profundizando su inercia hacia una irrelevancia estratégica subordinándose a Estados Unidos. O si Europa va a plantarse frente a Trump con una posición más autónoma. Hay una crisis que están atravesando algunos de los principales gobiernos de Europa. No se ve un liderazgo como en su momento pudo ser el de la alemana Ángela Merkel, con un caudal político que le posibilitaba mayor autonomía. Como para discutir la cuestión de Groenlandia, el conflicto en Ucrania o el vínculo con Rusia.
–¿Qué pasará con Canadá, la otra pieza del plan trumpista?
–Esa es una muestra más para entender si lo que está planteando Trump es un barajar y dar de nuevo. No sólo con China, el adversario más importante de toda la clase dominante en Estados Unidos. También con sus socios tradicionales. Quiere que la OTAN aumente sus presupuestos militares. Lo mismo dijo de Taiwán, de Japón, etcétera. Y es otra bravuconada que Canadá pase a ser el estado 51º de Estados Unidos. Con la renuncia adelantada de Pierre Trudeau puede haber un cambio de signo político en Canadá. Es todavía muy pronto avizorar si quien gane las elecciones canadienses asumirá la agenda de Trump y, entre comillas, rendirse. Cumplió la promesa de establecer aranceles del 25 por ciento para las importaciones de Canadá y México (por ahora suspendidos). A China le impuso el 10 por ciento. Esto implica llevar la guerra comercial y el proteccionismo de Estados Unidos a una escala superior.
Tenga piedad, Mr. President
–¿Cómo se comportará Trump frente a la firmeza que mostró la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum?
–Trump está preparando el escenario para una futura renegociación tripartita del acuerdo comercial TMEC en el norte de América. Esto sería imponer más condiciones a México que depende fuertemente de sus exportaciones al mercado estadounidense.
–¿Hasta qué punto se puede tensionar la controversia migratoria con México?
–Hay una serie de presiones contra México militarizando esa frontera tan caliente. Incluso si Estados Unidos toma a los carteles de la droga que operan en ese país como organizaciones terroristas, habilitaría la incursión de ataques armados. Esto atañe a todos los países de Centroamérica y Sudamérica. Por México entran buena parte de los inmigrantes indocumentados. Sheinbaum dijo que no va a agachar la cabeza. Trump tiene un discurso e iniciativas absolutamente xenófobas e hispanofóbicas, de estigmatización. Una obispa de Washington se lo dijo en la cara: que tenga piedad. Si Trump cumple con la mayor deportación de la historia, de un millón de personas, esto significaría un desastre humanitario. Esto generaría una explosión de tensiones sociales en la región.
–¿Qué rol puede jugar Trump en Medio Oriente después de llamar a “limpiar” Gaza? ¿A Benjamín Netanyahu no le queda otra que seguir la guerra para mantener apoyo interno y no caer?
–Lo de Netanyahu es complejo y con muchas aristas. Tiene un vínculo personal muy fuerte, muy profundo con Trump. Político e ideológico. La gran duda es si Trump va a forzar un alto el fuego más duradero o le va a dar aire para que escale en un conflicto con Irán.
–¿Es posible que los llamados milmillonarios tecnofeudales, como Musk, alcancen una supremacía mundial?
–Estamos viendo algo inédito. El poder económico más concentrado en Estados Unidos es el de los CEOS de las grandes tecnológicas. Musk, el hombre más rico de la tierra, parece ejercer una especie de copresidencia. Son dos machos alfa que se van a disputar también el poder. Cómo se va a desarrollar el vínculo y el poder supremo político y económico de Trump y Musk es una de las principales incógnitas. Hay que mirar la injerencia de Musk en sistemas y procesos políticos en el mundo. Apoya abiertamente a los neonazis de Alternativa por Alemania de cara a las próximas elecciones. Estamos teniendo algo que nunca vimos en la historia y es la administración directa, casi sin mediaciones, del gobierno de Estados Unidos por las 10 corporaciones que dominan la economía norteamericana.
–¿Qué puede pasar con Cuba y Venezuela?
–Marco Rubio es un cruzado, un halcón. Plantea directamente que hay que impulsar cambios de gobierno y régimen en Cuba, Venezuela y Nicaragua. Y una política muy dura y agresiva contra todos los gobiernos no alineados en la región. Es una muy mala noticia para nuestra América. Pero también es una oportunidad para que, más allá de la diversidad de gobiernos, vuelvan a plantearse mecanismos de coordinación y cooperación política. Que se respeten principios históricos como el de autodeterminación de los pueblos. La no injerencia. Y negociar cualquier tipo de acuerdo con Estados Unidos y otras potencias desde una posición conjunta.
Revista Malas Palabras
La reasunción de Trump marca un giro en la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina. Este nuevo enfoque, el “Corolario Trump” de la bicentenaria Doctrina Monroe, se caracteriza por mucho garrote y poca zanahoria: amenazas, sanciones, y poco para ofrecer en materia de ayuda económica o acceso a su mercado interno.
Por Leandro Morgenfeld, analista internacional.
En este segundo mandato, Donald Trump tiene más poder político que en el primero, pero a la vez gobierna un Estados Unidos más débil, que va siendo relegado, sobre todo desde el punto de vista económico, por China y otros países emergentes. Desde sus primeras semanas en el poder, Trump ha dejado en claro que su administración no solo busca reafirmar la hegemonía estadounidense en la región, sino también llevar a cabo una suerte de reedición agresiva de la doctrina Monroe, que hace poco más de 200 años planteó a América Latina y el Caribe como el patio trasero de Estados Unidos.
Esto ya se tradujo en un endurecimiento de las relaciones con México y Canadá, sus dos principales socios comerciales junto a China, la ambición de anexar Groenlandia, la amenaza de recuperar por la fuerza el control del Canal de Panamá, el ataque a gobiernos considerados adversarios como Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero también aquellos no alineados -como los Colombia, Brasil, Bolivia, Honduras o Chile- y el uso de aranceles comerciales como una herramienta para reforzar los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos.
Para esto, necesita dividir para reinar, es decir, evitar que la propuesta de la Patria Grande, esbozada hace dos siglos por Simón Bolívar, pueda fructificar. Para cumplir este objetivo de doblegar las resistencias en América Latina, ciertos gobiernos, como el Ecuador, El Salvador o la Argentina, le son muy funcionales a la Casa Blanca. En particular, Javier Milei ha sido un elemento clave para horadar la coordinación política latinoamericana e impulsar una agenda anti-derechos, alineada ideológicamente con la de Trump. La sumisión del presidente argentino, que realizó ocho viajes a Estados Unidos desde que asumió, y que este mes realizará el noveno para participar nuevamente de la conferencia ultraconservadora CPAC, llega a niveles muy superiores a los de las relaciones carnales de la década de 1990.
Para cumplir el objetivo de doblegar las resistencias en América Latina, ciertos gobiernos, como el Ecuador, El Salvador o la Argentina, le son muy funcionales a la Casa Blanca. En particular, Javier Milei ha sido un elemento clave para horadar la coordinación política latinoamericana e impulsar una agenda anti-derechos, alineada ideológicamente con la de Trump.
Uno de los primeros movimientos de Trump en su segundo mandato fue poner en cuestión los términos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), rebautizado como USMCA o T-MEC (Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá). Aunque este acuerdo ya había sido revisado durante su primer mandato, Trump ha insistido en imponer condiciones aún más favorables para Estados Unidos, utilizando la amenaza de aranceles punitivos como herramienta de presión. México, en particular, ha sido objeto de un trato especialmente duro, con amenazas de cerrar la frontera y aumentar los controles migratorios si no se cumplen las demandas estadounidenses en materia de seguridad -militarización de la frontera- y comercio. Canadá, por su parte, ha enfrentado presiones para abrir aún más su mercado agrícola y de energía a las empresas estadounidenses, lo que ha generado tensiones en una relación históricamente más equilibrada.
El 1 de febrero Trump anunció aranceles del 25% para las importaciones de esos dos países, provocando un cimbronazo de las bolsas este lunes. Finalmente, tras una negociación relámpago con Claudia Sheinbaum y Justin Trudeau, los mismos fueron suspendidos por 30 días. Este endurecimiento con países limítrofes de Estados Unidos refleja una visión de América del Norte como un espacio económico y político dominado por Washington, donde los intereses de México y Canadá deben subordinarse a los de la potencia hegemónica. Este enfoque no solo busca consolidar el control económico de la región, sino también enviar un mensaje claro al resto de América Latina y el Caribe: bajo el Corolario Trump, no habrá espacio para la autonomía o la resistencia. Incluso Trump ya declaró que pretende que Canadá pase a ser el estado 51 de la Unión.
Otra de las acciones que ha generado alarma en la región es la amenaza de Trump de recuperar el control del Canal de Panamá. Aunque el nodo marítimo fue devuelto a Panamá en 1999 tras una larga lucha de 85 años y la firma de un acuerdo bilateral, Trump ha sugerido que Estados Unidos podría reclamar su control si considera que no se está gestionando de acuerdo con sus intereses estratégicos. Declaró que el país centroamericano había entregado a China el control del estratégico paso interoceánico. Esta amenaza no solo es un ataque directo a la soberanía panameña, sino también un recordatorio de que, bajo el Corolario Trump, los acuerdos y tratados internacionales pueden ser revisados o revocados si no sirven a los intereses inmediatos de Estados Unidos. En su primera gira internacional, el secretario de Estado Marco Rubio, un halcón devenido en ferviente trumpista, consiguió el compromiso del presidente José Mulino de retirar a Panamá de la Ruta de la Seda, un proyecto estratégico chino al que había adherido ese país en 2017, siendo el primero de más de 20 países de la región que luego lo secundaron.
En línea con su política de cero tolerancia hacia los gobiernos que considera adversarios, Trump ha renovado una ofensiva contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. El martes 4 de febrero Marco Rubio declaró que “Estos tres regímenes que existen, Nicaragua, Venezuela y Cuba, son enemigos de la humanidad y han creado una crisis migratoria. Si no fuera por esos tres regímenes, no habría una crisis migratoria en el hemisferio”. En el caso de Cuba, ha vuelto a colocar al país en la lista negra de promotores del terrorismo, y se espera que amplíe las sanciones económicas, incluyendo la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, que permite demandar a empresas que negocien con propiedades expropiadas tras la Revolución Cubana. En Venezuela, sin embargo, a inicios de febrero Richard Grenell, enviado de Trump, llegó a Caracas y se entrevistó con el presidente Nicolás Maduro, no reconocido por la oposición luego de las elecciones de 2024.
En el caso de Cuba, ha vuelto a colocar al país en la lista negra de promotores del terrorismo, y se espera que amplíe las sanciones económicas, incluyendo la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton, que permite demandar a empresas que negocien con propiedades expropiadas tras la Revolución Cubana. En Venezuela, sin embargo, a inicios de febrero Richard Grenell, enviado de Trump, llegó a Caracas y se entrevistó con el presidente Nicolás Maduro, no reconocido por la oposición luego de las elecciones de 2024.
Una de las herramientas favoritas de Trump para imponer su voluntad ha sido el uso de aranceles y la amenaza de guerras comerciales, como la que inició, en particular contra China, en marzo de 2018. En estas primeras semanas de su nuevo gobierno, ha anunciado nuevos aranceles sobre productos latinoamericanos, argumentando que los países de la región están aprovechándose del mercado estadounidense. Estas medidas no solo buscan proteger a las industrias locales, sino también forzar a los países latinoamericanos a aceptar condiciones comerciales más favorables para Estados Unidos. La guerra comercial no es solo un instrumento económico, sino también político. Al debilitar las economías de la región, Trump espera aumentar la dependencia de estos países hacia Estados Unidos, consolidando así su control sobre América Latina.
A nivel más general, el 1 de febrero impuso también aranceles del 10% para las importaciones provenientes de China, con la excusa del flagelo del fentanilo, lo cual provocó una respuesta de Pekín, gravando las compras de ciertos productos estadounidenses. Hay temor global por una posible escalada de la guerra comercial, lo cual podría generar un nuevo cimbronazo económico mundial.
A nivel más general, el 1 de febrero impuso también aranceles del 10% para las importaciones provenientes de China, con la excusa del flagelo del fentanilo, lo cual provocó una respuesta de Pekín, gravando las compras de ciertos productos estadounidenses. Hay temor global por una posible escalada de la guerra comercial, lo cual podría generar un nuevo cimbronazo económico mundial.
El inicio del segundo gobierno de Trump en 2025 ha marcado un punto de inflexión en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Con su Corolario Trump, el presidente estadounidense pretende llevar la bicentenaria y anacrónica doctrina Monroe a un nuevo nivel de agresividad, utilizando una combinación de coerción económica, amenazas militares y alianzas estratégicas para reafirmar el dominio de Washington en la región, luego de años de relativa pérdida de influencia. Mientras China se transformó en primer o segundo socio comercial de casi todos los países latinoamericanos, además de inversor y prestamista, Estados Unidos tiene cada vez menos para ofrecer desde el punto de vista económico.
Esta ofensiva de la Casa Blanca no solo tiene implicaciones profundas para la soberanía y la autonomía de los países latinoamericanos, sino que también plantea un escenario de creciente tensión y conflicto en el continente. En este contexto, la resistencia y la unidad de los pueblos latinoamericanos, retomando las instancias e iniciativas de coordinación y cooperación políticas e integración regional que se construyeron al inicio de este siglo, serán más necesarias que nunca para defender su derecho a la autodeterminación y a un futuro libre de intervenciones extranjeras.
"Claver-Carone es abogado y tiene una trayectoria política y en instituciones importante, por lo que se entiende que haya apoyado la mediación y logrado que se pongan de acuerdo. Se habla de que el Gobierno de Trump va a imponer, pero también tienen que negociar, aunque por supuesto no lo va a decir públicamente", dijo a Sputnik la politóloga argentina Silvina Romano.
Hablamos con Leandro Morgenfeld, historiador, investigador del CONICET, especialista en Estados Unidos y autor del libro "El legado de Trump en un mundo en Crisis", sobre el impacto de la asunción de Donald Trump en Argentina y en el mundo.
"No coincido con el diagnóstico de Guillermo Moreno. Si hay una cosa cierta que Donald Trump expresa a una parte de la clase dominante norteamericana que es crítica del globalismo que los últimos gobiernos demócratas representaron. Una de las estrategias de la clase dominante norteamericana para mantener su presencia hegemónica a nivel mundial era poner las reglas del comercio internacional, de las relaciones financieras. Querían tratar que China entre en la organización mundial del comercio, como lo hizo hace 25 años, para que este proceso de transnacionalización del capital se haga con su comando"
"Estados Unidos viene perdiendo posiciones, está en un proceso de declive relativo. Si bien sigue siendo la principal potencia, hay muchos indicadores económicos y desarrollo tecnológico que muestran que Estados Unidos va perdiendo posiciones. Se está desindustrializando, hay un proceso de desdolarización a nivel global y en la última medición Estados Unidos tiene apenas un tercio de las patentes tecnológicas que inscribió China -que en el 2023 tenía el 40 y pico porciento de las patentes-"
"China exporta el doble que Estados Unidos, tiene un PBI industrial que es la suma de Estados Unidos más Alemania y Japón. La discusión en Estados Unidos es como hacen para recuperar o mantener esa posición hegemónica. Trump está expresando otra estrategia, que es de repudio de las organizaciones multilaterales, de redefinición de sus vínculos con sus aliados y que tiene nacionalismo económico"
"De ahí que Moreno diga qué es lo mismo que el peronismo y que los peronistas esperaban esto. Para mí está en la antípodas porque el nacionalismo no es lo mismo. El nacionalismo británico del siglo 19, que se comió el mundo y que creó un imperio que dominó los 5 continentes, era un nacionalismo imperialista. Trump expresa al sector de las corporaciones más concentradas de Estados Unidos, va a tener el gabinete de mil millonarios más importante de la historia. Va a tener sentados en un rato en primer afila a las tres personas más ricas del mundo"
"Va a tener a Elon Musk en una posición clave de destrucción del Estado de Bienestar de Estados Unidos, va a ser el Federico Sturzenegger de Estados Unidos. Lo va a tener Mark Zuckerberg, Jeff Bezos. Muchos críticos de Trump y que eran parte de esa élite globalista que apoyaron siempre a los demócratas, como el dueño de Meta, están poniendo guita para financiar la inauguración de hoy. El propio Bill Gates, Google, Microsoft, pusieron dinero para la asunción de Trump, es el Estado administrado por sus dueños"
"¿Cómo va a ser el peronismo? Si impulsan una profunda redistribución regresiva de los ingresos en Estados Unidos y en todo el mundo, porque van a venir por nuestros recursos. El que está abrazándose con Trump, Elon Musk y toda la élite de Estados Unidos es Javier Milei, no es ningún referente peronista. Los presidentes que van a estar en Washington son presidentes de la ultraderecha del mundo, no los presidentes nacional y popular, reformista o de izquierda que hay en América Latina. No está Petro, Boric o Lula"
"Milei dice que el estado hay que destruirlo y Trump dice eso hacia dentro. Él en su primera presidencia hizo y va a hacer una desregularización total, por eso lo están apoyando las grandes tecnológicas. No va a poner ninguna regulación, van a hacer que el gran capital de Estados Unidos pueda ganar más y que la sociedad sea más desigual. En eso es parecido a Milei, pero hacia afuera está planteando un nacionalismo económico. Va a plantear volver a la guerra comercial que él arrancó en 2018 contra China y que afectó a varios países"
"Moreno dice que Trump dice que hay que industrializar Estados Unidos y que el proteccionismo es bueno. Como ese discurso choca con el de Milei, se puede interpretar que nos da mejores condiciones para decir que hay que aplicar una política industrialista. La superficie podría ayudar, pero Trump es ultra neoliberal hacia dentro de Estados Unidos. Quiere destruir todo lo que tenga que ver con el Estado de Bienestar, las políticas de estado de fomentar la distribución del ingreso, que sea más igualitaria y con mayor presupuesto en salud"
"Una de las cosas más polémicas que anunció es que va a cerrar el Ministerio de Educación, es una de las cosas que más resistencia tiene en las encuestas. No tiene nada que ver con el peronismo o el nacionalismo tercermundista. Quiere que Estados Unidos sea más fuerte, que Argentina le regale todo el litio. Eso es lo que va a hacer Milei con la ley de Hidrovía, poner bases militares, vendernos más aviones o armamento para que hagan negocios el complejo industrial militar en pos de defender el capital norteamericano. No es bueno para la Argentina, es una calamidad para Argentina teniendo un gobierno como el de Milei"
"Me parece grave lo de Moreno. No para recaer en él, pero el globalismo abrazó la agenda de las minorías y eso está en crisis y ellos dicen que está bien porque era una calamidad para los pueblos del mundo. Entonces hay que hacerse conservador desde el punto de vista social, atacar a minorías, movimientos feministas, a los inmigrantes, a los docentes y lo que hay que plantear es lo contrario”
“Tenemos que pensar políticas económicas a favor de la industrialización, que tengan un contenido de nacionalismo de desarrollo de los países latinoamericanos y que contengan las demandas de los pueblos originarios, el desastre ecológico que acecha al mundo, limitar el poder de las grandes corporaciones"
"El gobierno de Brasil y Chile están en una compulsa con las grandes corporaciones norteamericanas porque está en discusión la soberanía del estado. Lula y la corte se enfrentaron con Elon Musk, hay discusión con Mark Zuckerberg. Quieren controlar la materia prima del capitalismo que es el control de los datos, si reventamos nuestros estados como quiere Milei, le regalamos nuestra soberanía a esas 4 o 5 corporaciones que concentran el poder y que van a estar ahí sentadas aplaudiendo en primera fila a Trump”
“Lo ponderan a Milei porque es muy funcional a su estrategia de que le demos el Litio, la Hidrovia, controlar el gobierno de Argentina y que el FMI nos gobierne con sus políticas neoliberales. Eso se discute hoy en la relación con Estados Unidos"
"Lo que dicen los sectores de ultraderecha es que el problema es la agenda progresista. El marxismo cultural impulsa una agenda woke que es la agenda de las minorías, tiene un origen en la lucha de los derechos civiles de las minorías afroamericanas en los años 60 en Estados Unidos. Lo que dicen es volvamos al hombre blanco que hasta los años 50 tenía el poder en el interior de su familia, que las mujeres no jorobaban con esto de la igualdad de género, que las minorías LGTB no pretendía que no se las mataran, que los inmigrantes no planteaban que tenían derechos de vivir en las mismas condiciones"
"Quieren volver a un capital que no tenga ningún control del estado y que no apañe ninguna de las demandas de estos movimientos. Va a haber varios decretos diciendo que se acabó con la Educación Sexual Integral porque hay varios padres conservadores que no quieren que la escuela se meta en eso. Va a terminar con cualquier política que tenga que ver con la prevención de los abusos sexuales, de la igualdad de género, los derechos de la minorías sexuales. Eso va a tener una agenda muy conservadora"
"En algunos de los decretos que va a firmar hoy Trump, ya dijo 'basta con que haya personas trans en el ejército, basta con permitir que haya maestros trans en Estados Unidos'. Va a tener una política durísima con los más de 11 millones que viven en Estados Unidos que no tienen documentos, va a hacer una deportación masiva"
"Hay un hartazgo con la hipocresía de las elites globalistas, con el hartazgo del progresismo. Hay un corrimiento hacia la derecha muy fuerte en Estados Unidos y en otros lugares de occidente, nosotros lo vivimos en Argentina también. Está esta especie de revancha de los que se vieron limitados por el discurso progresista o lo políticamente correcto. Todos se están encolumnando con este nuevo sentir mayoritario, que igual tiene mucha resistencia en Estados Unidos. Trump sacó 1 de cada 3 votos de las personas que estaban habilitadas para votar, sacó el 33% del padrón"
"Hay una especie de encuadre. Facebook dijo que va a dejar de moderar los discursos de odio contra las minorías sexo genéricas, Disney va a dejar de hacer política y que la familia determine lo que ellos quieran, volvemos al Disney racista y misógino histórico. Todos se encolumnan en este discurso de que todo esto se acabó y vamos de nuevo a los machonomics, como dijo Milei"
"Hay que ver como se a da la relación entre Trump y Musk. Son dos machos alfa, Musk tiene más de 400 mil millones de dólares y va a ser una suerte de co-presidencia. Como se van a llevar estos dos machos alfas en esta conducción del estado más poderosos de la tierra es un gran signo de pregunta"
Mientras en Estados Unidos coronan a Donald Trump como el 47º presidente en la historia norteamericana, el investigador del CONICET, Leandro Morgenfeld reparó en que, a diferencia de la primera presidencia, hoy Trump asume “mucho más poderoso” porque lo hace controlando “las dos Cámaras del Congreso, la Corte Suprema. Y además logró domesticar al Partido Republicano y conformar un gabinete lleno de multimillonarios”.
En contacto con “TER” por Radio Provincia, el también historiador dijo que la asunción del empresario le provoca un “rechazo absoluto” y consideró que en este contexto “los movimientos populares y progresistas en todo el mundo, tenemos que volver a tener un proyecto vinculado a la necesidad de los trabajadores y relacionado a buscar la ampliación de derechos y no de restricción de los mismos para lograr una sociedad cada vez más igualitaria”.
Morgenfeld señaló que si bien, Trump “es uno de los pocos presidentes norteamericanos que perdió la reelección” hoy accede a una segunda presidencia, pese a que “ lo daban como muerto político”.
Además, enfatizó que tras perder la reelección con Joe Biden “el trumpismo no sólo no desapareció” sino que ahora vuelve a colocar a su lider como cabeza de Estado. Pero, advirtió que si bien internamente “va tener mucho más poder” paralelamente se va a encontrar con un Estados Unidos “más débil que hace 8 años” y en “declive hegemónico” porque “EEUU está perdiendo posiciones desde el punto financiero, monetario e industrial” en el mundo por el crecimiento de la economía China y otros países emergentes.
En ese marco, Morgenfeld describió que su presidencia traerá una “impronta fuerte” que ya se puede ver en los “más de 100 decretos que hoy mismo se van a conocer” . Acto seguido admitió que si bien “tiene el poder político” para “modificar muchísimas cosas. La gran pregunta es si va a recuperar la hegemonía que se viene perdiendo desde 2008 o si va a terminar profundizando la crisis, ya que sus propuestas plantean una discusión con aliados históricos y estratégicos. De hecho, ya hay muchos gobiernos europeos que están absolutamente temerosos a las políticas de Trump”.
Además, estimó que “habrá un repliegue relativo de las fuerzas militares norteamericanas en el mundo. Pero, paralelamente se desencadenará una política más dura en lo que ellos llaman despectivamente su patio trasero" y que no es ni más ni menos que América Latina.
“Habrá una política muy dura para Latinoamérica y esto es una muy mala noticia para nosotros, porque tenemos al gobierno más entreguista y alineado con Estados Unidos de toda la historia nacional” lamentó el historiador y continuó “cada foto de Milei nos cuesta, e implica la pérdida de soberanía, porque entrega la hidrovía, Vaca Muerta, el litio y hasta promete una base norteamericana ubicada estratégicamente…”.
Además, dificulta la sinergia latinoamericana porque “los países de la región no están en esa. Hablo de casos, como México, Brasil, Colombia, Chile o Bolivia. En cambio, nosotros estamos en el club de la ultraderecha, un grupo marginal integrado por el gobierno de Bukele, en El Salvador, o la administración pronorteamericana de Ecuador o Paraguay”.
“Este grupo lo encabeza Trump y Milei como exponente en el cono sur se ha convertido en una piedra en el zapato para fomentar la desintegración regional,” describió Morgenfeld y señaló que esta situación le está haciendo mal a la Argentina y a la toda región porque mientras “el mudo gira a los BRICS, y hacia los países emergentes, Milei se abraza de manera acrítica e individual a un presidente que va a gobernar con un gabinete de millonarios, torpedeando la integración regional”.
Por lo tanto, al ser consultado sobre donde hay que mirar cuando el sistema de Trump se desborde, el entrevistado recomendó “dejar de pensar en lo que pasa en Europa y empezar a pensar en un mundo multipolar" ya que "están pasando muchas otras cosas”.
En ese marco analizó que si bien, “no hay liderazgos fuertes en Europa para hacerle contrapeso” a Trump, “México, que es la mayor democracia de Iberoamérica, no siguió con la oleada ultraderechista. Y en Brasil, Lula y la Corte Suprema brasilera interpusieron una política que intenta ponerle un límite a Elon Musk. Y Boric tuvo un enfrentamiento con Mark Zuckerberg. Además paralelamente los BRICS están en franca expansión”.
Entrevista a Leandro Morgenfeld y Facundo Cruz en Blender, 20 de enero de 2025
Entrevista a Leandro Morgenfeld en Radio con Vos, 21 de enero de 2025
Grupo de Trabajo CLACSO Estudios sobre Estados Unidos
Boletín Estados Unidos: Miradas críticas desde Nuestra América
Año 6 – Número #12 Elecciones presidenciales en EEUU: el regreso de Donald Trump
Diciembre 2024
Contenido
“El regreso de Trump y el avance de la ultraderecha”, por Leandro Morgenfeld en el número de diciembre de la revista Foro Nacional por Colombia.
- Se puede descargar y leer gratis acá-